En la pared izquierda: un potro de tortura para Iker Larrazabal. Una hoguera en vísperas de San Juan. “Traía el partido estudiado de casa”, confiesa Erik Jaka, que maniató el poder del pelotari de Amurrio en el rincón, buscándole la zurda, atrapándole en una jaula dentro otra jaula. Prendió la antorcha para imponer su rol como delantero volcánico en el frontón Donibane de Muskiz, escenario fiel a Baiko durante 31 años, y alcanzar los cuartos de final del Cuatro y Medio de San Fermín.

En un compromiso al que le faltó la chispa competitiva de un marcador apretado, el delantero de Lizartza, actual finalista del acotado iruindarra, mantuvo su espacio frente a un adversario llamado a marcar diferencias con el músculo. Rey de la colina. De este modo, enfundado en el mono de trabajo, con las ideas claras y una propuesta agresiva, Jaka aprovechó los problemas para imponer el ritmo de Larrazabal cuando el partido se encabrita y no tiene los pies quietos. Si bien Erik cometió seis yerros, tres de ellos fueron en posturas de ataque que besaron la chapa. Mal necesario.

Y superior en todas las facetas, el delantero guipuzcoano, además, logró una buena caza desde el primer disparo. Clave. Se anotó cuatro saques, pero, además, sumó seis cartones más con el remate a la vuelta. Larrazabal sirvió demasiada pelota con la izquierda, cuestión letal para un pelotari venenoso como el campeón del Manomanista de 2020. Porque Erik no perdona si tiene la oportunidad. Y este sábado no lo hizo. No hubo prisioneros en la quema de Muskiz

Jaka inició con una cortada rápida por la pared y buscó rápidamente el saque-remate con un voleón a la chapa. Larrazabal, que el viernes por la noche jugó en Zaldibar –precisamente ante Erik–, amaneció con el cuerpo tocado. Con el saque de su lado, se pasó de frenada y cometió una falta. Su rival olió la sangre. Dos saque-remates consecutivos, un gancho y una volea, para abrir brecha. En el 5-1 mostró sus intenciones con la búsqueda permanente de la zurda alavesa. En defensa hizo aguas. La tacada se cerró con otro saque-remate. 6-1 en 23 pelotazos. Un soplido. Castillo de naipes. Al suelo. 

Sin reacción

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Larrazabal no fue capaz de mejorar la dinámica pese a restañar ligeramente el luminoso (6-4). El 7-4 fue una pasa del cuatro y medio del amurrioarra. De nuevo, Erik hizo los deberes para colocarse 9-4 y 13-5. 

No hubo reacción. Jaka no la permitió. Manejó con puño de hierro el partido, superando a Larrazabal de cabo a rabo (14-9, 20-11 y 22-12). El delantero de Lizartza se cruzará con Unai Laso el viernes en el frontón de Las Llanas de Sestao en un duelo tremendamente atractivo.