La guerra vivida de lejos
Diyaa viajó desde Cisjordania a Madrid en 2022 en busca de un futuro mejor para su familia. Vecino de Barañáin, mantiene el contacto con Palestina, donde confirma que llegó el chupinazo
“Para que mi hija llegara a la escuela teníamos que cruzar unos checkpoints y a veces no nos dejaban”. Diyaa Dabour es de Cisjordania. Consiguió salir de Palestina en diciembre de 2022. Fue una huida. Viajó desde el aeropuerto de Jordania junto con su mujer y su hija. Dejaron atrás familia, amigos y la tierra que les había visto crecer.
“Salimos antes de la guerra, pero la situación siempre ha estado mal”. Su razón principal era buscar un futuro mejor para ellos, pero sobre todo para la entonces pequeña de la familia, Nayrouz. Con solo 5 años tuvo que vivir experiencias que marcan para siempre. “Nos echaban gas lacrimógeno y ella se asustaba mucho”, recuerda Diyaa. Es el tipo de cosas que les hicieron salir en busca de otra vida.
Aterrizaron en Madrid. Buscaban un sitio seguro y con paz. Se encontraron con palestinos que les aconsejaron que fueran al norte para solicitar el asilo. “Ahí es más fácil obtener la tarjeta de residencia”, subraya. Viajaron a Bilbao en tren. “Las cosas empezaron a ir de cara”, admite. Fueron enviados a Huesca por la Fundación de Refugiados. En la ciudad pirenáica tuvieron a su segunda hija, Pilar. Nayrouz, aburrida lejos de sus amigas y primas, tenía claro que quería una hermana con la que pasar el tiempo. En octubre de 2024 llegaron a Pamplona, concretamente a Barañáin, por cuestiones de trabajo. Su mujer había encontrado una buena oferta laboral.
Pese a que han mejorado su situación, no pueden evitar echar de menos todo lo que en su hogar han dejado, especialmente a sus seres queridos. “Es duro. Hablamos todo el rato, por mensaje o por llamada”, lamenta. Su familia no vive en la franja de Gaza pero “después de la guerra está todo igual”.
Hace dos años sus padres pudieron visitarles, pero ahora eso ya es imposible: “La embajada de España ya no puede sacar el visado para el pueblo palestino. No pueden venir”. Confía en que volverán a verse cuando la cosa cambie.
“Es duro. Hablamos todo el rato, por mensaje o por llamada”
San Fermín
“El chupinazo fue algo emocionante. Es un paso muy importante”. Diyaa celebra que, algo como lo vivido este año, es nuevo en la escala de apoyo debido a la universalidad de las fiestas de la capital navarra. Confía en que el ejemplo de Pamplona se expanda por el mundo: “Después de San Fermín muchas ciudades y países van a hacer lo mismo”.
En la primera vez que lo vive, siguió el inicio de las fiestas por la televisión para estar tranquilo con sus hijas. Luego pudo salir. Tanto que aguantó hasta las 4.00 horas de la mañana. Sería la única vez: “No me gustan las fiestas tan grandes con las calles lenas y cortadas”. Además, destaca que es difícil celebrar fiestas como estas cuando no pueden seguir las suyas.
Lo que sí tiene claro es que el chupinazo llegó hasta Palestina. Incluso sin que él dijera nada. “La gente me mandaba vídeos y noticias de redes sociales. Me decían que veían muchas banderas. Hizo un revuelo grande”, reconoce entre risas.
Próximo avión Tras tres años en España, ya están instalados. El siguiente asunto que tienen pendiente es resolver unos papeles. Con un objetivo claro. “El primer viaje que hagamos después de recibir el pasaporte será a casa”. Ya solo falta saber el cuándo.
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