Comunistas, socialistas, republicanos, anarquistas, abertzales, podemitas, independentistas, rojos, morados y amarillos, pero nunca azules. Radicales, moderados, extremistas, para algunos irracionales, separatistas, ateos y, tal vez, destructores. Soñadores en ocasiones, incluso idealistas e inconformistas. Las miles de etiquetas de la izquierda que no caben en un folio.

Eternos nombres que no definen, sino que rivalizan. Calificativos que en vez de unir terminan separando. Segmentando una izquierda que ya estaba rota. Cómo no recordar aquella frase, “por gente como tú se perdió la guerra”. Tan cierto que duele. Un país partido en dos que aún sigue dividido y dolido.

Porque las banderas se vuelven armas y un águila imperial sobrevuela la ignorancia de un pueblo que se deja llevar por cantos de sirena. Porque las personas de izquierdas nos terminamos separando en pequeños grupos para sentirnos diferentes al resto que quieren remar en la misma dirección. Se nos olvida cuál es el objetivo cuando nos domina la ambición. Es triste pensar que hay más cosas que nos separan que aquellas que nos unen.

El próximo 23 de julio son las elecciones generales. Sí, en mitad del verano. Con una campaña electoral en plenas fiestas de San Fermín y un caluroso verano de fondo. Tal vez deberíamos olvidar todas esas etiquetas y pensar qué somos realmente. Vox ya ha entrado en varias comunidades donde se pensaba que jamás iba a hacerse hueco. Lo ha conseguido y la izquierda va perdiendo terreno a cada segundo. Mayorías absolutas del PP en lugares como Madrid son solo una muestra del batacazo que nos hemos dado el pasado mes de mayo. Y todo por ir divididos.

Divide y vencerás”, dijo Julio César. Que razón tenía. Eso hace la derecha con la izquierda. Ver como se fragmentan mientras ellos se hacen más fuertes. Suena alarmista decirlo pero, todos debemos olvidarnos de nuestras diferencias y tener claro que somos, y debemos ser antifascistas.

Un fascismo que se ha colado sutilmente en nuestros pueblos, ciudades, barrios y casas. Pero también que le hemos dejado entrar pensando que era inofensivo. Antifascista, una etiqueta más que crea controversia y se ve en algunos círculos como negativa. Un calificativo que a lo largo de estos años hemos tenido olvidado. Centrándonos tanto en nuestras diferencias hemos dejado de lado la lucha que de verdad nos unía.