Las dos parejas que quedaron segundas en la liguilla de cuartos están en la final del Winter Series. En su caso, perdieron el primer choque ante Goikoetxea-Etcheto (15-12 y 15-10), pero recuperaron el timón ante Urko Lekerika-Minvielle (15-8 y 15-5) y Johan-Del Río (15-10, 9-15 y 5-4). En la semifinal derrotaron a Olharan-Basque (10-15 y 8-15).

—Puede existir cierta duda, pero los campeonatos son hasta la final. Hay que cuestionar a los que no llegan. Estamos aquí y queremos disfrutar la final al máximo. 

Es un partido especial.  

—Es especial por muchos factores, incluida la retirada de Beaskoetxea. Fíjese: es la segunda edición del Winter Series y se ha consolidado la competición. Por otro lado, es un día grande para Gernika, que ha metido tres pelotaris en una final donde todos queremos estar. Eso es señal de que esta ola no viene de hace un año, sino que viene trabajándose desde lejos. Lo recuerdo perfectamente, en 2014, en el Residencia Calzada, jugamos Diego-López contra Goikoetxea-Duke Hernández. A partir de entonces, empezamos a bajar las escaleras con música y se vistió la cesta. Hay que agradecer todo eso a Zigor Etxebarria, Gaizka Muniategi y el grupo de trabajo que han conformado. Hay que valorar que tres chavales de Gernika han llegado hasta aquí. Antes siempre estaba acompañado por mi paisano Iñaki Osa Goikoetxea y este domingo seré el único guipuzcoano y zumaiarra en la cancha. Hay que enfocar el momento dulce del deporte. Tenemos que seguir trabajando.

Choque generacional entre los zagueros. 

—¡Y entre los delanteros! Nosotros hemos vivido los buenos momentos y está bien que los disfruten también ellos. Quizás nos peguen la patadita y nos echen de aquí (risas). Es algo bonito, porque hay que defender la posición de cada uno en la cancha. 

¿Qué destacaría de Lekerika?

—Es un pelotari que se crece con el público. Nunca se achica. Y es duro. Es como un boxeador que aguanta los piñazos y al que hay que hacer mucho daño para tumbarlo en el ring. Es sólido, está muy bien preparado y conoce el escenario a las mil maravillas. 

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Matiné en el Jai Alai de Gernika con un ambiente terrible. Llenazo.

—Es una hora a la que no estamos acostumbrados en Euskadi, pero en Miami me tocó muchas veces jugar a mediodía. Es otra rutina diferente. Me adapto a la perfección. No supone ningún problema para mí.