pamplona. Según pudieron confirmar ayer las agencias Efe y Europa Press, los actos de violencia callejera habrían pasado de los 24 casos registrados en el primer semestre de 2010 a los dos computados en el mismo periodo de este año, toda vez que el Departamento de Interior habría constatado, asimismo, su parón en los meses de verano. Aunque la cifra pueda resultar menos espectacular si se compara con la del pasado año, sí se torna más significativa si se coteja con las cifras de 1996, que asistió a 1.262 ataques. Los cálculos ponen el broche al descenso de los últimos cuatro años, que han transcurrido en paralelo al más reciente proceso de reflexión de la izquierda abertzale oficial achicando espacios a la violencia y apostando por las vías exclusivamente políticas, y al alto el fuego de ETA, que lleva dos años sin cometer ningún atentado mortal premeditado. Unos signos ante los que buena parte de la clase política parece albergar cierta esperanza de cara a un nuevo intento de resolver el conflicto.
Según un balance de la criminalidad registrada entre enero y junio de 2011 que hizo público ayer Europa Press, el número de delitos calificados de terrorismo -contra bienes materiales, contra personas y otros actos- ha descendido un 71,5% en el primer semestre en comparación con el mismo periodo de 2010, pasando de 316 a 90. En el caso de la kale borroka, el descenso habría sido más acusado y habría llegado al 91,67%.
La normalidad con la que están transcurriendo las fiestas en San Sebastián y Vitoria se presenta sintomática. En este sentido, a pesar de que los actos de kale borroka también disminuyeran en 2009, la celebración de la Aste Nagusia en Bilbao sí alumbró en ese momento más de un altercado tras la prohibición de manifestaciones por parte del Gobierno vasco. Este año, por el contrario, y a pesar del amago de crisis en la capital arabarra, donde la asistencia de familiares de presos al txupinazo encendió a su vez la llama de la polémica entre el constitucionalismo, los sabotajes no han tenido presencia. Han perdido fuelle, más allá de los ataques contra los monolitos dedicados a las víctimas de la organización Juan Mari Jauregi y Fernando Múgica, que aún está por ver si son incluidas o no en el recuento del segundo semestre.
Además, esos mismos actos fueron rechazados "sin paliativos" en la marcha por la legalización de Sortu que recorrió San Sebastián este fin de semana. Se saldó sin incidentes, pese a la tradicional conflictividad con la que se cerraban años atrás las manifestaciones del inicio de la Aste Nagusia donostiarra. Aunque aún no hayan acabado las fiestas ni el verano, parece asumida la consolidación de una relativa normalidad que podría ser interpretada como un paso a favor de abordar otro proceso de paz, mientras ETA mantiene su silencio sin acceder a decretar el cese definitivo que le exigen los partidos. Un extremo que mantendría encasquillado el proceso ante un Gobierno español que no dará un solo paso en materia penitenciaria sin que los activistas echen la persiana. Por otra parte, los partidos han puesto el acento en el cambio de discurso de Bildu, que habría relativizado la urgencia de abordar el debate sobre la reparación a las víctimas.
La situación, sin embargo, dista de la oleada de pesimismo que volvió a azotar a la sociedad vasca durante el verano del pasado año. Después de que la izquierda abertzale histórica oficiara el bautismo de su proceso de reflexión en noviembre de 2009 de la mano de la Declaración de Altsasu, después de que en febrero de 2010 presentara Zutik Euskal Herria -mientras ETA había cometido su último atentado mortal planificado el 30 de julio de 2009-, y después de que la sensibilidad suscribiera su acuerdo estratégico con EA en el Palacio Euskalduna, la violencia callejera reapareció con especial virulencia en Gasteiz, Andoain, Azkoitia, Zarautz, Zalla, Maruri y Ondarroa, haciendo prever una intervención de la organización armada con mayor intensidad.
Pero ahora la kale borroka ha vuelto a callar. Y lo hace mientras desfallecen las hipótesis sobre una escisión, y mientras los medios estatales dibujan un debate entre unos presos que aguardarían el fin de ETA si la decisión está tomada.