Pues nada, ya está visto el último encierro de SF2024. El espectáculo de ver a los autobuses de Miura a toda velocidad por el empedrado pamplonés no tiene igual. En esta ocasión, los de Zahariche soltaron más de 3.700 kilos de carne por estas nuestras calles ofreciendo un encierro impresionante y tremendamente vistosos. Chirino, un cárdeno de 620 kilos, cogió la voz cantante desde el comienzo, fue arrollando todo lo que se puso por delante en Santo Domingo, mandó a un par de mozos al suelo en forma de aparatosa voltereta bajo las persianas de Gutiérrez en la entrada de Mercaderes y aún tuvo tiempo de protagonizar otra situación de riesgo cuando acunó en el vallado ciego de esa calle con la Estafeta al levantino, Torrechiva –la persona que homenajea a su hijo fallecido corriendo el encierro llevando un colgante con sus cenizas– sin mayores consecuencias.
De ahí al final, manada estirada, gente que arriesga más de a cuenta sabiendo que es la última oportunidad y algunas de las carreras más bonitas y plásticas de toda la feria.
Más de una madre –o padre–, novia –o novio– y hermana –o hermano–, respiran ya tranquilos. El mal trago de todas las mañanas a las ocho ya se ha pasado y gracias al capotico del santo sin accidentes muy graves que reseñar tras dos minutos y veintidós segundos de infarto.
Ahora empieza la gira de verano. En Navarra sueltan vacas y toros por cualquier pueblo y, el que quiera viajar un poco, también podrá meterse el chute de adrenalina en tierras valencianas o castellanas pero la Champions League del encierro se acabó hasta que nos juntemos de nuevo por aquí en la mañana del séptimo día del séptimo mes de 2025.
Entretanto, mi casa seguirá funcionando gracias a mi santa. Ella se encarga de que todo marche como un reloj: programa las comidas, nos recuerda los cumpleaños familiares y se encarga de avisar al persianero o a un electricista cuando es necesario. Pablo y Laura ya no viven con nosotros, pero es capaz de detectar en la distancia si están acatarrados o tienen cualquier tipo de problema personal o profesional.
Para que no todo el peso familiar recaiga sobre mi Merilu, voy a intentar ayudarle haciendo una hipotética lista de la compra con fecha de caducidad el próximo 6 de julio.
Empezamos por aquellas cosas en las que no tengo nada de mano.
Por ejemplo, que la barbarie de Gaza y Ucrania pase a ser, lo más rápidamente posible por favor, un amargo recuerdo. De intensidad menor está el conflicto de las monjas de Belorado y el “no pasarán” que le están haciendo a la iglesia. ¡Ah! y esperar a ver si queda una plaza libre en Amma Mutilva para llevar al pobre Biden. Y otra en Amma Oblatas para Trump. Así están juntos pero no revueltos.
También me gustaría ver encierros un poco más largos, con manadas partidas y que alguien –candidato al Nobel si lo logra– inventase la fórmula para reducir el número de participantes. Así podremos disfrutar viendo a la gente correr durante más metros con un toro sin la preocupación de tener que liarse a mamporros con toda la marabunta que pulula por ahí.
Y quiero que el nuevo Osasuna de Vicente Moreno nos haga olvidar –si se puede– a Jagoba. Y que suframos lo justo.
Luego pretendo escribir en mi lista de la compra otra serie de detalles en los que sí puedo poder algo más de mi parte.
Esos kilicos de tengo de más hay que dejarlos por algún sitio este invierno. Voy a seguir con el fucking inglés a ver si consigo ser capaz de hilvanar tres frases seguidas cuando algún guiri me pregunte por la Plaza del Castillo, la calle Estafeta o en qué dirección van a salir corriendo los toros. Y por supuesto tengo que aumentar todo lo que sea posible la calidad en la relación con mis amigos: juntaros, reirnos, viajar, cenar, hablar...
Creo que mi santa dará el visto bueno sin mayores problemas
Mientras tanto, la vida sigue.
Y ya falta menos para SF2025.