“Si además de llenarme a mí y contribuir a una educación apropiada para mis hijos, puedo sacarle una sonrisa a mi amigo, lo tengo todo”. Íñigo Padilla, de 48 años, se presenta a carreras ciclistas de ultradistancia, es decir, de más de 200 kilómetros, por diferentes motivos. Uno de ellos es visibilizar el Síndrome de Angelman, una enfermedad rara que descubrió hace año y medio. En noviembre de 2023, un amigo de Estella de toda la vida, de donde es natural, empezó a notar que el desarrollo de su tercera hija no era corriente. Investigó por su cuenta, pensó que podía tener el síndrome y fue al médico. Estaba en lo cierto. “Están muy limitados, no suelen caminar ni hablar y tienen dificultades para dormir y comer”, declara Padilla.

Quiso tener un detalle por el cumpleaños de su amigo para alegrarle: “Ya que voy a hacer estas cosas me ofrecí a la Asociación Síndrome de Angelman (ASA) para llevar su nombre puesto”. ASA está formada por familias con parientes que sufren esta enfermedad sin ánimo de lucro y compuesta de voluntarios. Le recibieron con los brazos abiertos y empezaron a mandarle pegatinas y banderas para que se grabara vídeos con ellas. Padilla, con el tiempo, decidió dar un paso más. Con dinero de su propio bolsillo, compró un maillot personalizado con los colores de la corporación, su página web y su logo: “Siento que a mi amigo le hace ilusión y me lo agradece, aunque los hombres que nos conocemos de siempre no solemos ser de expresar demasiado”.

Pasión por la bici 

No empezó con la ultradistancia a raíz de esto. Su afición se remonta a la infancia, cuando, además de fútbol y balonmano, salía a hacer rutas con los amigos el fin de semana: “Nos pilló la época de Induráin, así que todos queríamos ser ciclistas”. Con 30 años empezó a hacer “un poco más en serio” bici de carretera, pero por un corto periodo de tiempo. En 2020 decidió retomarlo. “Estaba fatal de forma, pesaba unos 25 kilos más que ahora. Tenía hijos y veía que no iba a ser un buen ejemplo para ellos”, recuerda. Sus tres pequeños, de 7,5 y 4 años (todos menores de 10 años) son la razón por la que hace esto: “Quiero que tengan un modelo de esfuerzo y que valoren la aventura”. Por norma general, las carreras de ultradistancia no están basadas en acabar antes que el resto. Su objetivo es llegar a la meta. “Muchas veces la competición te quema por lo que exige. Hay que enseñar a los niños que eso no es todo”, piensa Padilla.

“Donde otros ven sufrimiento en distancias tan largas yo veo mis vacaciones”

La bici le ha llevado a conocer sitios a los cree que no habría llegado de otra forma: “Te permite contactar mucho más con el entorno. Llegas solo a un monte de madrugada. Te paras y ves las estrellas. A mí eso me llena mucho interiormente”. De esta forma escapa del estrés que le genera la academia para universitarios que dirige en Iturrama. Suele trabajar hasta sábados y domingos, por eso en verano aprovecha para salir en bici. “Donde otros ven sufrimiento en distancias tan largas yo veo mis vacaciones”, admite.

íñigo saldrá este domingo 3 de agosto hacia Italia Bessy Cárcamo

La primera carrera de Padilla fue Berlín-Múnich-Berlín. Dependiendo de cual, tienen normas estrictas, como que tienes que ir solo y no puedes reservar lugares para dormir durante la travesía con anterioridad. Para él no es demasiado problema porque le gusta rodar de noche, pero alguna vez ha dormido en sitios peculiares. “En la Transibérica del año pasado me tiré entre los carritos del Lidl resguardado con el porche. Llevaba una esterilla hinchable y saco”.

Campaña con ASA

Este año, junto a ASA, están realizando el reto Pedaleando por la investigación del Angelman. Bajo el paraguas de esta iniciativa hizo este mes de julio el Camino de Santiago sin parar y la Asturica Augusta, de 1.200 kilómetros. Todo en bici, claro. “Pero lo gordo viene ahora”, anuncia Padilla.

Este 3 de agosto empieza su camino a la Transibérica. Saldrá a las 11.00 horas de la plaza del Ayuntamiento de Pamplona camino a Bolzano, localidad del norte de Italia donde empieza oficialmente la carrera el 19 de este mes. La meta se ubica en Bilbao. Es decir, va a hacer el recorrido dos veces. En total, 4.500 kilómetros: “La vuelta es una animalada. Te obligan a pasar por sitios como los Alpes por los que no pienso ir en la ida”.

“La primera vez me fui cuatro días y no podía estar sin mis hijos”,

Para este día especial ha confeccionado la ruta por los carriles bici de la ciudad para empezar acompañado. “Quiero que mis hijos mayores puedan venir con nosotros un rato”, declara satisfecho. Ausentarse de casa es la cara más dura de la ultradistancia. “La primera vez me fui cuatro días y no podía estar sin mis hijos”, recuerda. Esta vez va a estar un mes fuera, aunque reconoce “estar más hecho mentalmente”. Subido a la bici tiene tiempo para reflexionar: “Me pregunto si lo bueno que les aporta compensa lo malo de estar lejos un tiempo”. Eso sí, encuentra en el móvil su gran aliado: “Le doy a click y puedo hablar con ellos”. También lo usará, como hace siempre, para documentar su recorrido en su canal de Youtube Ultraciclismo para principiantes.

Durante el recorrido, pasará por ciudades como Niza o Turín para poder recibir el aliento de familias de asociaciones internacionales por la causa del síndrome para hacer piña. En la página web migranodearena.org y por bizum al 01443 se podrá colaborar para ayudar a la investigación del Síndrome de Angelman. Ese que lleva a Íñigo Padilla a pedalear una vez más por mucho que cueste. Si consigue sacar una sonrisa a su amigo, él ya habrá ganado.