"Hay compañeros que no consumen tabaco pero tienen radiografías de fumador empedernido", asegura Patxi Morales, camarero de La mandarra de la Ramos, un establecimiento situado en la pamplonesa calle de San Nicolás que expone ante sus clientes una tentadora barra de pinchos bajo una colección de jamones igualmente irresistibles. Los trabajadores de hostelería eran hasta ahora el único colectivo laboral que seguía abiertamente expuesto a los efectos perjudiciales del humo. La entrada en vigor de la ley antitabaco, el próximo 2 de enero, pondrá fin a esta situación, pero no sin polémica.

La asociación Hostelería Navarra cifra en 600 los puestos de trabajo que destruirá el endurecimiento de la normativa y en un 10% las pérdidas económicas, especialmente en locales de copas. Además, el sector pronostica un caída de clientes de hasta el 20%. ¿Son cifras exageradas? ¿Está justificada la alarma? ¿Debe primar la salud de los profesionales?

"Para los trabajadores la ley es positiva, pero los empresarios temen que acabe de forma radical con la costumbre de los clientes de tomarse por la mañana un pincho y un café o un vino mientras se fuman un cigarrillo. Asocian esta rutina al hábito de fumar y si no pueden hacerlo existe el riesgo de que dejen de acudir a los bares", explica Sergio Bazán, camarero del bar-restaurante La Mesa de los Tres Reyes, en la calle García Castañón. "Pérdidas no va a haber. Cuanto se aprobó la anterior ley yo trabajaba en otro local donde se prohibió fumar. Durante 15 o 20 días perdimos clientela, pero luego ganamos otra diferente. No perdimos, al contrario, ganamos. Los empresarios lo quieren todo y no piensan en que el trabajador es el que se traga el humo", reflexiona Manuel Leunda, compañero de Bazán y que acumula la nada desdeñable cifra de 43 años de experiencia en el sector de la hostelería. "He sido fumador, hace tres años que lo dejé pero ahora fumo lo de todos. Ocho horas cada día chupándome el humo de los demás", comenta con un punto de indignación.

follón callejero "Para la salud es obvio que va ser mejor, tanto para el que fuma como para el que no lo hace, incluso lo va a ser también para el negocio", pronostica Jorge Goikoetxea, de La mandarra de la Ramos. "Sucede como con la peatonalización: al principio rompe la línea de negocio, pero está demostrado que con el tiempo supone una mejora de hasta un 25% del volumen de negocio". Este profesional también sale al paso del recelo que suscita en los vecinos que residen cerca de un establecimiento la posibilidad de tener en la calle a una fumadora y ruidosa clientela. "El follón de un sábado por la noche se debe a que la gente sale desbocada, no a que fume. Es mayor la contaminación acústica producida por el camión que recoge el vidrio que la de todos los fumadores de Pamplona juntos".

El consenso entre los profesionales sobre el hecho de que la ley antitabaco protegerá más su salud al evitarles ser fumadores pasivos también se da en relación con otra cuestión, la incertidumbre, compartida por los propietarios de los establecimientos, sobre quién y cómo debe garantizar que no se fume en bares, restaurantes y discotecas. "¿Vamos a tener que ser policías?", se pregunta Dani Goñi, empleado de la discoteca Marengo, ubicada en el barrio de San Juan, y un ex fumador al que no le molesta que los clientes y sus compañeros fumen "porque el local tiene muy buena ventilación". "Nosotros estamos para trabajar, no para recriminar a la clientela, aunque ésta, por norma general, suele ser formal, viene a pasárselo bien, pero ¿qué pasará cuando alguien se tome dos copas de más y le recuerdes que no debe fumar? La cosa se puede complicar", advierte. "Tendrán que ser los clientes los que sean consecuentes y renuncien al cigarro. Nosotros seguiremos las directrices que marque la ley y la empresa a este respecto", razona. "El cliente también puede denunciar a quien fume", señala Patxi Morales.

multas "La labor de un camarero es servir. Puedo advertir a un cliente que está prohibido fumar, pero si continúa haciéndolo, ¿tengo que llamar a la Policía? ¿qué debo hacer?, se pregunta Sergio Bazán dejando en el aire una pregunta que hasta ahora continúa sin respuesta. La ley, sin embargo, sí precisa que las infracciones leves tendrán multas de hasta 30 euros, las graves, hasta 10.000 y las muy graves, hasta 600.000.

Los camareros se muestran solidarios con los propietarios de locales que hicieron adaptaciones con la anterior ley. "Para los establecimientos que han hecho inversiones de aislamiento es una faena gorda", asegura Esteban Gómez, encargado del bar Roncesvalles, en la calle del mismo nombre, donde una terraza dotada con calefacción permitirá a los clientes fumar sin pasar frío.

"Esta forma escalonada de legislar no ha sido la más adecuada, no han pensado en la hostelería y han convertido a los fumadores en proscritos. Si hubieran prohibido el tabaco desde el principio en todos los espacios públicos, no hubiera habido tantos problemas", arguye Dani Goñi. "A los que han hecho adaptaciones les deberían compensar por ello: que les devuelvan una parte de lo que invirtieron o les ayuden fiscalmente. Les obligaron a hacer obras y ahora son las autoridades las que tienen obligación de echarles una mano", reclama Jorge Goikoetxea.

Los profesionales convienen en destacar la necesidad de dar tiempo a la ley para ver sus resultados. "Poco a poco, los clientes irán acostumbrándose como sucedió cuando se prohibió fumar en los autobuses", resume Esteban Gómez.