Síguenos en redes sociales:

Preocupación en Etxabakoitz por la inseguridad en la antigua ikastola Jaso, okupada desde hace meses

Vecinos viven con miedo por los incidentes ocurridos en el entorno del edificio okupado y piden al Ayuntamiento una mayor vigilancia policial. El inmueble está pendiente de resolución judicial

Preocupación en Etxabakoitz por la inseguridad en la antigua ikastola JasoIñaki Porto

16

Vecinos de Etxabakoitz llevan un año en alerta por los sucesivos incidentes que rodean a la antigua ikastola Jaso, edificio abandonado y okupado: mujeres increpadas en aparcamientos que se suben rápido a los coches, robos con navajas, tirones de bolsos mientras se pasea por el parque, trabajadores que se sienten perseguidos por gente que merodea por la calle de madrugada...

Estos últimos dos meses, alertan los residentes, la situación “se ha ido de madre”: el fin de semana se produjo unareyerta multitudinaria que se saldó con dos heridos graves –uno de ellos por arma blanca en el muslo– y la identificación de 18 jóvenes implicados, hace diez días se retuvo a una persona que había increpado a agentes de Policía Municipal mientras portaba un machete y en febrero se detuvo a otro ciudadano porintento de homicidio al tratar de quemar uno de los edificios de la antigua ikastola.

“Estamos desprotegidos, nos preocupa que nuestros hijos no vivan libres y que sucedan cosas graves. Si a la policía les amenazan con un cuchillo, ¡qué harán con nosotros! Lo que les de la gana”, expresa una vecina de la Avenida Aróstegui, que prefiere no identificarse por miedo.

Etxabakoitz ha dicho “basta”, exigen al Ayuntamiento de Iruña que aumente la vigilancia policial, derribe el edificio y realoje a las personas que malviven en la antigua ikastola en pisos tutelados, o les encuentre una solución habitacional.

Los vecinos confiesan que cada vez se sienten más inseguros en Etxabakoitz y critican la “escasa” vigilancia de Policía Municipal, sobre todo a las noches: “No bajan al barrio a ver qué pasa. No les veo patrullando, solo aparecen cuando ya se ha producido el incidente”, afea otra mujer.

“Esta situación ya se hubiera solucionado si estuviéramos en otra zona, pero como Etxabakoitz es un barrio obrero y vivimos en el extrarradio de la ciudad… ¿Por qué aquí se consiente y no se actúa?”, se pregunta enfadada María. “Hay muy poca vigilancia y la situación cada vez es peor”, ahonda un señor. 

Como consecuencia, algunos residentes evitan las inmediaciones de la ikastola a partir del atardecer. “Es peligroso, hay muchas movidas y no es recomendable pasar por ahí a partir de ciertas horas”, asegura un hombre.

Otras personas ni se acercan, aunque sea de día y deban dar un rodeo. “No voy por el puente porque no quiero pasar por delante del patio. Tengo miedo”, confiesa una señora, que vive en las viviendas del Grupo Urdanoz desde 1960 y siempre había realizado esta ruta para hacer recados. “Toda la vida he pasado por la ikastola para ir al médico o comprar, pero ahora no me atrevo”, insiste. 

Para revertir esta situación, los vecinos piden al Ayuntamiento que la Policía Municipal esté más presente en el entorno de la antigua ikastola Jaso. “Que circulen arriba y abajo por las calles montados en las furgonetas. Seguro que a alguno le frena y se lo piensa dos veces”, indica otro señor. “Deben venir vestidos de lo que son, de agentes de policía, no de paisano”, concreta Carlos.

El concejal de Seguridad Ciudadana, Endika Alonso, en una respuesta a las quejas vecinales, entiende “perfectamente el malestar” vecinal”, asegura que están “trabajando intensamente” y que han aumentado el patrullaje. “El Policía Comunitario también se ha puesto en contacto con las entidades del barrio”, argumenta. 

Mensaje antiracista

Los residentes defienden que no todas las personas que malviven en la antigua ikastola Jaso son conflictivas y responsables de los últimos incidentes. “No se puede meter a todos en el mismo saco. Hay gente que está trabajando, aporta y convive. Otros simplemente han venido a hacer daño y a liarla”, señala un varón.

“Algunos son majos, no se meten con nadie y viven como pueden”, afirma una joven. “Existen dos perfiles. Quien hace las trastadas y quien trabaja para salir adelante”, ahonda una mujer. 

En la misma línea, piden a la ciudadanía que no utilice este conflicto social para promover los discursos xenófobos, racistas y de odio. “Son personas que han abandonado sus países para construirse un futuro mejor. Como en todo el mundo, hay gente buena y mala. No ignoremos la historia, nosotros también emigramos y nos buscamos la vida dónde y cómo pudimos”, reflexiona un señor. 

Los vecinos también son conscientes de las condiciones precarias en las que se encuentra la antigua ikastola Jaso y que el medio centenar de personas –cifra ofrecida por los entrevistados– están atravesando un momento complicado.

Muchos estarán sufriendo porque no es un sitio digno”, comprende una joven. “Estas no son formas de vivir. Las administraciones deben implicarse y encontrar una solución”, insiste un vecino. 

Condiciones insalubres

Las condiciones en las que viven el medio centenar de personas son totalmente insalubres e inhumanas. En el exterior, en el patio cubierto de la ikastola, se acumulan grandes cantidades de basura y la escena se asemeja a un vertedero: plásticos, latas, palets, cajas, cubos, guitarras, botellas de cristal, maletas, neumáticos, garrafas, botas, zapatillas, sillas, neveras, mangueras, peluches enmohecidos...

En el medio del pista de fútbol, se han construido tres chabolas: paredes levantadas con tablas de madera, chapas metálicas que actúan como tejados improvisados y ventanas inexistentes. Las cabañas están rodeadas de suciedad, pintadas y grafitis.

En el interior, la situación parece igual de precaria. Desde el patio, se observa un colchón tirado en medio de la planta baja, está manchado y cercado por mugre. La mayoría de las ventanas están rotas o con las persianas bajadas y en los alféizares reposan indicios de que en las aulas residen personas: toallas, sartenes, cacerolas, ollas, zapatillas, bolsas de la compra, botellas...

A la espera del desalojo

Unai Arellano Lakabe, director de Jaso Ikastola, titular del inmueble, afirma que ellos también son “afectados en primera línea. Son casi tres años con este proceso judicializado –fue la propia ikastola la que denunció la okupación del inmueble– pero todavía no ha habido un juez que dé una orden de desalojo. Hasta entonces, somos sabedores de la preocupación vecinal, y también del riesgo que existe para las personas que viven ahí. Desgraciadamente, hasta que no se tomen medidas judiciales y se produzca el desalojo, poco más se puede hacer”, lamenta Arellano, que confía en que el problema se resuelva lo más pronto posible. 

El director de la ikastola recalca que están en contacto con los vecinos y Ayuntamiento, muestra su “disposición absoluta” para buscar soluciones y recuerda que, en el momento de la okupación, el edificio estaba abandonado “pero debidamente vallado y señalizado. De hecho, la primera denuncia vino por allí, porque vimos que habían entrado”.