¡No me lo puedo creer¡ Resulta que cuando aún quedan toros por lidiar, canciones que tararear, aperitivos que disfrutar y risas por echar, pongo la tele y se me cae el alma a los pies.
¿Cuál creéis que era la noticia estrella en los noticiarios de ayer? Pues no, no era resaca del debate/combate entre Sánchez y Núñez Feijóo, ni la última Putinocurrencia, ni tan siquiera el avance victoriosos de Carlitos (tendrá cincuenta años y seguirán llamándole por el diminutivo) Alcaraz en Wimbledon o que la nueva estrella del Real Madrid no ha entrenado porque se levantó con unas décimas de fiebre. Pobrecico.
La gran noticia de los informativos era que ya está en marcha la campaña para la venta de la lotería de navidad. ¡Joderrrr| si aquí la gente aún está buscando las ofertas de última hora para pasar la resaca de las fiestas en Salou, Peñíscola o las playas guipuzcoanas. Esta el personal pensando en si será más interesante alquilar un pedalo con los niños o gastar los últimos eurillos en la barra de algún bar de esos en los que el brebaje que te dan -en vaso de plástico y sin hielo, por supuesto-parece que lo han preparado Los Chichos. Si, esos de “dame veneno que quiero morir” porque nos tragamos cada cosa que...en fin.
Bueno, estos piensan que siempre hay alguno que empatiza rápido con la campaña de la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado y se va a ir directo a por un décimo, que ya andamos justos de tiempo y el 22 de diciembre llega antes de que nos demos cuenta.
Que los toricos madrileños de Victoriano del Río son rápidos ya lo sabíamos. Que tiene una velocidad de crucero capaz de hacer saltar a cualquier radar de la DGT, también y que, para redondear la jugada, suelen tener un comportamiento noble, por supuesto. Y se pudo ver en la penúltima matinal sanferminera porque pudiendo hacer carne en varias ocasiones, se limitaron a empujar y quitarse de encima a la gente, arrollar a quien se interpusiese en su camino en ese intento por batir el récord del cronometro y clavar finalmente la aguja del segundero en dos minutos y quince segundos, muy en la tónica de todos los hierros que han machacado el casco viejo pamplonés los días anteriores.
Y a pesar de eso, les dio tiempo de poner una muesca más en la relación de corneados del historial del encierro. El desafortunado fue un un cincuentón holandés al que un toro, ligeramente adelantado, le propició una cornada -gracias a Dios, más espectacular que grave- bajando hacia el callejón. Suelo mirar los detalles de los toros de cada mañana pero en esta ocasión se me antoja más complicado saber quien fue el autor del desaguisado, porque el mayoral de Guadalix de la Sierra trajo dos ejemplares con la misma numeración en los costillares: el 113. Uno de nombre Forajido y otro, Alcalde. Y es que hay días que uno lo tiene sencillo para hacer el chiste fácil, pero me voy a callar porque hay muchos forajidos que nunca han querido ser alcaldes y además, aunque me lo habían puesto a huevo, no diré nada por respeto al escroto del holandés.
De todas formas, y por si acaso, que pregunte en la Nationale Postcode Loterij de su país a ver si queda algo que acabe en 3, porque él ya se ha llevado la pedrea desde Pamplona.
