Llevan gran parte de 2025 de parranda: escenificación y recreación histórica de la llegada de Franco al barrio, comida de los vecinos de las primeras calles, una exposición de obras de arte realizadas por medio centenar de vecinos, fotografías antiguas que recordaban los orígenes del barrio, actuación conjunta de los tres coros...
75 años no se cumplen así como así, la Txantrea está celebrando sus bodas de brillantes a lo grande y ayer llegó uno de los momentos más esperados del aniversario: el inicio de las fiestas, el txupinazo, que lo tiraron María Artazcoz –88 años, la vecina “más vieja” de la antigua calle Federico de Mayo, donde vive desde los 12– y Jesús Tirapu –92 años, la única persona que queda viva de las que pusieron las primeras piedras del barrio en Lucio Arrieta, actual Imarcoain, la calle más antigua de la Txantrea –.
“Tirar el chupinazo me ha hecho una ilusión tremenda. Ha sido lo más bonito que me ha pasado en la vida”, confesó María emocionada después de prender la mecha. “Después de 75 años viviendo en el barrio, ha sido un orgullo increíble”, subrayó Jesús.
A las 19.00 horas, la kalejira –compuesta por mayordomos, dantzaris, joaldunak, gaiteros y gigantes– salió de Auzotegi y, a ritmo de los cencerros y la música de gaitas y txistus, puso rumbo a la Plaza Txantrea, donde aguardaban centenares de vecinos y vecinas.
Los mayordomos bailaron el Ttun-ttuna, quedaban quince minutos para el gran momento y Jesús y María se mordían las uñas. “Estoy muy nervioso. No sé si podré hablar, se me trabará la voz”, comentó Jesús a escasos segundos de que tirara el txupinazo. Y estuvo en lo cierto porque prendió la mecha sin decir ni mú. “Aunque tenía pensadas unas palabras, no he podido hablar, me ha podido la emoción”, reconoció.
“Ha sido muy ilusionante. Adoro el barrio de la Txantrea, qué más puedo pedir”, agradeció María desde el balcón. Ambos vivieron el momento acompañados de familiares –sobrinos, nietos e hijos– y celebraron este día inolvidable con una cena especial.