Paula (nombre ficticio) es una de las personas que, en los últimos días, ha recibido en su domicilio una de las denuncias tramitadas por la Dirección General de Turismo y Comercio del Gobierno de Navarra. Inmersa en un paro de larga duración y con su prestación consumida, asegura: “Con mi actual situación me es imposible hacer frente a la multa de 2.800 euros que me han impuesto”.
Su sanción llega tras anunciar una habitación en la web de Airbnb y alquilar el cuarto por una suma total muy inferior a la que le exigen. Una cantidad que, según su criterio, es “desmedida” en comparación al daño.
Paula se encuentra como inquilina en un piso desde hace varios años y, aconsejada por una amiga, decidió conseguir algo de dinero acogiendo a alguien ya que, según declaró, no cuenta con ningún ingreso. Una habitación que antes ofrecía de manera gratuita participando del turismo colaborativo.
La situación ilegal del alquiler era una realidad para Paula y, por este motivo, no declaraba esta actividad a Hacienda. De haberlo hecho “la denuncia habría llegado directamente”, afirma. “Pese a eso yo no utilizaba nombres falsos, por lo que no estaba realizando ninguna actividad clandestina, tal y como se me acusa”.
Tras conocer las medidas que el Gobierno foral iba a implantar decidió, con resultado negativo, inscribir en el registro de Turismo su habitación. “Me fue imposible legalizar mi alquiler”, relata. “Me dijeron que mi situación entraba dentro del régimen de pensiones y y que la normativa exigía que se tratase de un primero”, por lo que, asegura, al vivir en otra planta, le fue imposible registrarse.
“Desde Turismo me han dicho que tengo alegaciones suficientes y que esta medida se dirige sobre todo a detener el alquiler de pisos completos, así que puede que me retiren la denuncia”, comentó, aunque sin mostrar excesiva esperanza.
“La oferta de hostelería es antigua y no se adecua a las necesidades de los turistas”, consideró aludiendo a los altos precios de los hoteles y al cambio del estereotipo de turista. “Muchos son gente que se mueven por varias ciudades con poco dinero, por lo que no pueden permitirse pasar la noche en un hotel”. Además, Paula alega que este tipo de alquileres son más personales y facilitan al viajero su estancia, ya que pueden recomendarle rutas y lugares que pueden visitar.