BILBAO - Aguas turbulentas en Génova 13. El termómetro sube de temperatura en las filas del PP y amenaza tempestad inmersos ya en plena precampaña de las generales después de que José María Aznar, tras la crítica abierta al partido nada más se contaron las papeletas en Catalunya, elevara ayer su grado de ataque contra Mariano Rajoy, a quien internamente se le reclama también dar paso a nuevas caras. Las encuestas predicen al presidente español una victoria que, sin embargo, le aleja de la mayoría absoluta e incluso de la posibilidad de pactar con Ciudadanos para alcanzarla -y por consiguiente, de la posibilidad de seguir gobernando-, más todavía cuando la fuerza de Albert Rivera le está pasando por la derecha por más que desde el PP se empeñen en calificarla como de “centroizquierda”.
Quien dirigiera España entre 1996 y 2004, lejos de rectificar o matizar sus declaraciones en las que advertía al partido de haber recibido un quinto aviso del electorado, mantiene que su censura se fundamenta en un “diagnóstico con hechos y datos” que nadie hasta el momento le ha refutado, y entiende que para contener el problema independentista y de los nacionalismos solo cabe “reafirmar el orden constitucional” rechazando cualquier intento de modificar la Constitución, ni siquiera de abrir este debate. Y es que a su juicio el ascenso de la formación naranja no obedece a otra cosa que al hecho de haber sabido capitalizar mucho mejor que el PP la defensa de la unidad de España.
El presidente de FAES, que encabeza la ofensiva de la vieja guardia contra Rajoy, aprovechó un foro en la Casa de América en Madrid para ahondar en sus advertencias a quien trata de revalidar el cargo al frente de la Moncloa. En lugar de esquivar preguntas incómodas, aireó su enfado porque el único feedback con que se ha encontrado estos días es con “descalificaciones personales” desde las huestes de su partido sin contraargumento alguno, razón por la cual se siente aún más convencido de su posicionamiento. Seguro de que el secesionismo proseguirá con su hoja de ruta en Catalunya, Aznar auguró que de cara al 20 de diciembre la primacía de Ciudadanos puede acrecentarse al hilo de la ola del 27-S. “Ha sido vista como la mejor opción y la más clara para defender allí el orden constitucional”, definió, un aviso que a su juicio el presidente español haría bien en no desdeñar en vez de pensar que el voto útil irá a parar a sus manos. Interpelado sobre si hay posibilidad de otro candidato a la presidencia que no sea Rajoy, el exdirigente popular afirmó sucintamente que el partido “ya lo tiene decidido”, limitándose a desearle suerte en su cometido.
En este contexto, Aznar expresó su frontal oposición a la actualización de la Carta Magna ya que “abrir ahora vías de posibles reformas sería un grave error porque puede provocar más confusión” y porque se muestra contrario a cualquier cambio que “signifique que España en su conjunto deba pagar un precio a los secesionistas”. Por si quedaba alguna duda, y antes de entrar en temas sobre Venezuela y Cuba, concluyó: “La Constitución no es el problema de España”.
Mientras tanto, desde Génova huyen como gato del agua de entrar en cualquier combate dialéctico con el expresidente, señalando solamente, en palabras del vicesecretario de Sectorial del PP, Javier Maroto, que “seguramente” están “bastante de acuerdo” con su exposición al considerar a Ciudadanos como una formación que está de actualidad tras las catalanas pero no en que sea un rival del mismo perfil ideológico ya que el partido de Rivera es de “centroizquierda”. “Las alternativas para primera fuerza se ciñen a PP y PSOE”, subrayó el exalcalde de Gasteiz, que sí criticó abiertamente a Aznar por no manifestar sus opiniones en los órganos de su formación siendo como es presidente de honor. Hace una semana, Aznar difundió un comunicado hora y media antes de la reunión del Comité Ejecutivo que iba a presidir Rajoy en el que constataba que el resultado en Catalunya era el “peor escenario posible”.
el enésimo dardo Lo cierto es que desde que en 2013 criticó severamente la política fiscal del Gabinete del PP, Aznar ha ido censurando la estrategia de su partido tras cada cita electoral. La economía, la política frente a ETA, la corrupción y la cuestión catalana han sido los asuntos que más le han distanciado de Rajoy, empleando la FAES como vehículo de expresión para marcarle de cerca. Y es que cree que su formación se ha alejado de sus señas de identidad y, consecuentemente, de sus bases. Que sus palabras no le sentaron bien al vigente inquilino de la Moncloa quedó claro cuando éste aseguró que no se dedica a replicar declaraciones de expresidentes, y menos en comunicados. La sima amenaza el poder del PP.