El trabajo de Fran Sevilla (Madrid, 1959), premio Manu Leguineche 2023, ilustra su determinación por contar allí donde se imponen la deshumanización y el sufrimiento. Su testimonio es un clamor y ejemplo de servicio público. Dado que Israel no permite entrar a los periodistas en Gaza, el campo base de Fran Sevilla se sitúa en Jerusalén, aunque se ha desplazado a Cisjordania, diversas zonas de Israel, los Altos del Golán, y la frontera con Líbano como corresponsal de refuerzo. Este periodista, con cuatro décadas de experiencia en conflictos y catástrofes, que viene de cubrir la invasión rusa a Ucrania, dice que lo que está viendo estos días supera lo que hubiese imaginado. Sevilla se rebela contra “la barbarie de Israel en Gaza” y censura el “doble rasero” de Europa, a la que vaticina “un precio grave en su relación con el mundo árabe e islámico”.  

Denuncia el horror al que se está sometiendo a la población civil gazatí, particularmente a su infancia.  

–Uno de mis compromisos con este oficio, cuando toca cubrir una guerra, un conflicto bélico, es tomar partido por las víctimas. En el primer ataque, de Hamás, contra civiles israelíes, obviamente había que tomar partido por los asesinados y secuestrados, y exigir su liberación incondicional. Y después, por las víctimas palestinas en Gaza, civiles tan absolutamente inocentes como los israelíes que asesinó Hamás, y sin embargo, sometidos a un castigo colectivo por el Gobierno israelí con bombardeos indiscriminados. Uno tiene que denunciar la realidad. Cuando el Gobierno israelí dice que sus bombardeos están orientados a destruir a Hamás, en realidad está bombardeando masivamente Gaza y eso genera miles de víctimas palestinas y hay que denunciarlo; considero que mi deber como periodista es narrarlo.

Resultan heladores los apoyos que nutren la impunidad.

–Sin duda, es increíble comprobar cómo ante un ataque brutal de Hamás la respuesta sea hacer pagar el precio a toda la población de Gaza. Algo perfectamente definido por el derecho internacional humanitario y que constituye un crimen de guerra, sin ninguna duda. En las redes sociales la polarización es enorme. Parece que solo se tuviera que condenar a uno de los bandos, veo reacciones a uno y otro lado que me dejan estupefacto.

Y eso que no es novel en esto.

–Me había ocurrido en otros conflictos, pero las redes sociales son cada vez más activas. Me pasó también en Ucrania. Cuando denunciaba las consecuencias de los bombardeos rusos sobre la población, sectores prorrusos me criticaban o me acusaban de inventar, y yo no me invento nada, yo cuento lo que veo. 

“Hacer pagar a toda la población de Gaza el precio de un ataque brutal de Hamás constituye un crimen de guerra, sin ninguna duda”

Volviendo a Gaza.

–Es inadmisible que porque uno critique al Gobierno de Israel en un momento concreto, se le tache de antisemita. A mí me nació la conciencia sobre la maldad con 14 años, leyendo un libro sobre el holocausto y Treblinka. Siempre he tenido una absoluta empatía hacia el pueblo judío y la sigo teniendo. Pero no puedo dejar de criticar a un Gobierno que está cometiendo crímenes de guerra. Eso no me convierte en antisemita. Tampoco a todos aquellos que desde Naciones Unidas, organizaciones humanitarias o foros critican y censuran los bombardeos indiscriminados por parte de Israel contra la población palestina, o el cerco y el asedio al que ha sometido a Gaza, condenando a una muerte lenta a civiles y niños. Los que no mueren en los bombardeos mueren en los hospitales por falta de medicamentos, de electricidad, de agua... Criticarlo no es ser antisemita, criticar lo que hace el Gobierno de Putin en Ucrania no es ser antirruso, o criticar lo que hace Hamás no es ser antiislámico.

Recordar algo tan elemental debe resultar descorazonador. 

–Sin duda, es muy decepcionante, esa incondicionalidad, que en el caso de Israel se dan en muchos sectores, ese apoyo incondicional por ejemplo de Estados Unidos, para mí es inadmisible. Yo no apoyo incondicionalmente nada más que a las víctimas de las guerras, y me da igual el color de su piel, su religión, su origen étnico... Las víctimas son a las que hay que defender como periodista en cualquier conflicto, es lo que hago y seguiré haciendo. Es muy frustrante, pero no me voy a apartar de lo que considero mi deber como periodista y como ser humano, que es denunciar la tragedia que se está viviendo.

En 1972 la imagen icónica de Phan Thiị Kim Phúc, la niña quemada por napalm en Vietnam, hizo historia. Ahora las víctimas infantiles, lejos de abrir ciertas conciencias, empiezan a verse saturadoras. Hasta a eso se le da la vuelta.

–Creo que hay un proceso consciente de deshumanización, y eso tiene mucho que ver, por desgracia, con el gobierno israelí. Algunos de sus ministros han llegado a decir que los palestinos son peores que animales. Hay gobiernos europeos que poco a poco han entendido que había que decirle a Israel que pusiera un límite. Pero Europa no es relevante en Oriente Próximo. La única potencia con relevancia es Estados Unidos, y hasta ahora el presidente Biden ha hecho declaraciones absolutamente vacías de contenido, en ningún momento tratando de evitar que Israel siga cometiendo crímenes de guerra contra la población palestina. 

“En Oriente Próximo la única potencia relevante es EEUU, y Biden no ha tratado de evitar que Israel siga cometiendo crímenes de guerra”

¿Ha visto a Biden superado por la edad o los acontecimientos?

–Yo creo que no está superado por la edad. Su postura siempre ha sido muy proisraelí desde que era senador, muy bien relacionado con Israel. Luego fue vicepresidente con Obama, el único presidente de Estados Unidos que intentó de alguna manera parar la colonización de los territorios ocupados, que lleva décadas. Fue la única vez en el Consejo de Seguridad de la ONU que EEUU votó una resolución contra Israel. Biden trató de mediar entre Obama y Netanyahu, que tenían una relación pésima. Su postura tiene que ver con un planteamiento personal, en un país en el que casi la totalidad de la clase política es absoluta e incondicionalmente proisraelí. 

Hay posiciones muy críticas sobre Netanyahu en Israel. 

–Antes de esta guerra eran enormes. Un ministro fue cesado por corrupción en el Gobierno más extremista en su historia, con ministros de extrema derecha que preconizan la expulsión de todos los palestinos de Gaza y de Cisjordania e incorporar los territorios. Se decidió limitar la capacidad de control judicial de las decisiones del Gobierno. Eso generó una ola de protestas contra Netanyahu, un terremoto. Todo se ha acallado de momento con el trauma y el shock que ha vivido la sociedad israelí por el ataque de Hamás, que Netanyahu ha sabido monopolizar configurando un gobierno de emergencia. Intentó uno de unidad y lo llama así, pero no es cierto, porque no están todos. Es de derechas y extrema derecha, y muchos sectores le exigen que dimita. Él ha dicho que habrá que analizar las responsabilidades de lo ocurrido, pero cuando termine la guerra, que ha afirmado que va a durar muchísimo, meses o años. Está en una huida permanente hacia adelante. Creo que Netanyahu ha sido el primer ministro y uno de los políticos que más daño ha hecho a Israel en su historia y desde luego a la población palestina, con una política desaforada de colonización, incremento de la ocupación y represión en los territorios palestinos ocupados. 

¿Cómo valora la posición de Sánchez? ¿Tibia, dentro de la diplomacia? Pedir contención a Netanyahu parece pedir peras al olmo.

–Es difícil, porque además la política exterior de la UE en teoría se coordina. El alto representante para Asuntos Exteriores y Seguridad, Josep Borrell, que al principio parecía también más tibio, de alguna manera ha incrementado su denuncia sobre la actuación de Israel en Gaza, insistiendo en que hay que cumplir la legislación internacional, todo el compendio de leyes humanitarias a las que está obligado Israel. En el caso del Gobierno español, ejerciendo ahora la presidencia de la UE, no resulta sencillo llevar la presión un poco más allá. Ahora mismo ningún país europeo, ninguno, tiene la capacidad de presionar a Israel como para obligar a Netanyahu y a su Gobierno a parar. 

“La Unión Europea también ha deshumanizado a la población palestina y ha dado carta blanca en general al Gobierno israelí”

Tampoco ninguno le ha discutido el marco defensivo. ¿Tal vez porque ha sido el de la UE en Ucrania?

–Es evidente que hay un doble rasero y un comportamiento de Europa en general absolutamente discordante entre la reacción y solidaridad ante Ucrania, la acogida de refugiados ucranianos, la condena de Rusia, las sanciones, e incluso que la Corte Penal Internacional abra un procedimiento contra el presidente Putin. Frente a Israel, la Unión Europea no solo no ha hecho eso, sino que de alguna manera también ha deshumanizado a la población palestina, y ha dado carta blanca en general al Gobierno israelí. Eso va a tener un precio grave para la UE en su relación con el mundo árabe e islámico sin ninguna duda. La imagen de la UE en todos los países árabes e islámicos es de sometimiento a la voluntad de Israel, que va a ser muy perjudicial para los europeos. 

¿La propuesta de Macron de frente internacional contra Hamás no potencia el riesgo de contagio?

–Macron dijo en Tel Aviv que la coalición internacional creada contra el autoproclamado Estado Islámico podría utilizarse para combatir a Hamás. Después ya pasó a Ramala, a Jordania y a Egipto, y en El Cairo matizó, y recogió velas. Hablamos de un conflicto en una franja de territorio de 45 kilómetros de largo por 10 de ancho, completamente rodeada por una potencia bélica, con mucha diferencia la mayor de Oriente Próximo y una de las mayores del mundo, y encima, con dos portaviones de Estados Unidos en el Mediterráneo oriental. ¿Se va a meter en Gaza a esa coalición internacional? Sus declaraciones fueron tan absurdas... Se dejó de llevar por el prurito de ser el más proisraelí, pero ha reculado. Hamás no es el Estado Islámico en términos militares, de territorio, y de capacidad de golpear, ni mucho menos. 

¿Y a Hamás que le queda después de esta operación de castigo, pendiente de una invasión terrestre?

–Podrán acabar con la que es hoy la estructura de Hamás, pero la frustración y el odio que esta masacre está generando entre la población palestina, nos aboca a que dentro de x años volverá a ocurrir lo mismo. Y a surgir movimientos extremistas como Hamás, sin ninguna duda. Es lo que ha dicho el secretario general de naciones Unidas, António Guterres, y la respuesta de Israel ha sido exigir su dimisión. Guterres, básicamente ha apuntado a que para solucionar un problema se tiene que ir a su origen, y ese origen es la ocupación israelí de Palestina, y la negativa durante décadas de Israel a permitir que haya un Estado palestino. Israel existe por una decisión de Naciones Unidas en 1948, en contra de la población en Palestina, que era como se llamaba todo el territorio. No se puede dar marcha atrás a la historia, pero en esa decisión se hablaba de dos Estados y el de Palestina nunca se ha conformado, entre otras cosas porque Israel hace décadas que lo impide. La agenda de Netanyahu desde hace muchos años ha sido la misma, impedir que haya un Estado palestino y tratar poco a poco de ir realizando una limpieza étnica en los territorios palestinos.

¿Piensa que va a haber ocupación de parte añadida del territorio? 

–Una reocupación, porque Gaza ya estuvo ocupada por Israel hasta 2005, y la va a haber sin ninguna duda. ¿Cuánto durará? Israel no tiene un plan para el día siguiente. Ha dicho que quiere primero la fase aérea, después la ocupación terrestre, acabar con Hamás, según ellos, y después establecer algún tipo de gobierno. ¿Sobre las ruinas? Israel está dejando la Franja de Gaza hecha un cúmulo de escombros, como no habíamos visto en décadas. No se había visto algo así prácticamente desde la Segunda Guerra Mundial en algunas ciudades europeas. Casi no van a quedar edificios intactos. ¿Dónde va a vivir la gente? El escenario es apocalíptico, y creo que el objetivo de Israel, otra cosa es que lo consiga, es tratar de provocar de nuevo un éxodo palestino y apropiarse de parte de los territorios. 

“Podrán acabar con la actual Hamás, pero la frustración y el odio que esta masacre está generando nos aboca a que volverá a ocurrir lo mismo”

Falta gasóleo para los hospitales, agua... condiciones mínimas para operar o atender a la gente herida.  

–Las Convenciones de Ginebra y la legislación humanitaria internacional dicen que la potencia ocupante tiene que velar por la seguridad y el bienestar de la población ocupada, y que en ningún caso se puede dañarla ni provocar su desplazamiento. Justo lo contrario que lo que está haciendo Israel. Tampoco se puede culpar a una población civil de la actuación de grupos armados, o convertirla en rehén. Pues es lo que está haciendo Israel. Un castigo colectivo a toda la población; no se permite la entrada de agua, o de manera muy limitada, lo mismo con los alimentos, pero sobre todo no se permite la entrada de combustible. Sin él es imposible que ya nada funcione, los hospitales están colapsados, sin electricidad, con generadores. No hay forma de cocinar la comida, porque no hay agua potable o medio para calentarla. Es una situación absolutamente catastrófica. Realmente a uno le sobrecoge ver la incapacidad de reaccionar de la mal llamada comunidad internacional. Sin ninguna duda hay que apuntar hacia Occidente como responsable de permitir que Israel esté cometiendo un crimen de guerra semejante, y en primer lugar Estados Unidos. 

Entre tanta barbarie, destacan las muestras de heroísmo del personal médico en Gaza, para mantener la esperanza en el ser humano. 

–Todo el personal sanitario de la Franja de Gaza son auténticos héroes, tanto gazatíes, como de organizaciones humanitarias y de agencias de Naciones Unidas. Su comportamiento es de auténtica heroicidad ante una catástrofe como la que están viviendo. Sí, eso le hace a uno, en cierta medida, reconciliarse con el ser humano, pero también tengo la sensación de que la condición humana a veces es capaz de lo peor, de lo más perverso, y eso igualmente está ocurriendo. La verdad es que uno sale muy decepcionado. Yo, que conozco bien esta zona, que he vivido algunos años aquí, y he venido muchas veces, siento ahora mismo una frustración como ser humano, un dolor, como no había sentido nunca. Por supuesto tengo amigos palestinos que están destrozados, pero amigos israelíes que también, que están absolutamente en contra de Netanyahu, del Gobierno israelí y de lo que están haciendo, y se sienten frustrados, porque un país al que vinieron en su día, Israel, considerando que iba a ser una especie de sociedad nueva, de derechos, se ha transformado en un Estado en el que dichos derechos solo los tienen los israelíes, que ocupan un territorio que se llama Palestina.