pamplona - No podemos ir por la vida firmando cheques en blanco, pero tampoco nos lleva muy lejos recelar de todo y de todos. Disponer de personas en las que apoyarnos en momentos complicados es una de las mayores bendiciones que nos pueden ocurrir. Lo fundamental es encontrar a las adecuadas, las que de verdad merecen que confiemos en ellas.

J.V.: Qué gran cosa es tener alguien en quien confiar...

-I.Q.: Ya lo creo. Hoy es uno de los mayores tesoros. Y alguien en quien confiar no significa alguien que te aplaude, que nunca discrepa, que solo te alaba, sino lo contrario: alguien lo suficientemente honesto para decirte lo que no le gusta de ti, y siempre con el afán de mejorar. Alguien que no te vende, y que no lo hace ni contigo que eres su amigo, ni con gente no tan cercana.

J.V.: Es algo que lleva tiempo. No podemos echarnos en manos del primero o la primera que pase.

-I.Q.: Estoy de acuerdo, pero vivimos en un tiempo en el que conseguir que alguien te dedique tiempo o una muestra de afecto es algo muy caro. Y en esta situación, hay verdaderos canallas que sobreviven de engañar afectivamente a personas que carecen, precisamente, de referentes afectivos. Son los grandes seductores, un poco psicópatas y bastante narcisos, que te alaban y te hacen sentir bien mientras obtienen algo de ti, para abusar de ti sin pudor una vez que quieren liquidar su relación contigo.

J.V.: Lógicamente, si el sentimiento no es recíproco, de poco vale. Lo normal, diría yo, es confiar en quien confía en ti.

-I.Q.: Claro. Pero como te decía, la soledad en la que viven muchos seres humanos es terrible y la necesidad de compartir es tan grande que no se mide lo que se dice, lo que se abre de nuestra intimidad, ni los riesgos que se corren siendo demasiado transparente.

J.V.: Y lo de confiar ciegamente, solo con un número muy limitado de personas.

-I.Q.: Eso creo yo. Dicho de otra manera, ¿por quién pondrías la mano en el fuego? Esas personas, además, son relaciones de siempre, que no necesariamente ves todas las semanas, sino que sabes dónde están y que nunca te darán la espalda.

J.V.: En cualquier caso, no estamos a salvo de que nos fallen.

-I.Q.: Hombre, fallar todos fallamos, porque somos humanos, y suele ser por muchas razones, algunas de las cuales nos llevan a hacer juicios erróneos en momentos en los que estamos pasando muy malos ratos. Lo importante de las personas de confianza es poder mirarse a la cara sonriendo, se desencadenen los temporales que se desencadenen. No se juzga a los amigos, lo hemos repetido muchas veces en esta sección.

J.V.: Cuando a alguien le ha fallado quien menos esperaba se vuelve más desconfiado. ¿Es inevitable?

-I.Q.: Seguramente, es inevitable en una primera instancia, pero somos animales sociales, y tendremos que iniciar el ciclo de búsqueda de nuevos referentes. Siempre que quieres conseguir algo importante, te sueles tener que arriesgar, y el precio de establecer nuevas amistades es el que no sean buena gente. Duele, pero de eso también se aprende, y ese dolor que aprendes a soportar te previene de sufrir, que ya es otra cosa. Dolor es una cosa y sufrimiento otra.

J.V.: ¿Es recuperable una confianza perdida?

-I.Q.: Depende de las voluntades que se citan a recomponer esa confianza perdida. Si hay voluntad, se puede. ¿La misma? Seguramente, no, pero distinta no quiere decir peor. Lo importante es no reprocharse las actitudes que han provocado un desencuentro y centrarse más en los errores propios, que es lo que podemos detectar y corregir. Esto de la proactividad es un elemento conciliador de primera magnitud; empiezo por reconocer lo mío y luego construyo el escenario donde se ha dado ese desencuentro, pero desde mis errores, no los del amigo.

J.V.: No con todas las personas tenemos el mismo nivel de confianza ni para las mismas cosas.

-I.Q.: Y esto no tiene que ser algo inalterable. Unos días puedes confiar en unas personas que están relativamente estables y otros no, porque están con dificultades para conducirse a ellos mismos.

J.V.: Hay quienes desconfían por naturaleza de todo el mundo. ¿Qué hacemos con ellos?

-I.Q.: Depende del grado de desconfianza y lo que la motiva. Hay gente que siempre ve segundas intenciones y se reserva con la excusa del miedo a que le engañen. Hay otras que son muy desconfiadas respecto al mundo en ocasiones, y es que son perspicaces, cualidad que unas veces es una virtud y otras, un defecto. Cuando su capacidad de ver más allá de donde ven otros la utilizan desde una postura de rabia o desengaño, normalmente es mal asunto.

J.V.: ¿Por qué diremos, aunque sea medio de guasa, que donde hay confianza da asco?

-I.Q.: Pues es otra excusa más, que no argumento, para tratar peor a los que están en tu vida desde siempre, porque eso de seducir y que personas nuevas nos digan lo mucho que les gustan nuestros andares tira bastante en muchos de nosotros. Siempre digo que dará asco, pero que no lo debería dar. Los de siempre son los mejores y hay que tratarles como tales. A las personas se nos puede remplazar pero no sustituir. Las funciones las hace cualquiera, mejor o peor, pero un abrazo no lo copia nadie porque las expresiones de afecto son únicas en cada sujeto y los más viejos en tu vida te abrazan con más gusto cada vez que tienen la ocasión de hacerlo.