Aún no había fallecido Francisco Franco, la democracia se insinuaba apenas como un futuro incierto y José Antonio Asiáin Ayala, que tenía entonces 25 años, ya pisaba los pasillos del palacio donde hoy se ubica el Gobierno foral. Era 1974 y el joven abogado pamplonés, que acababa de ser nombrado letrado de la Diputación, comenzaba así una trayectoria cercana al poder político y económico que todavía hoy, 44 años más tarde, le reserva un papel destacado en el entorno de la tercera entidad financiera más importante de España.

Asesor jurídico, consejero, miembro del consejo de administración, de la comisión ejecutiva y de la comisión de personal (encargada de los nombramientos y las retribuciones), José Antonio Asiáin, además de su último presidente, lo ha sido todo en Caja Navarra entre 2004 y 2012. Pocos como él han seguido tan de cerca y con tanto conocimiento el desempeño final de una entidad que él había conocido ya con cierto detalle en los años 80, pero que en 2002 comenzaba una transformación radical. Sobre su apoyo a las decisiones de Enrique Goñi (expansión, crecimiento, incrementos en los gastos, excesivo apalancamiento) y sobre sus consecuencias cuando llegó la crisis (descenso en la solvencia, integración en Banca Cívica y disolución práctica en CaixaBank) responderá mañana Asiáin en la comisión del Parlamento, en una comparecencia seguramente con mucha más enjundia que la protagonizada hace seis días por José Antonio Sarría. Porque si uno limitaba su papel a una comisión de control al parecer poco menos que irrelevante en la toma de decisiones, el otro se encontraba en el núcleo decisorio. Y por supuesto donde más dietas se repartían.

Nada de ello podía resultar nuevo para Asiáin, que vio el poder de cerca desde niño y que lo ejerció con precocidad. Sobrino del diputado foral Julio Asiáin Gurrucharri, Asiáin, que se licenció en Derecho por la Universidad de Navarra, compaginó a finales de los años 70 la actividad política con el ejercicio del Derecho en el ámbito público. Primero en Diputación, donde coincide con Lorenzo Riezu, que pronto pasará a la Caja de Ahorros de Navarra, que busca analistas solventes. Y a partir en 1979 en el Parlamento, donde comienza a ejercer como letrado asesor de la Cámara foral, que aprobará en 1982 el Amejoramiento del Fuero. Para entonces ya se había acercado a un PSOE necesitado de cuadros.

trastienda y primera línea Asiáin vive de lleno el proceso que sienta las bases políticas de Navarra. Con apenas 30 años es nombrado asesor jurídico de la comisión negociadora del Amejoramiento. Y su papel es recompensado en 1983, cuando es elegido asesor jurídico central del Gobierno. Pero Asiáin, que hasta entonces había desempeñado un papel secundario, asesorando legalmente, está llamado a tomar las riendas de Navarra desde finales de 1983. Las elecciones de aquel año proporcionan la victoria a un PSN que había abandonado sus posiciones vasquistas liderado por dos exsacerdotes como Víctor Manuel Arbeloa y Gabriel Urralburu. Asiáin ya se ha ganado entonces la confianza del segundo, que es elegido presidente de Navarra con poco más de 33 años y que tiene en Asiáin a su mano derecha con 34. “A esa edad, algunos chavales hoy juegan a la consola. Nosotros estábamos ya en el Gobierno de Navarra”, recordaba años más tarde.

Vicepresidente del Gobierno de Navarra desde 1984, ejerce primero como consejero de Presidencia y desde 1987 en Economía y Hacienda. Son años en los que se asumen competencias propias y en los que se impulsan proyectos clave. La historia y su desenlace son conocidos. Urralburu y su consejero de Obras Públicas, Antonio Aragón, terminan en la cárcel por el cobro de comisiones ilegales. Asiáin, que en 1991 había repetido por tercera vez como parlamentario, declara en el juicio al expresidente ya alejado de la política activa.

Es el momento de aprovechar profesionalmente el conocimiento y los contactos adquiridos. Y en 1997, sin que el escándalo le haya salpicado, pone en marcha su propio bufete, especializado en asuntos mercantiles y ubicado a solo unos metros de la antigua Diputación y de la Caja de Ahorros de Navarra, que a finales de los 90 afronta su fusión con la Caja Municipal. Cortada la cabeza de Lorenzo Riezu, Can toma un nuevo rumbo. Los modos habituales de funcionamiento, los que han cimentado el crecimiento sobre bases sólidas, son vistos como un lastre y casi una reliquia. La nueva caja busca modernizarse y despolitizarse y para ello se redactan unos nuevos estatutos. Es el momento del discreto regreso de Asiáin, que traspasa sus asuntos del bufete -incluidos los de la propia caja- a su hijo, y va tomando poco a poco un mayor papel en la entidad. Tanto, que en 2010 releva a Sanz como presidente, ya con la fusión de Banca Cívica en marcha. Asiáin, que será el primero en definir públicamente a CaixaBank como “un puerto seguro”, sobrevive a la desaparición de Can como consejero. El oscuro asunto del chantaje, donde tanto Asiáin como Cervera se definen como víctimas, hunde al segundo y parece dañar la reputación de Asiáin, que se mantiene sin embargo a flote. Aún hoy es miembro del consejo de administración de CriteriaCaixa y de su comisión de nombramientos y retribuciones. Colofón, quién sabe si provisional, a una biografía que alberga muchas respuestas y recorre las cuatro últimas décadas de la historia reciente de Navarra.