Juan Antonio Alonso: la enciclopedia rojilla
El pamplonés de 83 años tiene decenas de cuadernos en los que documenta todos los partidos que ha jugado Osasuna desde la temporada 1941
A Juan Antonio Alonso Dubrot se le dibuja una sonrisa cada vez que ojea sus cuadernos de Osasuna, lee crónicas de partidos de antaño y rememora alineaciones que quedaron grabadas en su memoria para siempre. “Glaría, Eizaguirre, Eusebio, Egaña, González, Recalde, Sabino, Andonegui, Onaindia...”, recita de carrerilla el once de la temporada 1956-1957.
También enseña ilusionado imágenes en blanco y negro en las que aparecen Zabalza, Zaldua, Fuste, Zubiaurre, Marañón, Zoco... “Qué chulos y jóvenes están”, indica.
Y los ojos le brillan cuando ve a La Pamplonesa tocar en el extinto campo de San Juan. “En 1961 quedamos campeones de Segunda y celebramos el ascenso a Primera por todo lo alto”, relata.
Juan Antonio, una enciclopedia rojilla, conserva todos estos recuerdos en su privilegiada cabeza y en una estantería repleta de decenas de cuadernos que documentan los encuentros de Osasuna desde 1941. “No falta ninguno. Están todos”, destaca.
Hace 83 años, Juan Antonio nació en la Mañueta –la “mejor” calle de Pamplona, dice orgulloso– y desde crío animaba a Osasuna en San Juan. “Colocaba las banderas con mis amigos. He sido futbolero toda mi vida, he visto todos los partidos, Osasuna lo es todo para mí”, confiesa.
En ese campo –demolido en 1969– vio jugar a Fandós: defensa y capitán que lideró al club desde Tercera (1948) hasta conesguir el segundo ascenso a Primera en la campaña 1952-1953.
Tampoco olvida lo sucedido en San Juan el 11 de enero de 1959. El Athletic endosó a Osasuna una de las mayores goleadas de su historia (1-8) y se lesionó Adolfo Marañón, uno de los baluartes del centro del campo. “Menudo día”, lamenta.
Su pasión por el fútbol iba más allá de Osasuna y los fines de semana se recorría con su cuadrilla los estadios de la Comarca de Pamplona. “En San Fermín, toros. El resto del año fútbol, fútbol y fútbol. No sé ni los partidos que me he tragado”, reconoce.
Su continua presencia en las gradas le convirtieron en informador del Comité Navarro de Árbitros –valoraba la actuación arbitral–, ascendió a vocal de señalamientos y conoció a muchos árbitros de Primera División.
“Les buscábamos en la estación de tren y comíamos o cenábamos. O las dos cosas”, se ríe. Su posición privilegiada le permitió merodear por los vestuarios de El Sadar y forjó amistad con jugadores como Echeverría.
Decenas de cuadernos
Juan Antonio se jubiló hace más de 30 años, continuó siendo un rojillo incondicional y elevó su pasión por Osasuna al siguiente nivel: recopilar crónicas que sacaba de los archivos de los medios de comunicación y del club.
“Un familiar trabajaba en el Sadar, me facilitaba el acceso al estadio y estaba con José Mari Iglesias –guardián del archivo rojillo durante 52 años– imprimiendo informaciones, fotografías, actas...”, recuerda.
Al salir del Sadar, pegaba las fotocopias en hojas de papel y, cuando terminaba una temporada, llevaba el taco a su amigo Jacinto Rodríguez, propietario de Encuadernaciones Alfaro, negocio ubicada en la calle del Carmen de Pamplona. Así nacieron los primeros ejemplares de esta peculiar enciclopedia rojilla.
Juan Antonio aprendió a encuadernar, realiza todo el proceso en casa y dedica gran parte de su día a día a agrandar su obra osasunista. “Antes tenía una televisión, pero ha desaparecido. Es mi trabajo, aunque no está remunerado”, se ríe.
El patrón siempre se repite: recopila informaciones de todos los encuentros de Osasuna –crónicas de periódicos, actas que incluyen las alineaciones de ambos equipos y el cuarteto arbitral o páginas de la revista que editaba el club–, las pega en hojas –utiliza un bote de cola un kilo y siempre tiene otro más de reserva–, las encuaderna con tapas azules y rojas y coloca la guinda, el escudo de Osasuna.
En verano tampoco para porque los cuadernos incluyen rumores, fichajes, amistosos, venta de jugadores... “Cuando no juegan lo echo en falta. Estoy deseando que llegue la pretemporada”, admite.
Su legado
A través de los libros de Juan Antonio se recorre gran parte de la historia del club: las victorias y las derrotas, los ascensos y los descensos, las aventuras europeas y las coperas, los logros de Arrasate o las fugaces experiencias de Vasiljevic o Caparrós en el banquillo.
Ahora, Juan Antonio vigila la labor de Vicente Moreno: “En algún partido hacen el maula, pero nos salvaremos sin apuros”, adelanta. Ya no baja al Sadar –hace seis años dejó de ser socio debido a sus problemas de movilidad–, pero les anima desde el ordenador. “Con este pedazo de bicho parece que estoy en el estadio. Cuando marcan un gol lo celebro con una copa de clarete y me la gozo”, desvela.
La campaña está en el ecuador, pero Juan Antonio, previsor, tiene preparadas los cuadernos de las temporadas 25-26 y 26-27 y ya les ha buscado un hueco en su repleta estantería. “Le tengo echado el ojo, irán ahí abajo, en el suelo, debajo de la última balda”, afirma.
Juan Antonio seguirá salvaguardando la historia de Osasuna hasta que se quede sin pegamento, le encantaría que el club aceptara los cuadernos como regalo y “si no, el día que me muera irán a la hoguera”, amenaza.
“Te cogeré el testigo”, le responde al instante Javier Ganuza, su nieto. “Pues vete haciendo más hueco en la estantería”, aconseja Juan Antonio. Su legado queda en buenas manos.
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