La moción de censura anunciada en Pamplona es el penúltimo paso de un relevo en la Alcaldía de la capital navarra que había quedado pendiente en mayo. Solo faltaba poner fecha a una decisión que tras seis meses de gestión de Cristina Ibarrola resultaba inevitable. Sin capacidad de sumar mayorías, con la derecha enfrentada al PSOE en Madrid y una complicidad creciente entre los socios del Gobierno de Navarra el acuerdo entre EH Bildu y el PSN, al que se han sumado también Geroa Bai y Contigo-Zurekin, era solo cuestión de tiempo.

La moción de censura se precipitó este miércoles, pero venía gestándose desde hacia varias semanas. El resultado electoral de mayo había dejado opciones de cambio en Pamplona en torno a una mayoría coherente con la que debía sostener al Gobierno de Chivite. Pero los malos resultados del PSOE y la perspectiva de nuevas elecciones generales hacían inviable una apuesta arriesgada que el PSN había rechazado expresamente en campaña. Los socialistas ni podían ni querían facilitar la alcaldía a EH Bildu en un momento en el que la derecha amenazaba con arrebatarles La Moncloa. 

Tampoco la izquierda abertzale quiso ponerlo como condición para la investidura de Chivite porque ese era un pulso que no podía ganar. No al menos en ese momento. Pero cerró la puerta a posibles alternativas de difícil viabilidad, como facilitar la Alcaldía a Koldo Martínez por lo que pudiera pasar más adelante. La paciencia estratégica invitaba a esperar a las elecciones generales y confiar en que, una vez superado el 23 de julio, todo sería más fácil.

Visto con perspectiva, tanto el PSOE como EH Bildu han sabido jugar bien sus cartas. Los socialistas evitaron una foto incómoda y dejaron que fuera el PP quien pactara con Vox en comunidades y ayuntamientos. Una error que seguramente le ha costado a Feijóo la presidencia del Gobierno de España. Al final, la mano ha sido buena y la izquierda abertzale solo ha tenido que esperar a que cayera como fruta madura.

La negociación

El acuerdo sin embargo no se ha gestado hasta estos últimos días. Los socialistas siempre tuvieron claro que la prioridad era la investidura de Sánchez, así que todo iba a quedar para después. No hay acuerdo público ni escrito que vincule ambas decisiones, pero una vez amarrada La Moncloa para el PSOE era difícil negar a EH Bildu algo que le corresponde por simple reciprocidad política. Tras el 23 de julio quedó claro que había voluntad de acuerdo, aunque eso no se iba a concretar hasta que Sánchez renovara mandato.

Una vez encarrilada la investidura fue a mediados de noviembre cuando EH Bildu y el PSN empezaron a explorar un posible acuerdo en Pamplona. Los socialistas tenían claro que no iban a entrar en el equipo municipal, pero que tampoco darían gratis la Alcaldía. Querían un documento expreso y público, con compromisos claros en los ámbitos ético, institucional y programático que la izquierda abertzale debía aceptar, de la misma forma que los socialistas aceptan las condiciones de sus socios allí donde gobiernan. 

Comenzó entonces el intercambio de documentos y propuestas. Reuniones discretas lideradas principalmente por el secretario de Organización del PSN, Ramón Alzórriz, y la coordinadora de EH Bildu en Navarra, Miren Zabaleta. No fue una negociación fácil, admiten ambas partes, porque los socialistas querían mucha concreción, especialmente en cuestiones que EH Bildu hubiera preferido dejar más abiertas. Y aunque el documento final deja una lectura satisfactoria para ambas partes, los socialistas han conseguido fijar un marco de juego en cuestiones como los símbolos, las víctimas o el euskera que evite situaciones incomodas en los tres años largos de legislatura.

Las últimas horas

Entre tanto, la derecha agitaba las calles contra la amnistía, en Madrid y también en Pamplona, donde UPN se ha sumado a la estrategia del PP y de Vox, acabando de disipar las dudas que podía haber en el PSN. Los socialistas admiten que la decisión de apoyar una alcaldía de EH Bildu mediante una moción de censura tiene sus riesgos. Y no ocultan que hay cierto vértigo ante una decisión que tiene calado histórico. Es la primera vez que el PSN facilita el poder a la izquierda abertzale en una institución tan relevante, algo impensable hace apenas unos meses. Pero resultaba ya ineludible ante la posición política que ha asumido UPN y la parálisis institucional en la que había quedado el Consistorio.

El acuerdo quedó prácticamente cerrado antes del último puente foral. De hecho, EH Bildu solicitó a finales de noviembre autorización para un acto en la plaza del Ayuntamiento el 28 de diciembre, fecha prevista para la moción de censura. No fue sin embargo hasta este martes por la mañana cuando Alzórriz y Zabaleta lo acabaron de cerrar, ya de forma oficial, para dar traslado a sus respectivas organizaciones. El PSN reunió a su ejecutiva por la tarde, que aprobó el texto tras un debate interno y por unanimidad. Prácticamente al mismo tiempo EH Bildu daba traslado del acuerdo a Geroa Bai y Contigo-Zurekin, imprescindibles también para alcanzar la mayoría municipal. Ambos lo dieron por bueno pese a que se habían quedado fuera de la negociación inicial.

El anuncio quedó para el miércoles. La noticia salió a la luz a primera hora en varios medios, entre ellos DIARIO DE NOTICIAS, que daban cuenta de que la suerte de Ibarrola estaba ya echada. La alcaldesa, al igual que Javier Esparza, habían sido avisados previamente, pero poco podían hacer. Apenas denunciar de forma tan furibunda como estéril una decisión que para entonces era ya irreversible. Para las diez de la mañana los cuatro grupos habían firmado la moción, que ya tiene fecha y hora. Será finalmente el 28 de diciembre. Día de los inocentes, y un día para la historia de Navarra.