Y vaya si se han acostumbrado. No sólo eso, sino que les encanta. Aunque alguno que otro mienta o, cuanto menos, exagere un poco sus respuestas. Si en esta mano hay una pera y en esta otra una chuche, ¿cuál eliges? "La pera", contestaban varios críos al unísono. Ni el chocolate les hacía tambalearse. ¿Qué elegís entre una fresa y un pedazo de chocolate? "La fresa", chillaban. Una lección bien aprendida.

"No sólo en esta campaña; de normal intentamos inculcar a los alumnos de Infantil hábitos alimenticios saludables", explicó Blanca Beramendi, profesora del centro de escolares de cinco años. Según apuntó la docente, en el centro ya trabajaban en los almuerzos saludables, en los que se establecía qué tenían que llevar los alumnos al recreo. "Por ejemplo -describió- el lunes puede tocar fruta, el miércoles bocadillo y el viernes cereales". La trampa consiste en que quien traiga bollería, "se lleva una pegatina roja y ninguno la quiere", aseguró Beramendi.

Junto al colegio público de Iturrama participan otros 41 centros de 30 localidades diferentes de Navarra, que engloban a 4.300 escolares que participan en la campaña de consumo de frutas. La iniciativa, que comenzó la semana pasada, tiene una duración de 16 semanas en las que se realizan tres entregas semanales de frutas enteras y de temporada, de las cuales el 80% se cultivan en la Comunidad Foral. La provisión de los vegetales corre a cargo de la Sociedad Cooperativa AN, pero son el Gobierno de Navarra y la Unión Europea quienes sufragan a medias los 190.000 euros que cuesta la campaña.

El hecho, aspectos saludables al margen, es que los pequeños aprenden muchísimo sobre el origen y propiedas de la fruta. "¿De qué color son las fresas?", preguntaba una de las maestras a sus pupilos. "Rojas", chillaban todos a la vez. "¿Y qué tienen las fresas?". "Vitamina C", respondían algunas vocecillas tímidas. Esta era más difícil.

En un periquete, cada alumno tenía sus piezas de fruta en su haber, fresas y peras, y comenzaron a ingerirlas mientras correteaban por el patio. Juan Morales, de seis años, Ibai Loarces y Lucía Monte, de cinco años, se recostaron contra una pared mientras atacaban su pera. "A mí me gusta la pera y la mandarina, la naranja, el kiwi...", decía Lucía. "¿El kiwi?", cuestionó indignado Ibai. "A mí me gustan las fresas", informó el muchacho. "Y a mí el tomate, la zanahoria, los tomates cherry...", prosiguió Lucía, a la que, al parecer, le gusta todo.

"Empezamos la semana pasada con los almuerzos de fruta y estoy bastante sorprendida", reconoció Blanca Beramendi. "El primer día, como no sabía cómo iban a responder, comimos dentro de clase y les dije que si no la querían no pasaba nada, que la llevaran a casa pero que no la tiraran", relató. Y, a pesar de la indulgencia de Beramendi, los niños se lo tomaron todo. "Comieron más de lo que me esperaba", explicó Beramendi, que agregó que sus pequeños están "concienciados incluso con el colesterol".

Concienciados o no, estos súper niños que prefieren la fruta al chocolate y las chuches tienen su punto débil. Una pequeña, al menos, reconoció que le gustan mucho las fresas, pero que más aún si llevan nata. Se le puede perdonar, ¿no?