Las 12:00 en punto. La Plaza del Castillo, más abarrotada que nunca, celebra un Chupinazo de lo más emocionante. Un público muy diverso, lleno de personas de todas las edades y nacionalidades, salta y festeja el inicio de las fiestas. La plaza se convierte en un mar rojo y blanco donde predominan los gritos y saltos de alegría. Se oye el sonido del cohete y todos se van poniendo el pañuelico mientras que llega una inminente lluvia de alcohol. La ropa blanca de la gente se va ensuciando, pero ahora eso es secundario. Lo importante es saltar, gritar y disfrutar del momento.
En las pantallas del escenario de la Plaza del Castillo se ve el ambiente de la plaza Consistorial. Pero no hay nada que envidiar. Las cuadrillas de jóvenes se mezclan con familias que intentan, con poco éxito, alejarse de la marea humana que arrolla a cualquiera en el centro de la plaza. Algunos se lanzan por los aires, otros saltan, otros ríen. Pero todos comparten la misma felicidad. En las esquinas de la plaza, en cambio, se puede disfrutar de un ambiente más tranquilo. Aquí se ve a niños, padres, personas mayores, etc. Todo tipo de público.
Ainara, Arantxa y compañía están en corro con el resto de su grupo. No les faltan los chillos y saltos de alegría, pero tampoco la sangría y el kalimotxo. Las amigas comentan que han preferido esta plaza “porque el ayuntamiento es muy agobiante” y es la mejor opción para estar a gusto. “Hace malo y aún así la gente se ha animado”, comentan, alegrándose de que finalmente no haya llovido. Otros, como Tommy, de Colombia, admiten que han venido de una manera más forzosa porque “mi novia me dijo que tenía que venir”. También tenía intención de correr, aunque “tampoco me dejan”.
Estas fiestas están hechas para todos los gustos. Unos prefieren la fiesta, la música y la noche. Pero también hay gente como Javier, Jordi e Inma, todos de Barcelona, que prefieren ir a las “corridas y disfrutar de la Plaza de Toros”. Para la mayoría de pamplonicas como Pablo, Dani, Álvaro o Christian, no disfrutar de San Fermín no es una opción porque “somos de aquí” y porque “no tenemos nada más que hacer durante esta semana”.
Estos Sanfermines también son los primeros para muchos. Es el caso de Yang, estadounidense, y Schubem, indio, que es a su vez la primera vez que visitan Europa. Aunque admiten estar un poco perdidos, confirman que hasta el momento les ha encantado que “nos echen sangría por todos los lados”.
“Hay que venir una vez en la vida, hay que cumplir”, es lo que comenta una cuadrilla de asturianos y gallegos, también en su primera visita a la capital navarra, que han tenido que salir de la Plaza del Ayuntamiento “porque se estaban muriendo” y han visto que esta plaza era mucho más amplia. Todos estos jóvenes tienen las expectativas por las nubes sobre los Sanfermines, pero Cristina se conforma “con conseguir una cama donde dormir”.
Ana Narváez y Rafa González admiten que están “de niñeros para que los padres disfruten”. Esta es otra realidad para muchos de nuestros mayores. “Mira al abuelo cómo le han puesto”, bromea Ana, señalando la ropa rosada de su marido. Los nietos de este matrimonio también se han animado a disfrutar del ambiente de la plaza. Ana María, Hugo y Elai, los más valientes de la familia, comentan que “lo que más nos gusta son los encierros y las barracas”. Son muchos los niños que disfrutan asombrados del ambiente festivo, que disfrutan de una vista privilegiada de la plaza desde los hombros de sus padres.
La salida de la plaza, que para algunos se hace eterna, se convierte en un laberinto del que es imposible salir. Por los balcones empiezan a caer cubos y jarras de agua, que refrescan a los más fiesteros del lugar. Otros muchos, tras un arranque excepcional de las fiestas, prefieren volver a casa “para ducharse y recuperar fuerzas”.