Ni la realidad sociológica de Navarra es la de Andalucía ni el contexto electoral de ambos territorios es equiparable. Pero la rotunda victoria del PP en las autonómicas del domingo no deja de ser un primer aviso para la mayoría del Gobierno en Navarra, que afronta el último año de la legislatura en medio de una notable incertidumbre económica y tras varios encontronazos públicos entre sus socios.

Como suele ocurrir en cualquier noche electoral, todos los partidos se sienten reforzados tras las elecciones andaluzas. Aunque las valoraciones dejan algunos matices importantes. De entrada el triunfalismo –posiblemente excesivo– de UPN. Pero también una cierta preocupación en los partidos que sostienen al Gobierno de Chivite, que alertan del peligro de que una desmovilización del electorado progresista permita ganar espacio a la derecha.

Lógicamente, el más satisfecho ayer con los resultados era Javier Esparza, que barrió tanto para casa que se olvidó del principal triunfador de la noche del domingo. “Las políticas de moderación, que en Navarra representa UPN, son un modelo de éxito y están siendo reconocidas por el conjunto de los ciudadanos”, subrayó el portavoz de Navarra Suma, que instó a María Chivite a “tomar nota”.

Al igual que para la derecha en Madrid, para UPN el resultado de Andalucía es una derrota de Pedro Sánchez y, por extensión, del PSN. “Chivite está haciendo las mismas políticas y los mismo acuerdos que Sánchez con los indepedentistas. Así que la lectura del resultado en Andalucía es muy clara, que Chivite tome nota porque le va a pasar lo mismo”, vaticina Esparza.

La visión sin embargo es muy distinta en el PSN, que circunscribe el resultado al contexto regional, vinculándolo a un proceso de transición en el liderazgo de Susana Díaz que no se ha completado. Los socialistas incluso ponen a Chivite como ejemplo de cómo se puede recuperar la marca y volver a gobernar. “Es bueno ver lo que pasó en Navarra para ver que el PSN se rearmó, ha ampliado su espectro social y consolida su proyecto”, apunta Ramón Alzórriz, que descarta que el resultado del partido en Andalucía vaya a suponer un cambio de estrategia en el PSOE, y mucho menos un cambio en la política de alianzas. “Hay un sector mediático y político que quiere tumbar al Gobierno. Lo intentaron con Zapatero y con González, y ahora lo intentan con Sánchez. Pero el Gobierno está fuerte y no lo va a poner fácil”, replicó.

Preocupación de los socios

No son tan optimistas los socios del PSN en el Ejecutivo foral. Todos coinciden en que el resultado de Andalucía no es equiparable, pero observan los datos con preocupación. Uxue Barkos (Geroa Bai) lamentó ayer que haya sido la derecha y no las fuerzas progresistas quienes han actuado como “cortafuegos” de la ultraderecha, por lo que ve necesario sacar “conclusiones importantes”. Por su parte, el portavoz de EH Bildu, Adolfo Araiz, advirtió de la tendencia “derechizante” que se vive en el Estado.

Ambos en cualquier caso reafirmaron ayer su apuesta por una mayoría plural para el futuro, para lo que será necesaria una movilización electoral de la izquierda mayor de la que se ha visto en Andalucía. “Esto debería dar lugar a una reflexión sobre qué pasa cuando la izquierda no afronta cambios transformadores y cuando no cumple algunas de sus promesas”, advirtió Araiz.

Una reflexión interna que también asume el espacio de Unidas Podemos, que concurrió a las urnas dividido y tras una disputa fratricida que ha dado como resultado la perdida de más de la mitad de los escaños. Pero que afronta en Navarra su propio proceso de confluencia con la vista puesta ya en las autonómicas y municipales del próximo año. “En Navarra se ha tomado nota. Estamos mucho mejor preparados para representar un espacio sólido que se mantenga en el tiempo”, celebró Mikel Buil. Un optimismo que sin embargo cuestiona su compañera de confluencia, Marisa de Simón, abiertamente criticó con la confluencia. “El camino se hace andando, pero es mucho más importante tener claro a dónde se va”, apuntó la portavoz de I-E. l