¿Estamos ante una novela o ante una crónica?
Estamos ante una novela-crónica o una crónica-novela. Es decir, algunos capítulos son puramente ficción, otros son crónica y el resto, una mezcla de ambos géneros.
No llegó a conocer personalmente a Pertur, pero sí se movió en círculos muy cercanos.
Sí, en círculos, sobre todo, de Bilbao, de jóvenes que estábamos próximos al sector de ETA-pm –no la militar, que iba por otro lado– y que tuvimos noticia de su existencia y de la ponencia que estaba escribiendo sobre la necesidad de articular un partido político de cara al postfranquismo.
¿Cómo ha mezclado los datos reales, los que están documentados, con la ficción?
El protagonista, sin duda, es Pertur y su desaparición y su segura muerte el 23 de julio de 1976. Pero yo quería contextualizar el hecho con la situación política que se vivía en Euskadi, en la península ibérica y en Europa en aquel tiempo.
Datos comprobados
Hay dos tesis sobre la desaparición de Eduardo Moreno. La que sostiene que fue el sector duro de ETA-pm y la que apunta a la autoría de grupos de ultraderecha, policiales o parapoliciales. Usted se inclina por la primera.
Yo aporto una serie de datos y de episodios que son ciertos, que no se pueden discutir, que no son conjeturas. Establezco una secuencia de los hechos que traslado al lector para que saque sus propias conclusiones sobre lo que ocurrió,
En todo caso, usted también tiene su propia teoría.
Una teoría que se basa en mi formación jurídica. En cuanto a la versión de los grupos de extrema derecha o la guerra sucia, lo único que hay son reivindicaciones anónimas hechas por teléfono. En cuanto a la otra, como digo, aporto episodios documentados de la disputa política que se daba en ese momento en ETA político-militar. Esa disputa no se puede discutir. Existió y fue muy fuerte. Y en el centro estaba la figura de Eduardo Moreno Bergaretxe, que era el autor de la tesis que abogaba por crear un partido político con vistas a la democracia.
Hay otros datos de contexto muy importantes, como el asesinato del empresario Ángel Berazadi.
Sí, un asesinato que provocó un gran rechazo en la misma base social que apoyaba a ETA, y que fue realizado por los comandos especiales sin la autorización de la dirección, lo que provocó una discusión extremadamente dura entre los dos sectores.
Otro episodio muy significativo fue el del secuestro de Pertur a manos de sus propios compañeros.
Eso ocurrió de cara a la conferencia de cuadros de la organización que se iba a celebrar para debatir la situación. Miembros del sector contrario lo secuestraron para impedir su participación. Solo después de discusiones agrias en el monasterio de Belloch, donde se celebraba la conferencia, y gracias a que la mayoría de los presentes alzaron la voz, se consiguió que Pertur fuera liberado y pudo defender sus tesis.
Un móvil claro
Queda bastante claro que Moreno Bergaretxe era un estorbo para el sector duro.
Sí. Había un móvil claro. Y el móvil, en criminología, es importantísimo porque suele resolver el 95 por ciento de los delitos.
Si Pertur hubiera sobrevivido y hubieran triunfado sus tesis, ¿nos habríamos ahorrado 40 años de violencia?
“Eduardo Moreno fue un visionario que supo que, tras la muerte de Franco, había que apostar por la política”
Tanto como eso, no lo sé. Pero Pertur era una persona con un extraordinario carisma. Era un visionario y realmente adivinó por dónde venían las cosas tras la desaparición de Franco. Desde luego, su figura hubiera contribuido a fortalecer la idea de que la vía política era la única que podía dar beneficios para Euskadi y el autogobierno.
Es terrible pensar que algunos de los que participaron en su muerte luego lo utilizaran como un mártir de su causa.
“La izquierda abertzale oficial nunca ha participado en un homenaje a ‘Pertur’. Me gustaría saber por qué”
Eso es así solo hasta cierto punto. Porque cada 23 de julio hay un acto de homenaje a Pertur en el Peine del Viento, y a mí me llama la atención que la izquierda abertzale, siempre tan activa en la conmemoración de los asesinados por la guerra sucia (Brouard, Muguruza, Argala...) no ha participado nunca en estos tributos. ¿Por qué no están? Es una pregunta que algún día alguien debería responder.
Es evidente que queda mucha gente viva que sabe lo que ocurrió. ¿Cómo se explica su silencio?
“Parece que para muchas personas en Euskadi el precio por el fin de ETA ha sido el silencio”
Creo que la principal razón para el silencio es el pudor personal. Es muy difícil que alguien que ha estado implicado en hechos de este tipo sea capaz de reconocerlo. Y luego hay una cuestión que también debemos considerar. Da la impresión de que tras el cese de las acciones violentas de ETA en 2011, mucha gente pensó que el precio que debíamos pagar en Euskadi era el silencio.
Es curioso que muchos de los que guardan silencio sean los mismos que reclaman para otros crímenes el derecho a la verdad.
–Pues sí. Surgen muchas dudas sobre la sinceridad de las demandas. Si miramos las hemerotecas, nos encontraremos, como he dicho, que cada año, el 23 de julio se celebra un homenaje al que van los familiares, los excompañeros y los amigos de Pertur, pero nadie más.
¿Ha tenido la oportunidad de charlar con las personas próximas a Eduardo Moreno tras la publicación de la novela?
En la presentación en Donostia estuvieron la que era su compañera en el momento de su asesinato, Lourdes Auzmendi, y también los hermanos y varios primos. Creo que se sintieron complacidos por la novela y, de hecho, así lo dijeron en el acto.
Su entorno acabó muy desfondado después de años de búsqueda de la verdad y, especialmente, tras la investigación judicial que fue archivada sin fruto alguno.
Por desgracia, las verdades judiciales en casos tan graves como este (hablamos de un secuestro y un posible asesinato) son muy difíciles de materializar en un auto o en una sentencia. Al no aparecer el cadáver, es casi imposible establecerlo. Se interrogó a las últimas personas que pudieron verlo con vida, a uno de los sospechosos que lo recogieron y lo acompañaron en ese último viaje en San Juan de Luz. Dijo que no sabía nada y no se podía avanzar más allá. El derecho penal se rige por el principio de intervención mínima. Para un juez es muy difícil establecer una acusación con visos de una sentencia posterior.
¿Debemos resignarnos a pensar que nunca se sabrá lo que ocurrió?
–Yo confío en que, de una u otra manera, alguna de las personas que estuvieron implicados en este triste episodio cuente lo que sepa. No digo que se presente en un juzgado y lo cuente. Puede ser de una manera anónima. De verdad, tengo esa esperanza porque, además, por cómo sucedieron los hechos, estoy convencido de que no solo intervinieron dos o tres personas. Tuvieron que ser más. Ojalá alguno cuente lo que sepa, diga cómo fue, dónde se dejó el cadáver... Estamos hablando, seguramente, de personas todavía no muy mayores. Pertur tendría hoy 74 años, y quienes lo hicieron desaparecer, por ahí andarán. Están a tiempo de contar lo que sepan. Harían un gran bien.
¿Veremos su libro en el cine? Teniendo en cuenta la repercusión de películas recientes como La infiltrada, sería muy positivo para la difusión de una historia que no debe acabar en el olvido.
Hay dos productoras que han manifestado su interés. Siguen las conversaciones. No te puedo decir mucho más, pero sí, podría tener su trascendencia, incluso más allá de nuestras fronteras. Esperemos que ocurra.
Ficción y realidad
‘Manto de silencio’ deja que cada lector saque sus propias conclusiones sobre el final de Eduardo Moreno
Salvo despiste del autor de estas líneas, en Manto de silencio no aparece ninguna mención de Pertur. De hecho, tampoco se cita expresamente a Eduardo Moreno Bergaretxe. El protagonista se nombra como Eduardo M. seguramente, por alguna razón que creyó oportuna un novelista como Iñaki Martínez al que, después de cinco títulos (uno de ellos, La ciudad de la mentira, finalista del Nadal), se le nota el oficio desde la primera página.
Esa buena mano nos va guiando al ritmo adecuado –ni acelerones ni frenazos bruscos– hasta un desenlace que, frente a los tópicos al uso, no es ni sorprendente ni inesperado... aunque tampoco trillado o predecible. De hecho, son las lectoras y los lectores quienes deberán determinar cómo acaba la historia. No. No teman. No se trata de la pereza o el rostro de alabastro de un escritor que se agarra al comodín del tramposo “final abierto” para que quien ha pagado por el libro tenga también que aportar el cierre. Esta vez, el narrador obra con honradez, suministrando a lo largo de la trama, especialmente en los compases finales, los datos necesarios como para que cualquier persona con capacidad de discernir establezca sus propias conclusiones.
Como, además, estamos hablando de un episodio dolorosamente real sobre el que hay abundante documentación, el ejercicio resulta llevadero. No es nada difícil hacerse una idea cabal sobre quiénes y por qué se quitaron de en medio a Eduardo Moreno Bergaretxe, alias Pertur, aquel aciago 23 de julio de 1976. Ahí termina la novela. Pero nada tendría sentido sin el viaje que nos lleva de Lisboa a Donibane Lohitzune pasando por Praga, Moscú y el monasterio de Belloch.