Los vendedores ambulantes que durante estas fiestas de San Fermín se instalaron en la Taconera no se esperaban que la lluvia fuera a ser el enemigo principal que haría peligrar sus ventas. Así ocurrió el 6 y el 7 de julio. Fueron días en los que un aguacero afectó a algunos puestos y provocó un menor número de ventas, goteras y pequeñas inundaciones.

El 4 de julio, como estaba planeado por el Ayuntamiento de Pamplona, los 110 puestos fueron instalados correctamente en tres ubicaciones: la Taconera (44 puestos), el parque de Recoletas (12), y el Bosquecillo (54). La adjudicación de la licencia a los vendedores se realizó por concurso y llevó aparejada el pago de una tasa. 

Una mujer mayor, viendo los artículos de joyería de una de los puestos de la Taconera. Iñaki Porto

Las tiendas de la Taconera fueron instaladas de una forma distinta respecto a años anteriores. Esta vez se colocaron alineadas con el eje de la calle y del paseo central, respectivamente, y tuvieron venta a ambos lados de la vía. Esto parecía ser una medida prometedora ya que se esperaba una mayor circulación de personas. Sin embargo, no se tuvieron en cuenta dos factores: el polvo del suelo y la lluvia. 

Las fiestas no empezaron como los vendedores esperaban. Los días 6 y 7 estuvieron protagonizados por un trombo de agua que castigó tanto al número de ventas como a la infraestructura de los stands. 

Hakim, de procedencia egipcia y propietario de un puesto de artículos y souvenirs de temática de su país, declaró que estos Sanfermines las ventas “han ido bien. No me puedo quejar porque no tengo competencia”. Comparando los resultados con otros años afirmó que había ido bien porque “San Fermín nunca falla”. Su puesto también estuvo afectado por las lluvias. “Otros años estábamos en la acera, pero ahora todo el agua venía aquí. Debajo de mí había un río. Esto no pasaba antiguamente”, afirmó.

Otro vendedor que sufrió la lluvia en primera persona fue Gibril, que gestiona un stand en el que vende bolsos, carteras y riñoneras. En cuanto a las ventas, declaró que “este año muy mal, no ha venido mucha gente como antes”. A su vez, manifestó su desacuerdo con el tamaño de los puestos ya que “son muy pequeños este año”. Él fue uno de los más perjudicados por el clima. Al tener algunos artículos colgados asomando por techo, “se me mojaron muchas cosas”, concluyó.

Cuatro personas, comprando en una de las tiendas de ropa. Iñaki Porto

La lluvia no fue el único enemigo de estos comerciantes. Otro factor importante fue el polvo. Al no estar situados encima de la acera, como otros años, los transeúntes provocaron que la graba del suelo se levantara y, en consecuencia, llenar de polvo los puestos. Umberto, dueño de una de las muchas tiendas de ropa, afirmó que “por culpa de la lluvia tuvimos goteras y todo estaba lleno de agua y fango. Dos días mal”.

Es cierto que muchos vendedores no tuvieron sus mejores Sanfermines, pero a otros les sonrió un poco más la suerte. Como a José Antonio, dueño de una tienda de ilustraciones y dibujos, que afirmó con una sonrisa que “a pesar de la lluvia y el granizo que cayó el primer día, curiosamente fue de los mejores días. Cuando dejó de llover la gente estaba loca por salir”. Su número de ventas no ha sido muy distinto respecto a años anteriores. El único reproche que tuvo para la organización fue el tamaño de los puestos, ya que “ahora son más estrechos”.

Poca cosa podía hacer el Ayuntamiento para hacer que la lluvia cesara. Pero lo que reclamaron estos vendedores fue una mejor organización para que en futuras ocasiones se tomen medidas para que el agua no inunde las tiendas y para que el polvo no ensucie el ambiente y los artículos. La retirada de estos puestos se hará el día 16 de julio. Hasta entonces las previsiones del tiempo son buenas, con un sol que ayudará y no dará ningún susto a los vendedores.