Fago acaparó durante semanas la atención de los medios de comunicación, que a principios de 2007 invadieron esta pequeña localidad del pirineo oscense. El asesinato de su alcalde, Miguel Grima, reunía todos los ingredientes para llenar horas de informativos. La condición de primer edil de la víctima, un pueblo dividido entre sus defensores y detractores, la forma en que fue asesinado (con alevosía y nocturnidad) y sobre todo la incógnita sobre el autor del mortal disparo, tuvieron la virtualidad de convertir en algo muy parecido a un espectáculo uno de las decenas de asesinatos que se cometen en España todos los años.

Casi tres años después del día de autos, el conocido como crimen de Fago volverá a la primera plana con la celebración del juicio contra el único acusado, Santiago Mainar, vecino de la localidad y adversario político y personal de Grima. Es tal la expectación despertada, que nada menos que 190 profesionales pertenecientes a 32 medios de comunicación se darán cita el lunes en la Audiencia Provincial de Huesca, donde comenzará la vista oral.

Durante los días que dure el juicio testificarán 122 personas, cuatro veces más que la población total de Fago, localidad muy cercana a la muga con Navarra, que apenas si llega a los 30 habitantes. Vecinos, guardias civiles y peritos de oficio y de parte tratarán de arrojar luz sobre lo que ocurrió aquella trágica noche del 12 de enero de 2007.

Quienes lo tienen claro son la Fiscalía y los letrados de la familia de la víctima y del PP, partido por el que se presentó el alcalde asesinado. Todos ellos piden un total de 21 años de cárcel para Santiago Mainar, 20 por el delito de asesinato y uno más por tenencia ilícita de armas. En frente, la defensa, personificada en el no menos mediático abogado Marcos García Montes, que solicitará la libre absolución. La empresa se antoja complicada, teniendo en cuenta que su patrocinado reconoció en un primer momento su responsabilidad en el crimen, del que aportó numerosos datos que sólo podían ser conocidos por el autor material. Días después se desdijo con el endeble argumento de que confesó el crimen "para relajar la tensión generada" en el pueblo a raíz del asesinato.

los hechos, según el fiscal Lo quiera o no Mainar, su autoinculpación ha llevado a invertir la carga de la prueba, en contra de los más elementales principios que rigen el derecho a la presunción de inocencia. Esto es, tendrá que destinar más esfuerzos en demostrar su inocencia que las acusaciones en probar su culpabilidad. Y es que las pruebas, a juicio del fiscal, son aplastantes.

En su escrito de conclusiones provisionales, el representante del Ministerio Público realiza un pormenorizado relato de los hechos. Tilda a Mainar de "persona obsesionada" con la actuación del alcalde "que consideraba perjudicial para los intereses del pueblo", ante lo que ideó un plan para "poner fin a su vida". Aquel día Grima tenía que acudir a una reunión en Jaca que le obligaría a regresar tarde por una carretera apenas transitada. Se apostó a esperarle en una curva armado con una escopeta que tiempo atrás había encontrado abandonada.

El fiscal continúa relatando que sobre las 22.00 horas Grima tuvo que detenerse en ese punto para retirar las piedras que Mainar había colocado a tal fin en la calzada. "Inopinadamente y desde unos cinco centímetros -a quemarropa-recibió un disparo en el hemitorax que le provocó la muerte en el acto. En los planes de Mainar no se contemplaba que otro vehículo llegara a ese lugar unos instantes después. Tras conminar al conductor a que se fuera, arrojó el cadáver por una pendiente y trató de deshacerse del arma escondiéndola en un camión extranjero aparcado en la localidad de Puente la reina (Huesca).

rivales acérrimos Hasta aquí los hechos que deberán considerarse probados o no en el juicio. Pero en la vista saldrán a la luz otros muchos aspectos como la actitud que adoptó Mainar convirtiéndose en la principal fuente informativa de las decenas de periodistas que se trasladaron hasta el Pirineo en busca de una historia, ya que no dudó en reconocer ante cámaras y grabadoras que en el pueblo había "miedo crónico" y descontento generalizado por las numerosas normas y leyes del alcalde, al que algunos consideraban un "tirano".

Según recuerda la agencia Efe, Santiago Mainar y Miguel Grima eran rivales en todos los sentidos: políticos, ya que a las elecciones municipales del año 2003 se habían presentado ambos en las listas del PSOE y del PP, respectivamente, aunque como independientes, y económicos, ya que regentaban dos establecimientos de turismo rural en la localidad, separados tan sólo por 50 metros.

Casi nadie recuerda en el pueblo que hace años eran buenos amigos y que incluso Miguel Grima, que ganó las elecciones por mayoría absoluta, conoció Fago por el guarda forestal, quien le animó en repetidas ocasiones a que dejara Zaragoza, donde vivía, y se trasladara al pueblo pirenaico tal y como él había hecho.

Ahora Mainar deberá rendir cuentas ante la justicia. Hace unos días su abogado aseguró que su cliente "está muy tranquilo" porque "es inocente". Le comentó que "pase lo que pase en el juicio, seguirá con la conciencia muy tranquila porque no ha matado a Grima, como demostrarán nuestro peritos". La última palabra no será la suya, sino de los tres magistrados que forman el tribunal.