La última gira les fue muy bien, tocaron en muchos festivales, llenaron salas… ¿cómo lo valoran ahora, con perspectiva?
-Hemos ido viendo sobre la marcha la respuesta de la gente con el disco. Con el primero ya nos sorprendió mucho, hubo más repercusión de la que esperábamos. Tampoco tenemos grandes pretensiones pero con este lo hemos sentido más a nivel cualitativo: hemos llegado a gente muy distinta a nosotros, gente diversa y más lejana, a nivel estatal e incluso europeo. Hemos tenido un poco efecto burbuja, cuando estás inmerso en ello tampoco lo valoras, pero, como dices, cuando coges un poco de perspectiva te das cuenta de lo que has construido. De todas formas, tenemos muchas ganas de ofrecer algo nuevo. En la música tienes que estar exigiéndote tú más de lo que te exigen los demás. Nosotros tenemos que estar contentos con lo que hacemos, no tanto con lo que la gente recibe.
Cuándo habla de ofrecer algo nuevo, ¿se refiere a canciones nuevas o a algún cambio estilístico?
-Estilísticamente creo que no vamos a abrirnos mucho más, porque tampoco sabemos tocar mucho más y es aquí donde nos sentimos cómodos, esta es la música que nos gusta. Intentamos no repetir lo que ya hemos dicho. Nos gusta enfatizar las ideas en las que creemos, no queremos abandonar la idiosincrasia del grupo: temáticas políticas, una carga romántica abertzale con el tema de la mitología… Pero nuestra meta es no repetir lo que ya hemos dicho o lo que están diciendo grupos que hacen cosas parecidas. En el panorama euskaldún hay una escena amplia, pero a veces tiende a ser un poco homogénea, a lanzar un mensaje similar.
Dice que no quieren salir de la idiosincrasia, pero lo cierto es que esta es bastante amplia: oi!, rock, punk…
-Sí. Nos sentimos cómodos en la escena del oi!. El punk oi!, el movimiento skin… Es ahí donde hemos hecho relaciones, donde hemos conocido grupos… Partiendo de esa base, no hemos querido ponernos freno, si no, seríamos una mera copia de los grupos de los ochenta. Aprovechamos las distintas fuentes de las que bebemos: rock’n’roll, folk, ritmos nórdicos… Llevamos todo eso a la forma en que podemos tocarlo y a la temática que nos gusta. Tampoco tenemos complejos en las letras, no por ser punkis vamos a tener que estar todo el rato cagándonos en el sistema y en la represión policial. Si nos apetece contar una historia, hablar de amor, de una poesía o de un personaje histórico, lo vamos a hacer, no vamos a cohibirnos.
Este año han tocando en el extranjero: Inglaterra, Bélgica…
-Los conciertos europeos son más puntuales. Teníamos alguno más al que no hemos podido ir. Nuestro principal problema es la disponibilidad, por los curros; estamos todos trabajando y a veces nos toca comernos fines de semana. Estos conciertos están dentro del marco de la escena oi! europea, que está bastante envejecida. La media de edad supera los 50 años. Es muy hermética, muy de los grupos de siempre. Igual nosotros hemos supuesto un soplo de aire fresco. Nos ha visto gente de Holanda, de Bélgica, de Alemania… Son los que mueven la escena del oi! a nivel mundial, que está dando sus últimos coletazos porque no encuentra relevo. Quizás por eso la escena euskaldún les gusta tanto, ven tanta gente joven y les parece alucinante.
¿Y por qué esa diferencia?
-No lo sé. El punk y el oi! es música de los años ochenta. Es como si en los ochenta escucharas música de los años treinta. Igual tampoco casa con el tipo de sistema actual. Hoy en día la gente ya no compone con la guitarra, sino con el ordenador. Ya no hay tantas bandas, los chavales hacen música en su cuarto, la cosa se ha individualizado bastante. También se ha perdido la esencia de las escenas, y eso creo que en el punk euskaldún se mantiene. Si tocamos nosotros, vienen los colegas; si toca otro grupo, vamos… tenemos mucho sentido de escena, quizás en otros lugares no se da tanto. Esta música no encaja tanto con las pantallas ni con las radios comerciales, cosa que sí sucede con el trap o el reggaetón.
¿Y cuál es la logística para salir al extranjero? Aquí cada vez es más difícil tocar.
- Es cuestión de encajar en una escena. Es muy hermética, si no llevas determinadas pintas, te van a rechazar. Nosotros encajamos, pero por otro lado, también nos salimos musicalmente, y eso igual les gusta. También te digo que siempre que hemos ido a Europa ha sido para perder el dinero que habíamos ganado aquí. Lo que recaudamos en conciertos más multitudinarios lo invertimos en salir fuera. Nuestro objetivo no es vivir de la música, invertimos en experiencias. Por eso, en cuanto se nos abre una puerta, la cruzamos.
Y todo ello desde la autogestion.
-Sí. En nuestro caso, nadie nos ha regalado los conciertos, todo ha sido el boca a boca. Siempre supone un chute. Puedes llegar a un punto de salas llenas, grandes festivales de nuestro ámbito… Pero tocar para cien personas en Bélgica es una pasada, es gente muy curtida en esta escena, consume música, compra vinilos… Aquí la chavalería compra más camisetas que vinilos.
A finales del año pasado dijeron que iban a tocar menos para componer nuevo disco. ¿Cómo lo llevan?
-Nuestro principal problema es que apenas podemos ensayar porque tenemos poca disponibilidad. Este último mes hemos hecho unos pocos conciertos y eso te hace que vuelvas a parar de nuevo. Tenemos un montón de bocetos de canciones, de letras… estilos diversos, no nos estamos cortando nada, pero tenemos que desarrollarlo bien. Nos cuesta sacar canciones. Hay grupos que tocan de maravilla y en dos ensayos te sacan cuatro canciones. Nosotros no, nosotros en un ensayo olvidamos lo que hemos preparado en el anterior y tenemos que volver a repasarlo. No somos virtuosos, nos lo tenemos que currar. Muchas veces, la falta de constancia nos lleva a ir más lentos que de lo que nos gustaría, pero la idea es entrar a grabar en enero.
¿Qué significa para Rotten XIII tocar el día grande de San Fermín?
-Este concierto tiene un significado especial. Yo he cocado bastante en Sanfermines, pero nunca había aparecido en el programa oficial. Los grupos que cantan en euskera y tienen un contenido, no sé si político, pero sí que se sale de lo comercial, tienen que tocar en periferias, en festis autosugestionados que quiero poner en valor, colectivos como Gora Iruña, que trabajan para hacer unas fiestas populares. Tomar un símbolo tan potente como la Plaza del Castillo es importante para nosotros, porque significa valorar la música de aquí. A todos nos gustan las joticas en el Paseo Sarasate o los Gigantes, pero parece que a la hora de escoger conciertos hay que estar pensando en la gente de fuera, en la música que se puede escuchar en cualquier fiesta del Estado. Si San Fermín es una fiesta única en el mundo no será porque imite lo que se hace en otras fiestas. Me parece valiente que se haya optado por bandas locales.
Comparten escenario con Chill Mafia. Tienen estilos distintos, pero también puntos en común.
-Es cierto que podemos ser antagónicos, pero que también podemos tener ciertas similitudes, por ejemplo en el uso de lo folclórico y la música tradicional. A los dos nos gusta salirnos de nuestro propio rol, ambos somos muy navarros… Sí que tenemos puntos en común. Nosotros somos de otra generación a la suya, tenemos la música política muy presente y somos herederos de la guitarra y el rock’n’roll, mientras que ellos rompen con todo eso, son la nueva ola musical. Pero todos somos chavales de casa.
Parece que nuevas bandas toman el relevo…
-Bueno, nosotros no somos ningunos chavales, rondamos y superamos la treintena, en otra época seríamos veteranos de guerra. Lo que pasa en el mundo del rock es que, parece que para ser un gran grupo tienes que ser un dinosaurio. Llevamos como grupo seis o siete años, hemos ido muy poco a poco, escalón a escalón. Todo lo contrario a Chill Mafia. En nuestro caso, lo vemos más como un “ya era hora” que como un “mira qué oportunidad se nos da”. Y también te digo que sentimos el peso de representar a la gente de nuestra escena. No vamos solo como Rotten XIII, sino como representantes de todos los grupos de nuestro entorno.