Ya estamos en otoño. Tras un verano de temperaturas extremas. Empiezan a llegar, por fin, las lluvias, a veces tormentosas, que dan un brillo especial a los árboles de nuestros bosques. Unos árboles que comienzan a adquirir esos tonos característicos de esta época y que tanto gusta a los excursionistas, a los senderistas y a los montañeros. Y muchos urbanitas que buscan esa foto perfecta y a veces muy postureta con la que conseguir likes en las redes sociales.

Pero, aunque muchos no lo sepan o lo hayan olvidado, el hecho de salir al campo a caminar, a pasear, tiene una serie de normas no escritas a medio camino entre la buena educación, el respeto por la naturaleza y por un espacio que es casa ajena y, también por la autoprotección, que el clima otoñal puede ser muy inestable, sobre todo al comienzo de la estación. Es la época preferida por todos para salir al campo a pasear y el mejor momento para recordar.

El otoño es la estación preferida por muchos para salir a practicar senderismo. Freepik

Recomendaciones

Las siguientes son nueve normas-consejos que te ayudarán a disfrutar más de los recorridos por el campo y el monte.

Vas a ver, no a que te vean

Salvo que se practique un deporte de riesgo en el que, en caso de necesidad urgente, haya que ser bien visible, para recorrer la senda de un bosque no son necesarias, además de antiestéticas en un entorno de belleza natural, la ropa llamativa. Por lo que no son nada recomendables los colores estridentes ni equipaciones excesivas. Adaptarse al recorrido que se va a realizar, a la previsión meteorológica y completar una mochila con un sensato “por si acaso” básico. El senderismo no es un desfile para lucirse, por muy esbeltas que sean las piernas, o los brazos. Mejor llevar pernera y manga larga para evitar arañazos y sorpresas en forma de garrapatas. En cuanto al calzado, uno que se sienta cómodo y adaptado al trazado previsto.

Un paraguas además de un chubasquero

Las prendas impermeables son un fijo que hay que llevar siempre. Ya hemos dicho que el tiempo puede cambiar rápido. Aquí las opiniones son variadas y hay para todos los gustos. Que sean de un material más técnico como el gore-tex o menos técnico como un chubasquero común depende del gusto de cada cual, igual que su longitud. Ojo con esos chubasqueros que protegen la cabeza y el torso, pero escurren agua como si no hubiera un mañana y dejan los pantalones perfectamente empapados, más allá de lo que pudieran mojarse solo por la lluvia. Esto hace patente de, en cualquier caso, llevar ropa de recambio en la mochila o en el coche. Lo que no debe faltar en el equipamiento es un buen paraguas, que sirve tanto de bastón como para la lluvia. Y lo de la ropa de recambio también es útil en caso de sudar mucho.

No arrases con lo que la naturaleza ofrece

El campo ofrece frutos muy deseados en cualquier mesa. Si en verano fresas y moras, en otoño las setas, castañas, nueces, avellanas, endrinas para hacer pacharán se ofrecen tentadores. También se pueden encontrar elementos naturales como atractiva decoración, especialmente en Navidad, como el musgo, el muérdago o las piñas. No seas depredador, el monte no es una libre despensa para todos, probablemente el terreno que pises tenga un propietario que cultive y produzca esos frutos. También puede ser que te hayas adentrado en un vedado y haga falta un permiso para cogerlos. Eres un visitante, no un furtivo. El senderista no es una rapaz oportunista.

Interésate por lo que te rodea

Cuando camines, observa y aprende. Lo que hay a tu alrededor no se divide solo en árboles, flores, bichos y vacas. Conocer las especies vegetales mayoritarias en la zona y distinguir unas mariposas de otras y los pájaros que van saliendo al camino enriquece la experiencia y te hace consciente de que tú eres el visitante y ellos pertenecen a ese lugar, que es hermoso porque están ellos y no que tú les des carta de existencia en un reel de Instagram. Equiparse con una guía, ahora que todo está en la palma de la mano gracias a internet y al móvil, para ir identificando lo que vemos puede ser una entretenida actividad para grandes y pequeños. También se puede preguntar a los que sepan.

Que no se note que has pasado por ahí

La máxima es que todo lo que llevas desde casa en la mochila debe volver a casa en la mochila. Y si además te llevas lo que otros descuidados visitantes han dejado olvidado, mejor, estarás contribuyendo a que la basuraleza no se imponga a la naturaleza. Pero aún hay más. Si en tu camino te encuentras una puerta, portón, verja, alambrada o paso cerrado, no lo abras. Y si tienes que pasar por ahí, déjalo cerrado, de esta forma evitarás muchos posibles problemas. Respeta también las señales y las marcas que encuentres, están ahí por algo. Muchas son para marcar las sendas y las rutas y guiar a los caminantes.

El silencio es un tesoro

Aunque lo parezca, en la naturaleza no hay silencio, no existe. Por lo que no es necesario ponerle banda sonora al paseo. Los gritos, las voces altas, la música en el móvil o la voz de Google Maps indicando la ruta, sobran. Si has salido al campo para disfrutar de la naturaleza, el estruendo urbano debe quedar atrás y tratar de integrarse en el entorno también con el sentido del oído. Lo percibido por la vista, el olfato y el tacto será más completo.

La previsión es necesaria

Para muchos, el monte, el campo, ya no es nuestro entorno natural, por ello debemos ir preparados para eventualidades que en nuestro entorno habitual no supondrían ningún problema. Lo primero de todo es conocer la previsión del tiempo y las características del terreno que vamos a recorrer. Además, como medidas de seguridad adicionales, dejar dicho dónde se va y horario aproximado de salida y llegada, llevar el móvil bien cargado, y si no ocupa mucho, una batería de repuesto. Los navegadores y los GPS consumen bastante. Por si no hay cobertura, un mapa de papel o la ruta descargada en el móvil para poder usarla sin internet. Además, ropa de repuesto, agua y comida, así como material de socorro (botiquín, algo para hacer un fuego, mantas térmicas). No se trata de equiparse como para una expedición al Amazonas, pero sí estar preparado por si pasa algo. Y a partir de aquí, dejarse sorprender por lo que nos vayamos encontrando.

Deja en paz a las vacas

Y quien dice vacas, dice ovejas, caballos, cabras, cerdos… Las vacas rara vez arremeten contra nadie, pero puede ser un toro territorial o haber terneros cerca. Y del resto del ganado, cada cual tiene sus peculiaridades, por lo que es mejor dejarlos tranquilos. Además, pueden ir acompañados por perros pastor que no acepten de buen grado el acercamiento de unos desconocidos. Mejor pasar de largo u observarlos desde cierta distancia. Y ya que se habla de perros, si los llevamos con nosotros, aunque nos cueste, llevarlos atados. Primero para que no se alejen demasiado o se metan donde no deben. Y segundo, pueden intentar acercarse al ganado y acabar muy mal la cosa tanto para el perro como para los demás.

Saluda a quien te encuentres

La búsqueda de la tranquilidad y del aislamiento en la naturaleza no debe convertirnos ni en islas ni en maleducados. Si nos cruzamos con alguien, se saluda. En voz alta y clara, y si es con una sonrisa, mejor. No hace falta pararse, que no está de más, especialmente si es un lugareño que nos pueda contar algo, pero esta muestra de consideración es básica en el campo, una especie de código que viene a significar algo así como “aunque vayamos a lo nuestro, no estás solo si necesitas algo”.

Excursión al hayedo de Altube

Para entrenar estas cualidades de senderista como es debido, un paseo entre las grandes y espectaculares hayas de Altube, en el Parque Natural de Gorbeia, puede ser el momento más adecuado. Se encuentran en la falda suroccidental del monte Gorbea, el más alto de Euskadi con sus 1.481 metros de altitud. Este parque natural de 20.000 hectáreas es compartido por Araba y Bizkaia.

Desde el puerto de Altube, una sencilla senda permite recorrer este fabuloso hayedo en un par de horas. El mapa del parque y los tracks de este y otros recorridos se descargan en la pagina web del pareque. Otro punto de partida puede ser la Casa del Parque de Sarria, que cuenta con un aparcamiento y quien prefiera dejar las aventuras para otros cuenta con un área recreativa rodeada por las colosales hayas que crecen a orillas del río Baias.