Pensándolo fríamente, la carrera no fue muy diferente a la de otros días. Ya hemos escrito hasta la saciedad que la nueva modalidad del encierro consiste en que los toros vayan a velocidades supersónicas, a ser posible muy hermanados e intentando evitar esa imagen del toro suelto, tan habitual hace unos años y hoy en día, muy cara de ver. El cebadita Caminante del día 8 puede ser la excepción de esta feria. 

Pues eso, que los de La Palmosilla vinieron a Pamplona con la lección perfectamente aprendida, había que salir de los corrales de Santo Domingo en cuanto sonase el cohete a las ocho en punto y lanzarse a galope tendido por el casco viejo pamplonés arrollando a todo lo que se pusiese por delante intentando llegar hasta la plaza en un tiempo no muy alejado de los dos minutos. Lo completaron en dos y veinticuatro pero, a diferencia de otras mañanas, se saltaron una parte importante del guion y dejaron cuatro muescas en forma de cornada a su paso.

Quizás, de forma visual, la más espectacular fue la que se llevó en la pierna con voltereta incluida un chaval valenciano en la parte alta de la cuesta de Santo Domingo, a la altura casi de la trasera del ayuntamiento. Ahí mismo también fue alcanzado un corredor villavés.

Animales que pastan en Tarifa, la llamada "capital del viento" un destino de renombre para los deportes acuáticos como el surf, windsurf y kitesurf gracias a sus fuertes vientos constantes tenían que ir volando bajo y no sólo lo hicieron sino que, además, les dio tiempo de agujerear a otros dos mozos antes de enchiquerarse de forma definitiva. Casi nada para ciento cuarenta y cuatro segundos de carrera.

Viéndolo objetivamente, poco pasó para lo que puede pasar. No hay nada más que mirar las repeticiones con lupa y a cámara lenta que ofrece RTVE para ver que lo del capotico del santo es cierto. Había gente a mansalva, me jugaría un par de cenas con cualquiera a que uno de cada tres sin ninguna intención de correr y, de esos, más de la mitad, con el móvil en la mano para intentar captar alguna imagen que luego les pueda dar muchos likes cuando la lancen en tik tok o instagram. Ya sabes son esa gente de la cultura de "a quien vas a creer, a mí o a tus propios ojos". No se dan cuenta de que un toro puede hacerte mucho daño. Incluso matarte, pero parece que todo vale. Me da la impresión de que hay gente con menos luces que el paseo del Arga.

Al terminar el encierro me comentaba un pastor que delante de los toros había, más o menos, la misma gente de todos los días pero que los laterales estaban imposibles y que para ellos, llegar a los cuartos traseros del final de la manada había sido muy complicado. Y es que, a las dificultades propias de todos los días había que añadir el detalle de ser domingo y la cantidad de gente que ha venido a visitarnos y han querido vivir de cerca la experiencia de correr el encierro se multiplica de forma exponencial.

Pues nada, pasaportado el encierro de la Palmosilla. Quitando a los de Álvaro Núñez, eran la ganadería más novel en nuestra Feria del Toro y su comportamiento (salvo el año pasado cuando dos de sus bureles se pegaron casi un par de minutos dando vueltas en la plaza) había sido exquisito en cuanto a rapidez y limpieza.

En esta ocasión cumplieron con lo de la rapidez. En lo de la limpieza, con cuatro traslados hospitalarios por cornada, no tanto. Esperemos que no le cojan el gusto para años venideros.