La mayoría saltó de la cama como un resorte, incluso, hubo quien se despertó antes de que sonara. Y es que, salvo los más txikis, que se encuentran un poco desorientados, los niños y niñas están encantados de empezar las clases. Y sus aitas, también. Sus vacaciones no son tan largas y se ven obligados a hacer encaje de bolillos para que no se queden solos. "Sobrevivimos entre las vacaciones, abuelos y campamentos", aseguró Miguel Condearena tras acompañar a su hija Itxaso a la escuela pública Amaiur donde cursará 5º de Primaria.
Los más madrugadores llegaron al renovado patio de este centro pasadas las 8.30, media hora antes del inicio de las clases. Acompañados de sus padres o abuelos, la mayoría se olvidó de ellos en cuanto localizó a sus amigos. Especialmente los escolares de Primaria, con más callo en esto de regresar a las aulas. Es el caso Sara Ciriza, Marina Yabar, Naroa Izco, Saioa González, Ainhoa Velasco, Itxaso Condearena y Jone Ciriza, un grupo de alumnas que se enfrentan a 5º de Primaria. Alteradas por los reencuentros lamentaron que "antes íbamos todas a clase y ahora nos han separado". "Es que aquí nos hacen sufrir", bromearon al tiempo que aseguraron que tenían "muchas ganas" de volver a ver a sus amigas y descubrir el nuevo patio.
Muy cerca otros dos amigos conversaban. "He echado mucho de menos a mis amigos, sobre todo, a Jon. Aunque me da mucho la petarda, le echo de menos". Orkatz Arrosagarai y Jon Grados se encontraron en el patio y, nada más llegar, supieron que estaban en clases separadas. "Hasta ahora íbamos juntos pero nos han separado", lamentó Jon. A continuación llegaron otros dos compañeros de curso, Miguel Barrena y Kimetz Alonso, y los cuatro comenzaron a hablar de unos dibujos llamados Byblade. Eso sí, en cuanto sonaron los primeros acordes de la canción Bok Spok, de Kepa Junquera, corrieron hacia su clase. En menos de cinco minutos, todos los escolares estaban en sus puestos y el patio se quedó medio vacío. Tan sólo algunos padres, como el grupo formado por Ignacio, Marta, Pello e Isabel, conversaban en el patio. "No sé que haríamos sin los abuelos".
En el colegio Rochapea los escolares también estaban felices por volver. "Tenía muchas ganas de ver a mis amigos", afirmó Renzo Melendes y Guzman Osvaldo, al salir de clase. Por su parte, Denis Gualpa, de 8 años, acompañado de sus hermanos Hugo y Nataly, de 10 y 11 años, estaba feliz por retomar los estudios.
escolares de 3 años
Adaptación para los más txikis
Los que peor lo pasan en la vuelta al cole son los escolares de 3 años. Porque ellos no regresan sino que están de estreno. Es cierto que muchos ya saben de que va el tema, porque han estado en escuelas infantiles, pero aún así el cambio es sensible. También lo pasan mal las familias, sobre todo, cuando los dejan llorando. "Ya verás cuando se dé cuenta de que no estamos", comentó un padre al salir de una de las aulas de 3 años de Amaiur. En ella había 12 escolares y casi todos se quedaron bastante tranquilos cuando sus desaparecieron las caras conocidas. Tan sólo Aimar se agarró un buen disgusto. Pegado a la puerta tan sólo decía "Aitaaa". El resto observaba, cogía algún juguete incluso interactuaba con algún compañero. De repente, Miguel comenzó a hacer pucheros. "Es el momento crítico. Seguro que habrá más brotes", afirmó la tutora Lourdes. "Si tienen que llorar prefiero que lo hagan los primeros días, yo les dejo para que saquen la angustia que llevan dentro", remarcó esta maestra, que añadió "tienen una sensación de abandono".
La adaptación en este curso es muy importante. "La atención debe ser lo más individualizada posible por eso los tres primeros días están en grupos pequeños de 12 escolares, para que se sientan protegidos", explicó la tutora de 2º ciclo de Infantil, Loredi Egino. La próxima semana se juntarán con los otros 12 e irán aumentando el horario, de la hora y media de esta semana a tres y luego a cinco. "Es importante empezar con un ritmo tranquilo, marcando las rutinas ya que les da seguridad y teniendo la referencia fija de la tutora", destacó Egino, que siempre da consejos a las familias. "Deben vivirlo con naturalidad y no atosigarles a preguntas porque eso les agobia".