PAMPLONA. Ser vasquista en el PSE-EE es sinónimo de Jesús Eguiguren. Txusito, como le tildan con displicencia algunos correligionarios, es también sinónimo de político complejo, contradictorio y heterodoxo. El verso suelto del socialismo dibuja su última estrofa y anuncia su adiós, definitivo al parecer, a la primera línea de la actividad política. Dice que es por necesidad personal. Que está cansado, que necesita una renovación espiritual, aunque no tiene nada que ver con desavenencias ni presiones de su partido, siempre con el corazón en un puño cuando su todavía presidente tiene un micrófono abierto.

Si por algo será recordado es por haber sido el impulsor de las conversaciones con la izquierda aber-tzale, que años más tarde, en 2011, desembocaron en el abandono de la lucha armada por parte de ETA. Fue el primero en advertir a su partido que las cosas estaban cambiando en la izquierda abertzale, que los políticos estaban tomando las riendas y que ETA podría dejar de matar. Pero Eguiguren se declara "vacío", más que por ese proceso de mediación, por la campaña de descrédito que ha sufrido en los últimos años tanto fuera como dentro de su formación, por su defensa del diálogo como vía para conseguir la paz. Su labor, se lamenta ahora, cuando ya solo aparecerá en las listas socialistas para el 21-O de manera testimonial, le ha llevado de ser "una persona con autoridad en el PSOE" a convertirse "en un personaje sospechoso, que estaba loco, era un imprudente y un irresponsable. El cariño que sentía en la calle, en los ámbitos oficiales lo había perdido", rememora en referencia al recelo con que fue acogida su iniciativa durante los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero.

aliado y detractor de lópez Objetivo tanto del pimpampum del PP como de los colectivos más ultras del Estado español, también ha tenido sus más y sus menos con sectores del PSOE e incluso con sus compañeros vascos. La tibieza con que el lehendakari Patxi López, acogió los prolegómenos de la decisión de ETA y su negativa a participar en la Declaración de Aiete, encolerizó a Eguiguren y le hizo decir, para escándalo del PSE, que el lehendakari se tenía que haber "achicharrado" por la paz. Finalmente, los hechos le han dado la razón y el PSE ha asumido sus tesis, de tal manera que López ha convertido el fin de la violencia en el gran argumento de su campaña.

Jesús Eguiguren (Aizarna, 1954), padre de tres hijos y casado en segundas nupcias con la también política socialista Rafaela Romero, militó en el PCE en su juventud pero ha estado ligado casi toda su trayectoria al socialismo guipuzcoano, del que fue secretario general durante una década, para pasar a presidir en 2002 el PSE con López como aliado en la secretaría general. Es el parlamentario vasco más veterano -ha ocupado un escaño desde 1982-, aunque en los últimos tiempos ha declinado mucho su actividad: en la legislatura que ahora declina solo ha subido a la tribuna de los oradores en dos ocasiones. Presidente del Parlamento Vasco en la tercera legislatura, una sentencia condenatoria en 1992 por maltratos a su primera esposa apenas le pasó factura política dentro del PSE, aunque dimitió como vicepresidente primero de la Cámara de Gasteiz.

Durante su trayectoria política ha conocido todo tipo de alianzas. En paralelo a los bandazos dados por el socialismo vasco, Eguiguren ha pasado de ser adalid del pacto de gobierno con los nacionalistas a defender la Ley de Partidos y el pacto de gobierno con el PP. Y, en una última vuelta de tuerca, de la ruptura del cordón umbilical que ha unido a su formación con los populares durante esta legislatura.

Sus posiciones heréticas dentro del socialismo vasco le han llevado defender públicamente la celebración de una consulta popular en el País Vasco, la utilización del término "soberanía compartida" y, más recientemente, ha abogado por una "constitución" para Euskal Herria. Harto de las críticas, llegó a decir: "Hay gente que ni sabe lo que es el País Vasco ni lo que es luchar contra el terrorismo ni nada. Son constitucionalistas y antiterroristas platónicos, que viven en Madrid y se dedican a desacreditar a los que luchamos contra el terrorismo sobre el terreno".

Y es que la violencia de ETA le ha marcado profundamente. Vivir treinta años amenazado y con escolta no sale gratis. Ha tenido que acudir a entierros de compañeros socialistas, incluido el de su íntimo amigo Isaías Carrasco, lo que le ha pasado factura. Confiesa que la última vez que derramó una lágrima en un funeral de una víctima fue cuando ETA asesinó a Enrique Casas. Pero es ahora cuando, sin atentados de por medio, abierta la espita, dice llorar por cualquier razón.

comenzó en txillarre Fue en el año 2000, cuando en plena ofensiva de ETA, comenzó las conversaciones con HB, luego Batasuna, y con posterioridad ejerció como mediador del Gobierno con ETA entre 2005 y 2007. Los contactos se frustraron con la bomba de la T4 en Barajas en diciembre de 2006. Así relata Eguiguren en su libro ETA las claves de la paz los inicios de aquel proceso: "Todo empezó en el pequeño caserío de Txillarre a finales de 2000, seis años antes de la declaración de tregua el 24 de marzo de 2006". "Recuerdo que traté de hacerle recapacitar (a Arnaldo Otegi, dirigente de Batasuna) sobre el factor generacional. Más o menos ambos rondamos la cincuentena, no tenemos -me refiero al plano económico- donde caernos muertos. Ambos -le decía- tenemos en común una actividad política de, al menos, veinte años. ¿No te das cuenta de que somos nosotros los que más sufrimos? Ni mandamos, ni somos la parte social hegemónica en este país; somos las víctimas". Posteriormente, los contactos le llevaron a hablar con Josu Urrutikoetxea Josu Ternera y Francisco López Peña Thierry en Ginebra y Oslo. Muchas horas de mesa y mantel forjaron la "amistad" que le une a Otegi, al que ha visitado en la cárcel y pedido su excarcelación. "Está en la cárcel por venganza política", sostiene.

Recientemente ha tenido su momento como fenómeno mediático, quizá a su pesar debido a su timidez, que él justifica por ser "guipuzcoano de interior". Una entrevista televisiva en 2010, adelantando la decisión de ETA, dejó atónitos a los espectadores españoles, desconocedores de la compleja política vasca.

Y, al final, despreciado Tras la publicación del libro sobre su experiencia en el proceso de paz, este otoño se estrenará el documental Memorias de un conspirador, basado en su figura. "Yo nunca he sido mediador ni he sido nada -dice en el filme-. Yo era una especie de conspirador que iba a lo que iba. Y yo ya sabía cómo acaban los conspiradores: despreciados por unos y por otros". Y es que Zapatero ya le advirtió que si las cosas salían mal en las conversaciones, se quedaba solo. El proceso de contactos de Eguiguren con ETA va a ser, además, el argumento de una obra de teatro que prepara el grupo de teatro Glu Glu.

Ahora quiere volver a ser "una persona normal", recuperar sus aficiones, como leer, escribir poesía o pasear, y dedicarse a su hija pequeña. Este antiguo profesor de Derecho Constitucional, aún no tiene claro cuál será su actividad profesional, aunque piensa trabajar desde la cocina del socialismo vasco. Se ha comprometido a permanecer en un segundo o tercer plano, aunque el innegable morbo que rodea su figura hace augurar que hay Eguiguren para rato.