Los Sanfermines empiezan el 6 de julio y terminan el 14. Es conocido por todos que el Chupinazo da comienzo a las fiestas y el acto que las cierra es el Pobre de Mí. Así está programado y aceptado, sin embargo, hay quien se sale del programa. Aquellos que después de toda la noche de fiesta del 14 se niegan a irse a casa y acuden al encierro.

La sanfermina bendice a los corredores antes de la carrera.

La cuesta de Santo Domingo está abarrotada de mozos y mozas esperando al cohete que dé comienzo a la carrera a las ocho de la mañana. Pero en el resto del recorrido no hay espectadores, los balcones de Estafeta están vacíos y no está puesto ni el vallado. ¿Y la Cruz Roja para atender a los heridos? ¿Es que nadie se ha enterado? ¿Solo hay un grupo de privilegiados que sabe que hay otro encierro?

Llega la hora y por noveno día seguido los mozos cantan A San Fermín pedimos, y se lanza el cohete de aviso. Pero los corredores no se mueven, no se oyen los cencerros de los cabestros ni los gritos de los pastores.

Los periódicos se han cambiado por vasos, la figura de la hornacina se ha convertido en una persona de carne y hueso y el sonido ambiente no son gritos de tensión sino una cumbia de un bar que renuncia a terminar la jornada. Es el encierro de la villavesa.

Esta singular tradición nació de la nostalgia en el día 15 a las ocho de la mañana, cuando debería ser el encierro. Por lo que los mozos a los que les había sabido a poco 9 días de fiesta seguidos decidieron crear su propia tradición y empezaron a correr delante de la villavesa cuya ruta pasaba por la cuesta del encierro. Desde entonces, quien persigue a los mozos también es de Villava pero corre con dos ruedas, no es otro que la leyenda Miguel Induráin. Mejor dicho, la leyenda de Miguel Induráin, el ya famoso Jotas se disfraza del Pentacampeón del Tour, incluso corre con la mítica bici Espada.

Sin embargo, cuando se lanzó el cohete no cambió nada. Pasaban los minutos y no empezaba. Era un mezcla bizarra de mozos y mozas y, sobre todo, de actitudes. Había quien calentaba para la carrera, quien apuraba el vaso o coreaba la canción que tocase en ese momento. Incluso algunos aprovechaba para dormir mientras otros tiraban petardos y encendían bengalas. A todo esto, a las 8.20 apareció el esperado ciclista.

La carrera se saldó con un total de cero trasladados al hospital y cero corneados, aunque ‘Miguelón’ zarandeaba la bici durante todo el recorrido. Sí que hubo alguna caída y empujones, provocadas sobre todo por el alcohol. “Es una carrera muy reñida, cuesta mucho conseguir coger cara”, explicó Unai, corredor habitual. Le acompañaba su amigo Iker quien explicó que “el mejor tramo para correr es Estafeta porque con los adoquines va más lento”. Como todo, este encierro también requiere técnica y experiencia. Dos señoras de unos 70 años comentaron que suelen ser espectadoras habituales. “Es una tradición muy graciosa, mucho cachondeo. Es muy de aquí”, declaró una de ellas que también confesó que “he corrido alguna vez hace años, pero ya no tengo edad”. Al llegar al callejón la fiesta continuó con los altavoces de un dj también en bicicleta, porque podrá llegar el 14 de julio pero los Sanfermines no terminan.