En el centro de Iruña, entre la plaza del Ayuntamiento y la majestuosa Iglesia de San Lorenzo, se encuentra la calle Mayor, una arteria emblemática que ha sido testigo de innumerables celebraciones durante los Sanfermines. A medida que el bullicio y la algarabía llenan las calles de la ciudad, la calle Mayor se convierte en un paso obligado para los lugareños y visitantes, conectando la historia, la tradición y la devoción en un solo recorrido. El público se alinea a lo largo de la calle Mayor, observando con respeto y reverencia la procesión (hoy) del día 7, con pasos solemnes y cánticos devotos.

En su paso por la calle Mayor, varios joteros y joteras alzan su voz para rendir homenaje a San Fermín a distintas alturas de la calle. Pero para que San Fermín pueda salir de su hábitat requiere un mantenimiento y una limpieza impecable, labor que ejerce Marcos Navarrete, entre otros muchos colaboradores de la parroquia San Lorenzo. Empleando un producto especial para la plata, un plumero de aves finas y paños delicados Marcos hace un trabajo a fondo durante cinco días, los previos a la celebración de las fiestas. “Es un trabajo muy sensible y no podemos emplear cualquier producto para una peana del siglo XV”, explica.

Pero la calle Mayor no solo es testigo de esta conmovedora muestra de devoción. El Riau-Riau (ayer, día 6) que organiza la Peña Mutilzarra hace su recorrido, con su algarabía festiva y colorido despliegue de pañuelos rojos que ondean en el aire. Las dianas matutinas también llenan las calles de música y alegría, mientras que las charangas de las Peñas animan el ambiente por las tardes y noches. Las miradas se dirigen hacia la calle Mayor, dónde se congregan el color y la energía contagiosa que flota en el aire. Pero lo hacen sólo durante un periodo de tiempo reducido, ya que la calle Mayor como tal no celebra ningún tipo de evento, sino que se utiliza de paso para ciertas celebraciones.

VIVIENDA

Tranquilidad y ausencia de ruido

Además de su riqueza histórica y su ubicación privilegiada en el casco viejo de Pamplona, la calle Mayor destaca como una de las calles más largas de esta zona. Un aspecto notable de la calle Mayor es que, a diferencia de otras calles del Casco Viejo, no cuenta con una gran cantidad de locales de ocio nocturno.

Este hecho se ha convertido en un punto a favor para los residentes, ya que cada vez más personas valoran la tranquilidad y la ausencia de ruido en su entorno. En el Casco Viejo, se han registrado numerosas quejas vecinales relacionadas con el bullicio y el ambiente nocturno de algunas calles, lo que hace que la calle Mayor sea una opción atractiva para aquellos que buscan una mayor serenidad en su vida cotidiana.

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El Riau-riau popular escapa a la lluvia Unai Beroiz

“La ausencia de una intensa vida nocturna en la Calle Mayor brinda a los vecinos la oportunidad de disfrutar de un ambiente más tranquilo”, asegura Carlos Albillo, responsable de comunicación de la Asociación de Comercio, Hostelería y Servicios del Casco Antiguo. Aquellos que optan por vivir en esta calle pueden disfrutar del entorno histórico y de la proximidad a los servicios y comodidades que ofrece el casco viejo, sin tener que lidiar con el ruido y la agitación nocturna.

EL ANTES Y EL AHORA

“La calle Mayor ya no es lo que era”. Así describen la actual vida y afluencia de la calle varios vecinos y trabajadores de la zona. “En contraste con el pasado, hoy en día se observa una disminución significativa de los comercios de toda la vida de la calle Mayor”, explica Patxi Navarro, propietario de la tienda Sucesores de Ortega.

Antaño, la calle estaba repleta de tiendas locales que reflejaban la esencia de la ciudad. Muchos de los comercios que eran pilares de la comunidad han desaparecido, dejando espacio a la apertura de supermercados, entre otros. Tanto Patxi Navarro como Kike Sanz, propietario de la ferretería Sanz de la calle Mayor, aseguran que cada vez hay menos comercios por falta de relevo generacional ya que “es un trabajo muy esclavo”.

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Programa San Fermín: 7 de julio DIARIO DE NOTICIAS

La calle Mayor ha experimentado “una transformación en su dinámica”, convirtiéndose en una vía de paso más que en un destino en sí mismo. “En aquellos tiempos la gente acudía específicamente en busca de los comercios y bares”, recuerda Miki Ayestarán, presidente de Napardi. Este cambio también ha tenido consecuencias en el movimiento de las tiendas de la calle: “El comercio funciona pero cada vez va más despacio, se va apaciguando”, añade Navarro.

Además, Kike Sanz asegura que los nuevos propietarios de los bares que existen en la calle “han intentado seguir la tradición, pero es difícil mantener la esencia”. El cambio de esta calle refleja una realidad más amplia que afecta a varias zonas urbanas, donde la evolución del comercio y los nuevos modelos de negocio han modificado la fisonomía de las calles tradicionales. “Se ha convertido en una vía de paso, ya no se busca venir a esta calle”, añade Miki Ayestarán.