Lo decía hace poco el mítico Pepe Mújica, expresidente de Uruguay. Ya está muy mayor –89 años–, muy malico –ha tenido un cáncer de esófago muy duro–. Pero en una de sus últimas reapariciones, a pie de urna –a rueda de urna, porque va en silla de ruedas– para votar en las presidenciales de hace unos meses, dejó un mensaje claro: “Si los jóvenes no se prenden, estamos fritos”.
Lo decía por la creciente desafección política que percibe en las nuevas generaciones, alejadas –o espantadas– del juego político democrático. No es un fenómeno del Uruguay: es de todo el mundo en el que la democracia sigue significando algo. Y también pasa en Navarra.
El plan de juventud de Navarra 2025-2028 acaba su proceso de participación el mes que viene e incluye entre sus documentos una radiografía detallada sobre cómo es la juventud. Y los resultados de los capítulos relativos a la conciencia política, la tolerancia y la participación no son nada buenos.
El 70% de los jóvenes admite que la política le interesa “poco o nada”, la desafección es “un hecho en crecimiento” y la intolerancia –contra la etnia gitana o los inmigrantes– ofrece datos preocupantes, por no hablar de una caída “intensa y progresiva” de la participación mediante métodos tradicionales. Un panorama que es el “caldo de cultivo” propicio para cualquier fórmula –ahora que el autoritarismo vuelve a tener predicamento– que no sea la democrática.
Solo el 28% de los chicos está bastante o muy interesado en la política
El informe sobre la juventud está sustentado en una encuesta de 2022 y varios estudios de ámbito estatal. De ahí sale la evidencia de que el “interés por la política es bajo entre la población joven, ya que en torno a un 70% manifiesta poco o nada de interés en la misma”. Solo un 28% dice tener bastante o mucho interés en la política.
Por sexos, los hombres siguen teniendo un poquito más de inquietud. El porcentaje de chicos que dicen que les mueve mucho es del 33%; baja hasta el 21,9% en el caso de las chicas. También es para apuntarlo.
Este desinterés es el caldo de cultivo perfecto, dice el estudio, para la desafección. “La mayor parte de la población joven considera que quienes ostentan el poder político no velan por sus intereses, así como que quienes se dedican a la política responden a su interés personal”.
La sensación, apunta el diagnóstico, es que la política “no responde ante el interés de la población”, que “hay la imagen de crispación continua que se emana de los ámbitos políticos, así como de ámbitos como la vivienda y el empleo, sobre los que no se aportan soluciones concretas que afecten positivamente a las personas jóvenes”.
De hecho, el informe subraya que los dos primeros problemas para los jóvenes son las cuestiones económicas –sobre todo empleo y precariedad– y la vivienda. Pero, sobre manera, destaca otro detalle a tener en cuenta: casi el 23,7% de los jóvenes prefiere ni responder a la pregunta de cuáles son sus preocupaciones socioeconómicas. Para tener en cuenta, también. El diagnóstico considera que si la política no puede influir positivamente en la corrección de estas preocupaciones, “el fenómeno de la desafección aumentará”.
Tolerancia, "moderada"
Tampoco es mejor la radiografía sobre la tolerancia. No pueden celebrarse unos resultados que hablan de una tolerancia “moderada” –el 34,4% dice que es bastante tolerante; el 40%, “algo”–. Además, el trabajo apunta a un elemento preocupante: en torno a un 10% de los jóvenes o tiene rechazo a colectivos minoritarios –un 4% reconoce abiertamente que es una persona xenófoba– o prefiere no contestar si tiene prejuicios, lo que la encuesta entiende que desde luego no es un buen síntoma.
Especialmente significativo es lo que ocurre con una percepción muy concreta sobre los inmigrantes: si aportan menos de lo que reciben del Estado. En general, el porcentaje de jóvenes que creen que sí, que aportan menos, está en el 20%.
Sin embargo, el porcentaje sube hasta un 30% en los jóvenes de la Ribera. Son diez puntos más que la media española y más de 12 con respecto a los jóvenes de Pamplona o la Zona Media, además de que la cifra sube conforme el joven va cumpliendo años, con el porcentaje más alto en los jóvenes entre 26 y 30 años.
EN CORTO
4% de los jóvenes reconoce ser abiertamente xenófobo. Solo el 4% de los jóvenes reconoce ser abiertamente xenófobo. El porcentaje es un poco más preocupante si se suma a este grupo el de los indecisos. Juntos alcanzan el 10%.
30% reticencias contra los migrantes. En líneas generales, hay un 20% de jóvenes que consideran que los inmigrantes reciben del Estado más de lo que aportan. El porcentaje es bastante estable y la media de todo el Estado es del 20,8%. El porcentaje sube bastante en la Ribera, donde alcanza el 29,9%.
La participación, por los suelos. El informe tiene en cuenta que las formas de participación de los jóvenes han cambiado mucho con internet, pero el progresivo e intenso descenso en la participación clásica (mediante asociaciones juveniles, plataformas, partidos) es uno de los elementos de “mayor preocupación”.
Más derechizados y polarizados. La radiografía sobre la juventud navarra incluye un apartado curioso, aunque hay que cogerlo con cautela. Es el relativo a la autoubicación ideológica de los jóvenes, cómo se perciben políticamente a ellos mismos. El estudio viene a decir que en el ciclo 2019-2023 han cambiado bastante las cosas. Los datos tienen que cogerse con cautela porque no son exclusivos de Navarra, sino una extrapolación con datos del Estado. Pero en cualquier caso, dan información. El resumen es el siguiente. En primer lugar, aumenta la polarización política, porque desciende en los últimos años las personas que declaran ubicarse en el centro (baja casi 20 puntos en apenas 4 años). En segundo lugar, hay una derechización creciente en los jóvenes, con 10 puntos más en ese espectro de 2019 a 2023. Y hay un aumento sostenido de los indecisos o quienes quieren ocultar sus respuestas.