Unos banderines colgados de los edificios indican que el viernes 8 de agosto no ha sido un día cualquiera en Santo Domingo, una de las calles milenarias de la capital navarra. Y no es porque, como en San Fermín, haya sido a ser lugar de paso de toros y de cientos de corredores que realizan ese famoso ritual para pedir la protección a uno de los patrones de Pamplona.

Ha sido para indicar que era Santo Domingo de Guzmán, patrón de la calle y día que aprovechan los vecinos para juntarse entre ellos en una jornada festiva. Este año han elegido para tirar su particular cohete al matrimonio compuesto por Pedro Ciriza y Sagrario Azpillaga.

De 80 años y 79 respectivamente, han sido vecinos de toda la vida. Llevan 56 años casados y son de los vecinos más queridos: “Tirar el chupinazo en el barrio que convives hace ilusión y merece la pena”. Para Ciriza, días como estos son fundamentales para hacer piña con los vecinos. “Sirve para ir conociendo a los nuevos. Se fomenta así el hacer calle”, ha declarado. De los 38 años que llevan celebrando esta jornada, el matrimonio ha estado involucrado en su organización siempre.

Prefieren estas mañanas a aquellas en las que tiene la oportunidad de ver pasar a la manada de toros por debajo de su casa: “Yo no soy de encierro, prefiero quedarme durmiendo”. Ha admitido que las calles tras San Fermín se quedan un poco “desangeladas”, y que para darles vida, días como el este son importantes.

A falta de 15 minutos para el lanzamiento del cohete, delante de la Sidrería Zaldiko ya han estado cortando el pan sobre una mesa desplegada donde han servido el aperitivo después.

Para amenizar la espera y combatir el calor, desde la barra no han dejado de salir cervezas frescas para el personal mientras que los más pequeños han aprovechado para hacerse fotos con el gigante versión reducida de las fiestas.

“Tirar el chupinazo en el barrio que convives hace ilusión y merece la pena”

Ante decenas de personas, Ciriza y Azpillaga han prendido la mecha del día festivo. Les han impuesto un pañuelico y les han entregado unos ramos de flores. “Son de los que más boletos venden de la lotería con la que se financia este día”, ha apuntado Ángel Molina, dueño de la sidrería Zaldiko, ubicada en la calle. Los músicos del grupo Ezpelur han sido los encargados de poner la banda sonora a la mañana festiva.

Organización de la fiesta

Vicente Bezunartea, de 82 años, lleva más de 60 en el barrio. Ha recordado cómo fueron los inicios de este día especial: “Entre los amigos del bar pensamos que podíamos hacer para celebrar y dar ambiente”. Ha reconocido que, aunque esta edición hubo menos gente a causa de las altas temperaturas, “la gente participa mucho”.

Marcela Abárzuza lleva desde que llegó al barrio, hace 32 años, al pie del cañón: “Cualquier excusa es buena para juntarnos y hacer grupo”. Era la dueña de la librería Abárzuza, que cerró en 2024. Ha defendido que la gente siempre responde en un día como este y que es útil para “acoger a los nuevos”.

Tras lanzar el chupinazo, la multitud ha empezado a agolparse sobre la mesa preparada para servir a todo el que pasase pintxos de chistorra. Los mismos Azpillaga y Ciriza, como dignos lanzadores, se han arremangado para ponerse a repartir el almuerzo.

Un ambiente casero para la calle de Santo Domingo que se ha extendido durante toda la jornada del viernes. A las 15.30 horas se ha dado la tradicional comida autogestionada, que ha sido seguida de unos juegos de mesa.

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Fotos del concierto de Luziano en Santo Domingo Iñaki Porto

A las 18.30 horas, y haciendo honor a la calle, ha tenido lugar el encierro con toros de cartón desde los corralillos hasta el ayuntamiento.

Azpillaga y Ciriza han podido disfrutar de una jornada especial para ellos, pero han aprovechado, ahora que han lanzado el cohete, para ceder el testigo: “Ahora ya dejamos los mayores el turno a los jóvenes. Les toca organizar la fiesta”. De esta manera, en Santo Domingo todos los vecinos tendrán un día dedicado a ellos mismos.