Pamplona. ETA también ha matado a sus propios miembros o al menos a los que se desligaron de la banda en la época más dura del movimiento. Dolores González Katarain, más conocida como Yoyes, la primera mujer que accedió a la dirección de la banda, es el ejemplo más evidente de ejecución ejemplarizante. Sobre Eduardo Moreno Bergareche, Pertur, se mantienen todavía las dudas sobre cómo desapareció ya que aún no ha sido hallado su cuerpo.
El asesinato de Yoyes conmocionó tanto Euskadi que la propia izquierda abertzale acusó en un primer momento a la ultraderecha. Un error. Al día siguiente de aquel fatídico 10 de septiembre de 1986, ETA reivindicaba el atentado para evitar futuras deserciones. Nadie podía abandonar la banda armada y criticarla como hizo Yoyes. Una Dolores González Katarain que llegó a tener responsabilidades de dirigente pero que se desligó de la banda por la deriva que tomaba.
Miembro de la organización desde principios de la década de los 70, Yoyes escaló en el organigrama hasta formar parte en 1978 del Comité Ejecutivo de la rama militar. Un año después, la policía francesa la detuvo y fue confinada en una prisión del sureste de Francia. A partir de aquí, fue alejándose paulatinamente de la banda, disconforme con la llamada línea dura que iba imponiéndose, hasta dejar la organización en 1980, año en que se exilió a México. Tras un breve paso de un año por Francia, en noviembre de 1985 volvió a su Ordizia natal, al no contar con causa judicial abierta alguna contra ella. Un regreso que contó por un lado con la aquiescencia del director de la Seguridad del Estado, Julián Sancristóbal, y, por otro del dirigente etarra Txomin Iturbe, siempre que no hiciera bandera de su nueva condición de reinsertada.
Sin embargo, no pudo ser. El Gobierno español presentó este hecho como una acogida a las medidas de reinserción que entonces existían y el caso de Yoyes empezó a ser conocido por todos.
ETA no podía permitir las durísimas críticas que les seguía haciendo. Ya existían otros precedentes, como el asesinato en 1984 de otro arrepentido, Miguel Francisco Solaun, que en su día fue considerado el cerebro de la fuga de presos de la organización de la cárcel de Basauri en 1968 y que posteriormente se negó a realizar un atentado contra unas viviendas de la Guardia Civil.
Acusada Yoyes de traición, Francisco Mujika Garmendia, Pakito, paisano de Yoyes, ordenó su muerte. Fue ejecutada a tiros por Antonio López Ruiz, Kubati, mientras paseaba durante las fiestas de su localidad con su hijo de tres años.
Una desaparición misteriosa En cuanto a Pertur, dos son las teorías que hoy aún envuelven su desaparición ocurrida en julio de 1976. En un principio se atribuyó a los comandos bereziak de ETA pm, los activistas más duros que efectuaban las acciones armadas más complejas y con los que Eduardo Moreno mantenía discrepancias acerca de las estrategias a seguir por la organización. De hecho, estos grupos habían llegado a secuestrarle unos meses antes. Sin embargo, la reivindicación del secuestro y posterior asesinato de Pertur por un grupo autodenominado Triple A, en el que actuaban miembros de los aparatos de seguridad del Estado, supuso una confusión absoluta que aún hoy se mantiene, ya que los restos de Moreno Bergareche nunca han aparecido. Hace cuatro años, el caso de Pertur volvió a la actualidad con la emisión de un documental sobre su desaparición, que favorecía la versión del terrorismo de Estado apoyado en un grupo de neofascistas italianos.
En mayo de 2008, los padres de Pertur presentaron una querella criminal para reclamar una investigación sobre el caso. Argumentaron que se trataba de un delito de terrorismo y que era la Audiencia Nacional quien debía investigarlo. Al no haber aparecido el cuerpo de Pertur, el delito no habría prescrito, ya que éste es permanente hasta la aparición del cadáver o se averigüe su paradero.
Según Angelo Izzo, un neofascista italiano interrogado en el juicio, en aquellos años existió una masía cerca de Barcelona, bautizada con el nombre de La Fábrica, en la que había sido secuestrado un miembro de ETA. Otro terrorista italiano y condenado a cadena perpetua corroboró la teoría de cuerpos parapoliciales. Pierluigi Concutelli se encontraba en España, entonces en contacto con la extrema derecha españoles. Presuntamente habría relatado a Izzo que en una ocasión secuestró a un miembro de ETA y lo entregó a grupos parapoliciales españoles. 35 años después, la investigación sigue abierta.