El público esperó ansioso a En Tol Sarmiento (ETS), la banda en euskera más escuchada entre los jóvenes. Entre la impaciencia que se respiraba, un grupo de amigas pronunciaron un espontáneo “los amo, cómo vamos a disfrutar”. Otros lo expresaban con gestos, como los niños que en los hombros de sus padres miraban atónitos el escenario. Y entonces la música cobró vida al son de la trompeta de Rubén Terreros y los asistentes comenzaron a cantar, sin saber que lo seguirían haciendo durante 70 minutos más. 

En el minuto 3, Zuingatik Topa desató palmas y una marea de gente saltó hasta hacer retumbar un suelo muy pisado. La emoción fue el denominador común, ya que Iñigo Etxezarreta, el cantante, no puedo aguantarse para pronunciar un enérgico “gora San Fermín”, para poco después dar paso a uno de los temas que más enloqueció a los jóvenes, Sumediak, el estribillo resonó entre saltos y aplausos al aire. 

El reloj marcó la medianoche y mientras los niños pedían a sus padres irse a dormir, varios corros de gente cantaron el cumpleaños feliz.

Unas pompas en el cielo se sincronizaron con uno de los momentos más íntimos del concierto, cuando Iñigo Etxezarreta pidió al público encender las linternas y alzarlas en el estribillo de Guretzat, un juego que motivó al público y sacó sonrisas a los más apresurados, que levantaban el móvil antes de tiempo.

Con un público despierto, Hacia la luna y su exitoso “voy a pillar un bus hacia la luna allí con los marcianos la fiesta animaré” sonó con fuerza y unió hasta a quienes estaban acalorados y agotados a 2 días de acabar las fiestas. 

Después de la entrega, un tono calmado y melancólico se apoderó del escenario con canciones como Zaindu Nazazu o Heldu Garaia, que hizo bailar al público de lado a lado con pasos lentos y cariñosos. 

La tranquilidad duró poco, y Ametsetan llenó de energía el espacio al ritmo de la trompeta y el trombón, un momento muy esperado al que, como anécdota, una chica con una sonrisa permanente asistió por videollamada. El cielo se llenó de confeti rojo y blanco y dio paso a Aukera Berriak, canción que el público cantó y los músicos acompañaron con palmas y con los instrumentos al alza. Hubiese sido un buen final, pero el público pedía “beste bat”. 

Como llevaba ocurriendo durante toda la actuación, ETS complació al público, y en especial a un grupo de chicas que desde el principio querían escuchar la canción que el cantante dedicó a su abuela. Con un decorado que transportaba al sur, con macetas de rosas rojas y blancas, y sentados sobre sillas de retablo y cajones, Abuela Maitea evocó a los recuerdos y emocionó a una chica que se fundió en un abrazo con su cuadrilla. 

También con emoción, ETS recibió los pañuelos de San Fermín, pero para ponérselos, primero “debía repetirse lo que pasó en el Chupinazo”. El público imitó a los músicos, con el pañuelo en alto y evocando al 6 de julio, se volvieron a escuchar cánticos habituales, como ¡Qué pedo llevas, Calatayud!. Tras un cántico compartido, los integrantes de la banda se anudaron el pañuelo y llegó el final con Gu Geu Garena, seguido del aplauso de los músicos al público y de un recurrente “milesker”. Milesker a vosotros, ETS.