Enric Juliana (Badalona, 1957) es un periodista y ensayista reconocido por su capacidad de análisis y su estilo de crónica política. Virtudes que exhibe en su nuevo ensayo, publicado por Arpa, que repasa a base de textos actuales y pretéritos los vectores del acontecer político desde 2004 hasta la actualidad. 

Rouco Varela es el segundo apellido citado en su libro. La Conferencia Episcopal y su peso político.

–En 2004 Rouco Varela tenía un papel preeminente en la articulación de la oposición al Gobierno Zapatero. Hasta 2008 fue en realidad el jefe de la oposición.

Nada más y nada menos.

–La iglesia católica aunaba una capacidad de movilización social innegable. Eso sigue ahí, quizá con menos intensidad. Entonces, con una punta mediática importante, con el señor Jiménez Losantos en la emisora episcopal, y la teoría paranoica conspiranoica del 11M. Rouco tenía fuerte influencia en la agenda política, y consideraba que Rajoy era un flojo, que no defendía con claridad sus ideas. 

Cañizares también tuvo vocación política.

–Pero con Rouco había algo más. La llegada de Zapatero al Gobierno significó la aprobación de una ley hasta aquel momento inédita en la Europa católica, la del matrimonio gay, en el país arquitrabe del catolicismo. El mundo católico conservador orbitaba alrededor de Benedicto XVI, que tenía devoción por el concepto de ‘minoría revulsiva’. Al Gobierno socialista español que surgió de las dramáticas circunstancias de 2004 alguien le puso una cruz gorda, y no solo en Madrid, en la idea de combatirlo. Esto explica muchas cosas. 

Dice que en un mundo hipercomunicado los “humores sociales” son impredecibles. Con dos crisis económicas, la territorial, la de la jefatura del Estado, y la pandemia sanitaria, la irritación empapa. 

–Hasta 2008 la tensión política básicamente se generaba desde arriba, en una lucha entre partidos y medios de comunicación. La gente no estaba en eso, incluso lo soportaba con cierto estoicismo. Había pasión política, pero sin el grado de acritud de arriba; si no el país hubiese estallado. Al empezar la crisis económica, la dirección se empezó a invertir y surgió otra corriente, de abajo hacia arriba: los indignados. Eso tuvo traducción política, pero tardó. La primera fue la coalición Beiras Yolanda Díaz en 2012 en Galicia, con Pablo Iglesias tomando nota. Los de arriba se asustaron, sobre todo tras las Europeas de 2014. 

“El PP sabe que en estos momentos Sánchez no tiene un relevo fácil. Una de las cosas que él no ha hecho es generar un relevo”

Va a hacer diez años de aquello.

–Se percibió que los cinco escaños de Podemos eran solo la punta del iceberg. Al cabo de unas semanas abdicó el rey Juan Carlos I, porque alguien con buen criterio le aconsejó que se quitase de en medio ya que aquello se iba a complicar, pues sabían lo que había. Ahí se produjo un momento de impugnación fuerte.

“Sánchez nunca ha sido un izquierdista. Un “dato fundamental para entender los últimos diez años”. 

–Estoy convencido de ello. Ganó las primarias del PSOE siendo casi el candidato socioliberal. El que iba de acentuación a la izquierda era Eduardo Madina, apoyado por Rubalcaba. Rubalcaba era muy inteligente políticamente, y fue el hombre de la abdicación. Se habla poco de esto. Realmente el discurso político de aquella abdicación lo hizo él, mientras en la calle había malestar. El PSOE podía haber dicho que tenía un problema y que aquello lo hiciera la derecha. En las Europeas previas PSOE y PP no llegaron por primera vez desde el 77 el 50%. En las primarias Rubalcaba intentó abrir una corriente de renovación, y Sánchez se presentó con un discurso moderado. 

Son los acontecimientos los que le han ido modelando.

–Sánchez es un pragmático. Tiene capacidad de leer la situación. Podemos, con 5 millones de votos en el 15, les había quitado los jóvenes. El ‘no es no’ solo hay que leerlo bajo este punto de vista. Ahí apareció algo nuevo: para la gente Sánchez es alguien con tenacidad. Ese punto de desafío le hizo rivalizar con Podemos en gestualidad. Y los de arriba le dieron un golpe duro, casi lo liquidaron. 

Pero salió aupado, llegó a la presidencia y tras las dos Generales de 2019, a gobernar con UP y destacarse. En cambio en Podemos “se les ha estropeado el carácter”. 

–Podemos entró en el Parlamento con 69 diputados. Hoy tienen cuatro. Sánchez, que estaba en 90, ahora está en 121. El Partido Socialista le debe la vida a Pedro Sánchez. 

¿Se la juega ahora en Catalunya?

–Los abismos están cerca para unos y otros; para todo el mundo. Las fases placenteras de la política se han acabado. El PSOE estuvo a punto de sucumbir; el PP acariciaba esta idea. Si Podemos llega a hacer el sorpasso, el PP habría tenido vida para muchos años. Que Podemos llegase a los 69 diputados fue una proeza extraordinaria, que da cuenta de la inteligencia política de Pablo Iglesias, que nunca he discutido. ¿Qué recorrido tiene Sánchez en los próximos años? Buen interrogante. Pero en la competición a partir de 2014, desde ese ‘clic’ de entonces, Sánchez ha resuelto.

“Los abismos están cerca para unos y otros; para todo el mundo. Las fases placenteras de la política se han acabado”

Sumar ha cumplido un año, y en este tour de force electoral, Yolanda Díaz parece menguada.

–Creo que el error que han cometido es dividirse. En política se pueden dar movimientos y se ha de ir adaptándose a las circunstancias. El problema de Sumar y Podemos, de todo lo que surge del 14, es no haber sabido mantener la mínima unidad, encontrar los mecanismos o fórmulas, ni crear una cultura política interna que le garantizasen la mínima estabilidad. ¿Había diferencias de criterio entre ellos? Claro. En todas las corrientes políticas las hay. Pero creo que ni lo han intentado. Nada más decepcionante, sobre todo para los jóvenes que se estrenaron en la pasión o el interés por la política, que ver aquel grupo en el cual depositaron sus esperanzas y sus ilusiones, partido y peleado. Es un error muy grande. Una formación política que se llama Sumar no puede sacar el 1,9% en Galicia. 

En 2014 también se celebró la consulta del 9N en Catalunya. Ahora vienen elecciones marcadas por la pegada de Puigdemont, la amnistía y el tetris de las posibles alianzas.

–Catalunya sigue en un momento complejo. Buena parte de los independentistas que creyeron de buena fe a sus dirigentes está muy enfadada, porque les dijeron que la independencia era posible, con costes bajos, y han visto que no era así. Algunos se lo creyeron. Otros hicieron ver que se lo creían. Vamos a ver qué votan. Todo el mundo sabe que el camino que se emprendió no es posible recorrerlo, pero los independentistas no pueden dejar de serlo, al menos nominalmente, en su argumentación, por lo que han de hacer un poco de teatro, lo que están haciendo ahora. Esquerra proponiendo un referéndum... 

La prestidigitación tiene límites. 

–También los líos políticos catalanes. La batalla, según la veo en este momento, será PSC-Junts. PSC proponiéndose como el partido de gestión, ofreciendo un periodo de gestión y seriedad. Illa satisface este perfil. Que quedará primero creo que está fuera de duda. Si es con gran amplitud podría llegar a gobernar con mucha autoridad. Si es en corto, puede ser complicado organizar un Gobierno. 

¿Y Junts?

–Yo utilizo la expresión de ‘gen convergente’. Las clases medias tradicionales catalanas se reconocieron inmediatamente en Convergència. Pujol les entendía muy bien a ellos y ellos entendían muy bien a Pujol. Esto está latente. Puigdemont pertenece a ese mundo, es un tipo especial, no es de Barcelona, es muy de Girona, cree mucho en la independencia, pero ya ha captado de qué va la historia. Va a caracterizar a Junts como una fuerza hostil al Partido Socialista. Mucha gente en España está un poco perpleja. Unos del PSOE se han partido la cara por la amnistía y no les da ni las gracias. Puigdemont mantiene ese perfil hostil al Partido Socialista. Pujol también siempre dejó claro un cierto grado de antagonismo político y social. Y a la vez Puigdemont empieza a preocuparse de la gestión. Fíjese a quién ha puesto de número dos, a una empresaria. 

¿Y Esquerra Republicana?

–Aparece como un partido amigo de los socialistas, que sí, discute alguna cosita, y sale Rufián a ...

El eje izquierda derecha...

–Esquerra Republicana históricamente siempre ha tenido algún tipo de contrato con el Partido Socialista, si nos vamos al tiempo de la República. A la vez ha fallado en la gestión, por una cosa que ahora se demuestra muy astuta, irse de la Generalitat y dejarla entera para Esquerra, con todos sus problemas, con el marrón de las escuelas, la sequía, etcétera, etcétera. 

¿Y los demás?

–El PP intentando levantar la cabeza. Si hace un resultado apreciable, será una gran noticia para Feijóo. Tengo la duda de si la pequeña Liga Norte que ha surgido en Ripoll va a crecer mucho o poco. 

“Hay un estrés político muy fuerte. La gente está muy cabreada con la política en este momento, la ha dejado de entender”

Afirma que la política del Gobierno de coalición, apoyado por fuerzas soberanistas, “tiene una significativa carencia de signos populares”. 

–El momento es muy complicado, con todos los platillos chinos en movimiento. Como un malabarismo en el que ya no se pueden añadir más equilibrios. Eso puede acabar bien o en un estropicio extraordinario. En este país las elecciones autonómicas se convocan con mucha facilidad. En la mayoría de los países europeos con cierta descentralización, las elecciones regionales van por riguroso turno de cuatro años. Para anticiparlas ha de haber pasado una cosa muy gorda. Aquí, en un cuadro político como el que tenemos, es un elemento más de la lucha de coyuntura. A este país le vas colocando elecciones en línea, una detrás de otra, y no sabemos qué puede salir de ahí, porque hay un estrés político muy fuerte. La gente está muy cabreada con la política en este momento, no entiende nada, la ha dejado de entender. Se está produciendo una saturación. El PP tras el 23 de julio está trabajando básicamente para que Sánchez no se pueda volver a presentar. El PP está actuando en busca de la saturación. Que la gente al final perciba tal situación de molestia política que diga que aquí la única solución es que gobierne el Partido Popular. 

Un poco como en el 93 o el 94.

–El PP sobre todo busca evitar que Sánchez se vuelva a presentar, porque sabe que en estos momentos Sánchez no tiene un relevo fácil. Sánchez ha hecho varias cosas, pero una de las que no ha hecho ha sido generar un relevo. Y el PSOE ha decidido responder a esa estrategia y combatirla, con lo cual a su vez la sensación de saturación aumenta mucho. No sé eso a dónde conduce, pero en todo caso en las elecciones vascas puede haber alguna radiación, pese a que serán muy en clave interna. Creo que en las elecciones catalanas llegará a más lejos esa situación.

Repasando su libro se percibe el papel que han mantenido Aznar, González y Zapatero. ¿Es una anomalía su rol tan destacado?

–Es una característica muy nuestra. En Alemania quien ha sido canciller se retira. ¿Usted ha oído hablar a la señora Merkel desde que lo dejó? Si España fuese una república estos personajes que han acumulado mucha experiencia se convertirían en hipotéticos candidatos a la una presidencia de la república, pero como no lo somos, se ha constituido algo informal, que es como el Consejo del Reino, una entidad que existió durante el franquismo, y que nadie me interprete mal, con la misión de aconsejar. A mi modo de ver lo forman en estos momentos José María Aznar y Felipe González, que a veces coinciden en algunos puntos. Zapatero va por libre. El sistema español genera unos personajes políticamente fuertes que una vez están fuera cuesta mucho resistir la tentación de no seguir influyendo en la política. Es la realidad.