Función de toros muy heavy. Muy metal en lo agresivo y certeras armas de los toros. También del valor de bragueta firme y cinturas cimbrantes a más no poder de los toreros. De llenazo, de bochorno y ruido tremendo sin astisbos de brisas ni remansos. Si a caso, cambio del metal estridente por las palmas que sumaron grandes ovaciones para la bikote de coletudos que se quedó ante la fuerte, mansa y dura escolarada. Y una pareja de toreros, Del Álamo y Jiménez que con gran pundonor justificaron de sobra su contratación y su regreso el curso próximo por estos pagos de fueros. Es más, con un poco más de pericia con los aceros y el que el sexto toro hubiera pasado algo en vez de barbear repetidamente las tablas e, incluso, intentar saltarlas, ambos toreros hubieran optado a salir a hombros.

Serio, astifino como todos sus hermanos del sexteto, fue el primero. Robleño lo lanceó genuflexo ganándole terreno. No tuvo brillo el toro en el caballo; más bien manseó. Robleño se puso por la diestra y casi en primera instancia fue corneado en el muslo izquierdo, pasando rápidamente a la enfermería para que le interviniera de las serias heridas el doctor Hidalgo. Del toro se hizo cargo un Del Álamo, que, sin pensarlo mucho, lo pasaportó de una estocada corta.

La tarde y su carácter heavy tomó una arista más que punzante con el retraso en chiqueros para que saliera el segundo toro, que era el tercero en el orden de lidia inicial. De rodillas y a portagayola esperaba el debutante Borja Jiménez. Allí, impertérrito, estuvo unos cuatro minutos el de Espartinas. El torazo salió como un cañonazo y paso por encima del chaval, golpeándole en la cadera, pero sin herirle. Borja enseñó pronto su tarjeta de visita en la que reza: entrega, valor y expresión al límite, sin mentira de ninguna clase. Muy por encima de su oponente, robó con gran actitud y mérito muletazos, casi siempre sueltos, provocando al animal con la verdad de la colocación y su expresión firme. Pisó terrenos de cara o cruz, que el personal supo apreciar bien. Un pinchazo previo a una estocada desprendida dejaron lo que hubiera sido una oreja en una fuerte ovación.

Del Álamo cortó la oreja del que finalmente hizo tercero tras manufacturarle una faena templada por el pitón derecho y, algo también al natural, aunque con la dificultad de que el escolar, terminaba por probar y cortar el viaje con peligro. Faena inteligente de series cortas. Estocada algo caída, pero oreja.

Con el cuarto, un tiazo que hacía de sus pitones tirabuzones de aguja fina y cortante, volvió a mostrar el mocé de Borja los mismos argumentos: colocación, firmeza, suavidad y expresión. Casi siempre por el pitón derecho, porque por el izquierdo el pavo no quería ni media. Pinchazo con el pomo de la tizona rebotado cual puñetazo al rostro del torero. Y media estocada. Otra gran ovación para el rubiales. Y ante el 5º, que era el sexto, pero corrido de turno para poder pasar a la enfermería a curarse de un puntazo en la pierna que le había propinado el toro anterior, otro esfuerzo imponente de Borja. Estocada y aclamada vuelta al ruedo.

LOS TOROS

  • José Escolar Gil. Seis toros, muy bien presentados, serios y en tipo de su estirpe Albaserrada. Destacó por su noble calidad e importancia el tercero. Sin humillar y con peligro. El sexto manso declarado desde su salida.
  • Los toreros
  • Fernando Robleño. (De verde botella y oro). En el primero, cogido. Lo estoqueó en su lugar Juan del Álamo.
  • Juan del Álamo. (De tabaco y oro ). En el tercero, oreja. En el sexto, silencio. Y aplausos de despedida.
  • Borja Jiménez. (De blanco y plata). En el segundo, ovación. En el cuarto, ovación tras aviso. Y en el quinto, vuelta al ruedo.
  • Las gradas
  • Presidencia. Bien a cargo de Eloy del Pozo, cano, asesorado por Ángel Erro Irigoyen y Raúl González Alvarado.
  • Ambiente. Llenazo espectacular. Reventa funcionando bien en la calle. Mucho ruido, juerga, movimiento y desorden los tendidos y andanadas de sol y otras localidades. Tarde de bochorno.