Aritz García Goñi, pamplonés de 35 años, pasaba una plácida tarde de verano con su familia en las piscinas del Amaya y “el destino” quiso que se topara con un póster en el que se leía ‘Ven a jugar a béisbol’.

Aritz, que por entonces tenía 11 años, obedeció. “Esa tarde estaba aburrido, quería saber qué era el béisbol y me apunté por probar, como cualquier otro crío que no es muy consciente de qué puede deparar el futuro”, confiesa Aritz.

Dos décadas después, el pamplonés ha jugado en Estados Unidos –liga universitaria y liga profesional independiente–, es entrenador en la academia de los Milwaukee Brewers y forma parte del staff de la selección nacional absoluta. 

 Aritz se enamoró del béisbol en cuanto cogió el bate. “Me enganché de una manera brutal desde el primer día. Había jugado otros deportes –tenis, fútbol y baloncesto–, pero nunca había probado algo tan diferente”, relata.

A Aritz le gustó la “adrenalina” que sentía al estar en El Diamante –como se denomina popularmente al terreno de juego– y el reto que suponía batear la pelota con precisión. “Está demostrado científicamente que es de lo más difícil en el mundo del deporte. Me gustaba el desafío”, destaca.

Aritz jugó cuatro temporadas en los distintos equipos de la Ciudad Deportiva Amaya y con 16 años pasó al Irabia, donde debutó en División de Honor, la máxima categoría a nivel nacional.

Era 2006. Ese verano realizó en Barcelona las pruebas que organiza la MLB –Major League Beisbol, Grandes Ligas de Béisbol en castellano–, para seleccionar a los 50 mejores jugadores de Europa y Sudáfrica, le escogieron y estuvo tres semanas en Italia en una academia con entrenadores estadounidenses. “Muchos eran famosos, habían jugado en las grandes ligas y estaban en el Salón de la Fama del béisbol. Tenían interés por mí. Me di cuenta de que podía valer para esto”, indica. 

A Estados Unidos

Aritz regresó a Pamplona con la mochila llena de experiencias, al verano siguiente repitió la pruebas y le volvieron a seleccionar. Un entrenador de la federación francesa se fijó en él y le propuso volar a una de las cunas del béisbol, Estados Unidos. “Conocía a un coach en una universidad, me preguntó a ver si quería ir y al mes siguiente ya había firmado mi beca deportiva”, cuenta. Tenía 18 años. 

Aritz puso rumbo a la Frank Phillips College, una universidad en Borger, Texas. “Estaba en el medio de la nada. No había absolutamente nada. En el pueblo había una petrolera y el campo de béisbol era bastante peor que muchos de los de aquí”, asegura.

Además se marchó a Estados Unidos “con un nivel de inglés muy básico”, se rompió el pulgar y, al año de llegar, su entrenador, valedor y contacto, abandonaba el equipo de la liga universitaria.

Pasé momentos difíciles porque es una cultura nueva, no conoces a nadie y estás mucho tiempo solo. Tenía una familia asignada con la que pasaba los domingos. Se preocuparon mucho por mí, fueron un gran apoyo y sigo manteniendo la relación”, reconoce. 

Aritz marchó a Colby, Kansas, recomendado por su entrenador; recibió otra beca deportiva y vivió allí los dos siguientes años. “Mi nivel de inglés era mucho mejor, ya estaba adaptado a cómo funcionaba todo y me fue muy bien tanto académicamente como deportivamente”, afirma.

Su último salto fue a San Francisco, donde pasó otros dos años y se graduó en sociología. Al terminar la carrera, jugó en la liga profesional independiente de Estados Unidos, probó la competición en Japón, se quedó campeón de Europa con la selección sub-21 y en 2014 debutó con la absoluta.

Entrenador

Aritz abandonó los terrenos de juego y comenzó su carrera de entrenador. “El béisbol es parte de mi identidad. Me siento afortunado de haber aprendido este deporte tan minoritario en Navarra y me gusta devolver los favores”, confiesa.

De 2015 a 2019 estuvo en San Francisco, antes de la pandemia regresó a Pamplona, entrenó al Béisbol Navarra y se convirtió en director técnico del Club Deportivo Arga. “Quiero que el béisbol siga creciendo en la ciudad”, anhela.

En la actualidad, Aritz es entrenador en la academia de los Milwaukee Brewers, pero siempre que regresa a casa se acerca por el campo de Burlada a ver partidos y a aconsejar a los chavales que desean seguir su estela. “Les tengo mucho cariño e intento que cumplan sus metas. Les digo que disfruten y que persigan sus sueños. Nunca se sabe”, anima. 

Aritz se queda en Pamplona hasta finales de octubre y en noviembre volará a República Dominicana, donde los Milwaukee Brewers cuentan con una academia de béisbol.

“Milwaukee ya me ha dicho que me va a renovar el contrato otro año más. Aún no sé si en República Dominicana o en Estados Unidos. Conseguí el sueño de jugar a béisbol a nivel profesional y ahora es un privilegio ser entrenador. Vamos a darlo todo y a ver hasta dónde se puede llegar”, finaliza.