El ‘síndrome de la vuelta a casa’: el desafío emocional de los reencuentros navideños
Muchas personas necesitan prepararse mentalmente para unos encuentros que van de la ilusión y la alegría al estrés pasando por la nostalgia y las presiones familiares
A pocas horas de que comiencen oficialmente las fiestas navideñas, millones de personas ya habrán puesto rumbo a sus hogares o estarán a punto de hacerlo, como dicen los anuncios de televisión, para volver a casa por Navidad.
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Mientras para unos los reencuentros serán muy gratificantes, para otros el estrés, la nostalgia o las presiones familiares convertirán el esperado momento en un verdadero desafío emocional.
Para entender mejor este fenómeno, la compañía ferroviaria OUIGO junto con IPSOS Digital han impulsado un estudio de opinión sobre cómo nos afecta realmente volver a casa por Navidad. Con él quieren poner de relieve una realidad poco visible pero muy presente durante estas fechas: el síndrome de la vuelta a casa. Siete de cada diez pasajeros encuestados confiesan que necesitan prepararse mentalmente antes de volver a casa por Navidad.
Emociones encontradas
Respecto a este asunto, la psicóloga y divulgadora Patripsicóloga señala que "desde el punto de vista psicológico, volver a casa por Navidad activa múltiples capas emocionales. No se trata solo de emociones positivas; también pueden aparecer estrés, cansancio acumulado, nostalgia por las ausencias o presión de cumplir determinadas expectativas familiares. Identificar estas emociones es clave para gestionarlas adecuadamente y convertir estas fechas en un periodo más consciente y equilibrado".
Del estudio de OUIGO se extraen varias conclusiones y una de ellas es que, aunque estas fechas se asocian con la alegría, no es el caso de todo el mundo: un 44% de los encuestados dice experimentar nostalgia, un 11%, estrés y un 8%, agobio. Las ausencias o las pérdidas, los gastos y la organización del viaje o la falta de descanso por la pérdida de rutinas son a menudo causa de tensión. Un 19% de los encuestados llega a asegurar que "necesita vacaciones después de las vacaciones".
Distinta generación, diferente percepción
El estudio de OUIGO revela diferencias según la edad. Los jóvenes de 18 a 24 años muestran menos intención de regresar a casa por Navidad, prefiriendo otros planes con amigos. Confiesan que necesitan una preparación mental antes de afrontar los reencuentros.
Entre las personas de 25 a 30 años, predominan la ilusión y la alegría, aunque a la vez son los que más presionados por la convivencia familiar. También necesitan preparación mental antes de volver a casa.
Los adultos de 31 a 35 años disfrutan la Navidad con equilibrio emocional y una alta apertura al apoyo psicológico. A partir de los 36 años, crecen el cansancio y el estrés, llegando a su punto más alto entre los 41 y 50 años, el grupo más agobiado, pero menos dispuesto a pedir ayuda.
Origen del síndrome
Sentir tristeza o tener nervios en Navidad es habitual de forma que, tanto el que sueña con volver a casa como el que desearía que ya fuera 7 de enero, pueden experimentar cierto malestar, presión, estrés o ansiedad. La tristeza suele surgir por el hecho de que a veces no sentimos la alegría que se supone que deberíamos sentir o porque la presión social nos ha inculcado qué debemos sentir.
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Síntomas
En algunos casos, sucede que, además de vivir lejos, las personas están distanciadas de su familia, lo que todavía complica más los reencuentros navideños. Volver a casa supone a estos individuos enfrentarse a altos niveles de ansiedad, a sentimientos de rechazo con aversión a determinados encuentros o al miedo a afrontar una soledad no deseada.
El bombardeo publicitario, la decoración de las calles o el reclamo de los comercios lo invaden todo de un espíritu navideño del que nadie parece poder escapar. Todo esto provoca un impacto emocional muy fuerte y da la impresión de que si no tienes algún sitio al que volver no vives la Navidad como hay que vivirla.
Cómo sobrevivir a la vuelta a casa
Si eres tú quien sufre este síndrome de la vuelta a casay no quieres sucumbir a él, no te obligues a nada, crea nuevas costumbres, elige eventos, personas y situaciones en las que realmente estés a gusto y reduce el tiempo de contacto con quienes te resten energía.
Si es otra persona quien lo sufre, puedes ayudarle respetando sus decisiones, no manipulando las situaciones ni forzándolas, creando nuevas tradiciones y cambiando rutinas.
Lo esencial es tomar conciencia de que las necesidades de los demás pueden no ser las mismas que las nuestras, por lo que hay que respetar, aceptar y comprender su situación y en la medida de lo posible contribuir a que la Navidad sea también para ellos una fecha especial, eso sí, libre de obligaciones y de situaciones impuestas.
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