Al Al inicio de la Legislatura impulsamos la redacción del anteproyecto de Ley Foral de Cambio Climático y Transición Energética y lo hicimos anunciando dos objetivos que guiarían el texto: situar "lo verde" en el centro de todas las políticas, es decir, implicar a todos los Departamentos para interiorizar las políticas medioambientales en sus actuaciones cotidianas o en las acciones de gobierno sectoriales, y una mayor ambición acorde a la emergencia climática que vivimos. En aquel momento ni siquiera sospechábamos que, a principios de 2020, una crisis mundial generada por el virus del COVID-19 nos iba a golpear como lo está haciendo y, además, nos iba a dar otra lección: la fragilidad del propio equilibrio de las personas en el entorno que nos rodea, y la importancia de cuidarlo, la necesidad de dar respuestas globales a los problemas que nos atañen como especie y la verdadera dimensión de la emergencia climática, que la salud de las personas está íntimamente relacionada con la del planeta.

En ese contexto de pandemia y con el anuncio de Europa de la puesta en marcha de los fondos extraordinarios Next Generation para paliar los efectos de dicha crisis, en Navarra vimos la oportunidad de elaborar una estrategia de transición ecológica que no solo optimizara la captación de esos fondos que pudieran llegar, sino que, más allá de eso, marcara una hoja de ruta para la transformación del modelo productivo, social y de consumo lineal hacia un modelo más sostenible y responsable. El resultado es la Estrategia de Transición Ecológica de Navarra, Navarra Green/ Nafarroa Green, que está alineada con el Pacto Verde Europeo y se sustenta en 6 pilares esenciales sobre los que actuar para, como decía al principio, situar "lo verde" en el centro de todas las políticas. Esos pilares son las energías renovables, la edificación eficiente y sostenible, la promoción y modernización del ámbito rural, el fomento de la economía circular, la movilidad sostenible e innovadora y la gestión de la biodiversidad. Actualmente, la estrategia recoge cerca de 80 proyectos por un valor de 800 millones de euros y que movilizarían una inversión de 3.500 millones. Entre esos proyectos encontramos, desde la construcción de un corredor ecológico en Sakana que una las dos ZEC de Urbasa y Andia, hasta la creación de una planta de ensamblaje de "battery packs" en movilidad eléctrica que cubra las necesidades de las empresas tractoras de la automoción, la implantación de un centro de industrialización y robótica de la construcción con especial atención en el uso de la madera como elemento estructural, un plan de rehabilitación energética de edificios y regeneración urbana de barrios y pueblos, un Hub de innovación alimentaria como es el Ebro Food Valley o la puesta en marcha de un centro logístico de transformación y comercialización de productos locales sostenibles y de cercanía que atienda dicha demanda y ofrezca a nuestros agricultores y ganaderas alternativas para mejorar su valor añadido y su posición en la cadena de valor alimentaria.

La lista de proyectos, como digo, es extensa y el poder ejecutarlos en mayor o menor medida dependerá de los fondos europeos y de las pautas que se vayan fijando para su puesta a disposición de los gobiernos locales; pero, de por sí, la Estrategia de Transición Ecológica de Navarra establece que existe otra manera de diseñar las políticas y que no se trata de obtener más fondos para hacer más de lo mismo, sino de otra manera. El camino hacia esa transición será más o menos rápido en función de dichos fondos, pero, en cualquier caso, irreversible.

La emergencia climática, como todas las expresiones que se ponen de moda, pierde su significado si sólo se asocia a declaraciones firmadas por las administraciones o instituciones internacionales. Pero esas dos palabras, el calentamiento global, se traduce en inundaciones más frecuentes, en cosechas mermadas, en nuevas enfermedades para el ganado y los seres humanos, o en la desaparición de especies esenciales para el equilibrio de los ecosistemas. Y detrás de todo ello nos vemos afectadas las personas. Para adaptarse a esos nuevos escenarios, Navarra puso en marcha su proyecto Nadapta, un Life integrado pionero en Europa. Además, la Comunidad Foral ya cuenta con instrumentos de planificación en el ámbito de la lucha contra el cambio climático (Hoja de Ruta KLINA) y de la transición energética (Plan Energético de Navarra Horizonte 2030).

Ahora, sin embargo, ha llegado el momento de dar un paso más, y muy importante. Toca pasar de las palabras a los hechos y poner en marcha medidas concretas que permitan alcanzar los compromisos establecidos en esa planificación, esto es, reducir el nivel de emisiones netas de CO2 y de los demás gases de efecto invernadero en, al menos, un 45% para 2030 y un 80% para 2050 con respecto al año 2005 y que el 50% de la energía que se consume en la Comunidad Foral sea renovable en 2050 (partiendo del 23,2% en 2018).

En ese sentido, el anteproyecto de Ley Foral de Cambio Climático y Transición Energética, que ya hemos remitido al Consejo de Navarra para su dictamen, es un texto ambicioso, más normativo que declarativo, con medidas concretas para la mitigación y la adaptación al cambio climático y que comprometen a la sociedad navarra en su conjunto, tanto a las personas como a las entidades privadas y a las públicas, que deben dar ejemplo. Es un texto que, aún será enmendado y mejorado por las aportaciones del arco parlamentario, pero que, en esencia, pondrá de manifiesto el compromiso de la sociedad, las empresas y las administraciones navarras ante la emergencia climática. Desde el Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente, estamos convencidos de que un nuevo modelo no sólo es posible, sino que es necesario. Un modelo de desarrollo sostenible, tanto en el ámbito social, como económico; que impulse una economía circular, descarbonizada y que garantice la conservación y restauración de la biodiversidad a la vez que genera empleo de calidad. En ese camino vamos a seguir avanzando.

La Estrategia de Transición Ecológica establece otra manera de diseñar las políticas. No se trata de obtener más fondos para hacer más de lo mismo, sino de otra manera

Navarra Green marca una hoja de ruta para la transformación del modelo productivo, social y de consumo lineal hacia un modelo más sostenible y responsable