Iniciado el curso universitario, la UPNA acogió este martes una interesante mesa redonda entre dos especialistas en gobernanza sobre el momento de la democracia en España. Organizado por I-COMMUNITAS, la profesora de Sociología e investigadora de este instituto, Carmen Innerarity fue la encargada de moderar las intervenciones del catedrático de Derecho Internacional Privado Juan José Álvarez en Euskal Herriko Unibersitatea (UPV) y del catedrático de Ciencia Política en la Universitat de València.
Juicio a dos cámaras
Aunque el encuentro partía de los cincuenta años que ahora se conmemoran del inicio de la Transición, el planteamiento, lejos de ser historicista, se centró en el presente y en el futuro del sistema democrático, con la perspectiva del tiempo transcurrido en estas décadas. Juan José Álvarez advirtió sobre el “funcionamiento y de rendimiento institucional” de la Constitución del 78. Este catedrático observa un poder legislativo “con un bicameralismo imperfecto”. “El Senado sirve de pábulo a la oposición, no es una cámara de representación territorial, no tiene verdadera capacidad de influencia”. Mientras, a su juicio, el Congreso “ya no es un espacio institucional de deliberación, sino de un debate cainita, crispado, irresponsable”, de “parlamento gallinero, ingobernable, maniqueo y binario”. Álvarez también criticó “el pavor” a la reforma. “Ya debiéramos de tener una audacia responsable para adecuar la realidad de esa cámara de representación”, cuyo papel, añadió, es “subordinado e irrelevante políticamente”. Asimismo, en su primera exposición advirtió sobre la “politización de la justicia en las élites de la magistratura”.
“Debiéramos tener una audacia responsable para adecuar la realidad del Senado”
Sombras
Para el catedrático Pablo Oñate, “no estamos tan mal” si comparamos nuestra democracia con las de otras partes del mundo, según distintos índices analíticos. Oñate abordó cómo el consenso en la Transición estuvo “difuminando el disenso” y cómo se utilizó esta figura “precisamente para desplazar el disenso en términos de ocultamiento, apartar todo aquello sobre lo que no se podía hablar, porque entonces estaba en riesgo la democracia. Muchos temas muy relevantes no se trataron”. A su juicio, una carencia del sistema está en que está “articulado y gira en torno a los partidos políticos”. Hoy tenemos un sistema democrático “con problemas y erosiones que se han puesto de manifiesto quizás más en los últimos años, desde el año 2015”, afirmó.
En cuanto a los niveles de “polarización afectiva” dijo que está alcanzando “niveles peligrosos”, “dispuestos a considerar al conciudadano que no piensa de la misma manera como un enemigo político. De ahí no hay ni un paso a estar dispuestos a aceptar rebajarles los límites de las garantías democráticas. Y sí es cuando las democracias entran en declive”. Con todo, Oñate piensa que estamos en una “buena democracia” con problemas estructurales y de funcionamiento”. En cualquier caso, señaló, “nadie se atreve a abrir el melón de una reforma constitucional porque no sabemos dónde nos podría llevar”.
“La polarización afectiva está alcanzando niveles no ya preocupantes, sino peligrosos”
Reconexión extremista
Incidió Oñate en la falta de articulación en la sociedad de los partidos políticos. Si no cumplen el papel de bisagras entre la ciudadanía y las instituciones, “entonces tenemos un grave problema de desconexión y desafección política”. Esto explica, a su juicio, “en buena medida, el éxito que están cosechando, no solo en España, partidos de derecha radical, de extrema derecha, xenófobos, etcétera, que ofrecen soluciones fáciles a problemas que no lo son, pero conectan con una buena parte de la ciudadanía hastiada”.
En este punto, Juanjo Álvarez cree que la sociedad navarra, vasca y española “afortunadamente no es tan cainita como sus representantes políticos”, y cree que el “ecosistema mediático fomenta el tribalismo” y alertó sobre el “negocio” de retroalimentar las anteojeras ideológicas”. A su juicio, es una “ingenuidad” pensar en mantener la democracia “sin cultivar las virtudes cívicas que la hacen posible”. “De esa disgregación y disociación, de esa pérdida de confianza, se alimenta la antipolítica”. Álvarez propone mejorar la calidad democrática, regenerar éticamente la política, o no envilecer el debate político a base de continuas descalificaciones. También se muestra crítico con la Constitución a la hora de consagrar casi el monopolio a los partidos, “porque veníamos de donde veníamos”, por lo que detecta una falta de confianza en la ciudadanía.
El catedrático de EHU reclama superar esa erosión a base de “integridad institucional, gobierno abierto, y eficiencia real. No puede haber una buena política si no hay un gobierno ético. Puedo ser un gobernante ético y no ser un buen gobernante, pero no puedo ser un buen gobernante si me dedico a la corrupción”. Al respecto de la ética y lo jurídicamente reprochable, puso un ejemplo para “provocar”. En su opinión, “la conducta de la mujer del presidente del Gobierno es éticamente incorrecta y penalmente irreprochable. No hay actuación penal a pesar de un juez que está intentando encontrar delitos”. A su juicio, “el sistema ha fallado en la dimensión deontológica”.
Empobrecimiento político
Cerró los turnos Pablo Oñate, que reclamó implicación de la ciudadanía en el desarrollo de una cultura política de rendición de cuentas. “Si no reacciona me temo que la batalla está perdida, podremos y deberemos hacer reformas institucionales, pero también debemos incorporar la perspectiva de una ciudadanía responsable y realmente implicada en los principios democráticos y en la exigencia a sus representantes”.
En el turno de preguntas del público, los ponentes ahondaron en algunas reflexiones. A juicio de Juan José Álvarez, “la política se ha empobrecido enormemente, en lugar de tender a evolucionar en un sentido paralelo a la complejidad de la sociedad, ha involucionado y se interpreta como alimentar a la tribu frente a la otra tribu”, y habló de “la pereza del pensamiento” y de los riesgos de un emergente darwinismo social. “Si la libertad la entiendes como libertinaje es lo contrario de la democracia, pero eso es a donde parece que vamos, también en el orden económico”, advirtió.
Álvarez cree que “en Navarra o en Euskadi tenemos menos Vox porque todavía alimentamos un sentimiento de comunidad, y un sentimiento cívico de cumplimiento fiscal”. Pese a ello, consideró, los partidos están acrecentando las divisiones en lugar de aquello que nos tiene que unir. Tú generas muchas más adhesiones poniendo la pancarta de lo negativo que de la duda. Cuántas veces aparece en un periódico o en una televisión un político o una política dudando? Ese es un caso de inteligencia y de humildad que no se da, porque se entiende como un gesto de debilidad”, algo que compartió su interlocutor.
Concluyó Pablo Oñate valorando que la democracia es un concepto “poliédrico y multidimensional”. Para mejorar en sus carencias, dijo, se necesita el concurso de los partidos, pero también el de una ciudadanía “activa y crítica, defensiva y ofensiva, porque si no los partidos no van a tener incentivos”. Sin embargo, en una dinámica de burbujas alimentadas por medios y redes sociales, “solo dialogamos con los que piensan como nosotros o peor”, y “ni siquiera escuchamos ni nos exponemos a otros discursos, opiniones o informaciones”, lamentó. Con esas perspectivas monolíticas, aseveró, “no hay diálogo ni debate político, sino monólogos”.