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En 2016 tiró el Chupinazo por votación popular | Personajes

Jesús Ilundáin ‘Tuli’, el único elegido por la ciudadanía

Fue en 2016 el primer pamplonés votado por el pueblo para el cohete. Tras dos años sin fiestas, vuelve más famoso que nunca

Jesús Ilundáin ‘Tuli’, el único elegido por la ciudadanía

El Tuli, o lo que es lo mismo, Jesús Ilundáin, no ha pasado el Covid ni falta que le hace. Ni él ni su esposa Paquita. El bicho les ha pasado de largo. “Yo creo que tiene que ver que de joven hice mucho deporte”, dice, aunque reconoce que, por si acaso, se ha puesto tres vacunas, “y la de la gripe y la que venga”. Esto lo dice el primer pamplonés y, por ahora, el único, que ha sido elegido por votación popular para protagonizar el cohete del 6 de julio. “¡Y la primera peña que lo lanza!”, quiere puntualizar. Porque El Tuli siempre recuerda que lo hizo como mozo de Los de Bronce. Fue un día como el de hoy del año 2016, y debió de sentir la misma felicidad que esta mañana Juan Carlos Unzué.

El Tuli es un tío con suerte. Lo mismo lanza el Chupinazo que se traga 88 Sanfermines sin despeinarse. Y ahora que ha regresado la fiesta, el blanco y rojo, el vallado y los cohetes, él también ha vuelto a los periódicos y a las televisiones. Porque en los últimos meses ha sido invitado a homenajes, entrevistas y saraos de todo tipo. “Desde que tiré el Chupinazo me he hecho muy famoso”, explica Jesús Ilundáin, que, además, en estos años de paréntesis sanferminero ha cumplido 91 años. Y con la misma sonrisa de siempre.

En los no Sanfermines de la pandemia, el Tuli ni se acercó al Casco Viejo a los actos alternativos: “No quise ni ir, no era igual”

Los periodistas se lo sortean. Ha protagonizado un reportaje sobre el centenario de la Plaza de Toros y hace unos días era homenajeado por ser uno de los impulsores del cántico del Encierro en Santo Domingo. Los organizadores hablan de que aquel inicio fue hace 60 años, pero El Tuli, que vivió aquel momento en primera persona, dice, sin ánimo de polémicas, que ocurrió hace más tiempo, hace 62 o 63: “Era el año 1959, yo bajaba por Santo Domingo después de una noche de fiesta, y me encontré con otro tío. Y nos pusimos a cantar la tonadilla”. Se refiere al A San Fermín pedimos”. Fue cosa de la casualidad y de su constancia que acabara convirtiéndose en el cántico más famoso de la carrera pamplonesa. De aquel compañero de juerga ni se acuerda del nombre, como pasa en las juergas memorables: “Ni sé como se llamaba. Solo que trabajaba en Francia, pero después no he sabido nada de él”.

Para aquel homenaje se puso sus mejores galas, americana y camisa, y aún se emociona al recordarlo: “No sabía nada, era una sorpresa. Y luego llegué a la hornacina y me encontré a toda la gente de antes. Fue muy bonito, me gustó”. También tiene anécdota El Tuli para la entrevista que le hicieron hace unos días con motivo de los cien años de la Monumental. Jesús Ilundáin fue invitado porque quizá sea uno de los espectadores que a más festejos taurinos ha visto en el coso. Serán más de 500. “Pensaba que iba solo a la Plaza de Toros y me encuentro a una señora: Me dijo ‘¿No me conoces?, soy Margarita Aeropagita’. Había ido conmigo al colegio y jugábamos en la plaza San Francisco de críos, antes de que mi familia nos fuéramos a la calle Santa Marta, por trabajo de mi padre, que era camarero. Entonces le perdí la vista y ahora me la encuentro”, rememora.

Después de dos años sin Sanfermines, no se atreve a dar consejos de cómo vivirlos: "Que a cada cual le salgan de donde le tienen que salir"

Jesús Ilundáin era un fenómeno para sus familiares, amigos, compañeros de peña... Pero hace 6 años se hizo también famoso para Pamplona entera. Lo recuerda como si fuera ayer: “En aquel momento no era consciente, pero te das cuenta ahora de cómo vienen las cosas”, reflexiona y me cuenta un secreto que no había desvelado de aquel 6 de julio: “Cuando levanté el dedo estaba acordándome de los de arriba”. De sus padres, Benito Ilundáin y Asun Zaragüeta, y de sus hermanos Javier y Miguel: “No me queda ninguno”, me dice.

Se refiere a sus hermanos, porque con su esposa Paquita de la Fuente, vallisoletana para más señas, ya van pasando los 60 años de matrimonio. “Me he casado tres veces...”, pero “siempre con la misma”. Su boda -un 20 de septiembre-, las Bodas de Plata y las de Oro, todas ellas tuvieron lugar en la Capilla de San Fermín: “¡Es que yo soy de la avenida de Jarauta!”, bromea. Paquita ha compartido con Jesús muchas de sus juergas: “He salido mucho, pero con ella también”.

¡YA TENÍA GANAS, YA!”

El Tuli está estupendo y cuenta las horas que quedan para San Fermín: “¡Ya tenía ganas, ya!”, reconoce “porque después de dos años sin nada los echo en falta”. En los no Sanfermines, según explica, ni se acercó a los actos alternativos que hubo en el Casco Viejo: “No quise ni ir, no era igual”, confiesa. ¿Cómo pasó aquellos días? “Tengo actos grabados de otros años, procesiones... Me entretenía”. Debieron de ser días raros para un Sanferminófilo de pro, socio número 1 de Los de Bronce, que ha llegado a estar 39 horas de jarana desde un 6 de julio, y que este año, a sus 90 y pico años, todavía espera no perderse “las dianas del 7 de julio”.

Porque el Tuli toca “el cielo entre el 6 y el 14 de julio”, El Chupinazo lo vivirá hoy en la cuesta de Santo Domingo, “abajo, como siempre”, y después se acercará a escuchar la Biribilketa de Gaínza a la plaza Consistorial. Los Sanfermines tienen mucho de la esencia de Jesús Ilundáin, y de otros Tulis como él que los hicieron grandes: Sin embargo, aunque es un sabio de estas fiestas, no se siente con autoridad para dar consejos: “¿Cómo vivirlas dos años después? Que a cada cual los Sanfermines le salgan de donde le tienen que salir. Hay que sentirlos y vivirlos en la calle”. Él, con la peña, la familia y, a ratos, con su nieta Irune, de 13 años.

Le costó “85 años” cumplir uno de sus sueños, tirar el Chupinazo, y puestos a pedir le gustaría que Osasuna, otro de sus amores (es el socio 28 del club rojillo) ganara alguna copa un día. Hoy mirará al cielo y levantará el dedo, por la vuelta a la fiesta.