pamplona - La presidenta de la asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad y trabajadora social, María José Jiménez Cortiñas, fue invitada ayer al Parlamento de Navarra para dar una ponencia sobre el pueblo gitano, bajo el título de Iguales y diferentes. Avanzando conjuntamente. Así, Jiménez incidió en la “falta de oportunidades” de la comunidad gitana debido a “los prejuicios y estereotipos” que tiene la sociedad paya así como por las “políticas de paternalistas y de miseria” que afectan al “empoderamiento, participación e integración” de este colectivo.

La asociación fue invitada por la presidenta de la comisión de relaciones ciudadanas e institucionales, Tere Sáez Barroa, dentro de un plan de trabajo por la igualdad que sigue el Parlamento navarro para dar a conocer fechas importantes relacionadas con todas las culturas.

La población gitana es conocida por su apego a la tradición. ¿Cuál es la respuesta de aquellas personas a las cuales les habla del movimiento feminista dentro de esta comunidad?

-La reacción que suscitamos en las charlas y talleres es como en la película de El planeta de los simios, que los humanos se quedan en shock cuando ven que los monos hablan. Parece que es incompatible ser gitana y feminista, como si fuera algo solo de las mujeres payas, pero realmente no hay un feminismo para privilegiadas. Este verano la asociación cumple 4 años desde su creación y contamos tanto con hombres gitanos como con mujeres gitanas de diferentes puntos de España y todos ellos de diferentes movimientos sociales. Nace por una idea de justicia social y como clamor de empoderamiento y estatus político de la causa gitana a través del feminismo.

¿Cómo se encuentra actualmente la población gitana? Como bien dice el título de su ponencia, ¿existe algún “avance” en la igualdad de condiciones con la sociedad paya?

-Tras haber hecho un diagnóstico inicial del panorama a nivel asociativo gitano y progitanos, y de las políticas de la Administración y del Estado en la causa gitana, nos dimos cuenta de que hay una cronificación desde la época de la Transición. No hay un avance en el empoderamiento y conquista de derechos e igualdad de la población gitana a la hora de la participación. Por parte de las organizaciones, se habían estancado en un estado de meros prestadores de servicios y había una falta de existencia de un revulsivo dentro de la comunidad, a la hora de reclamar ese estatus político de la causa gitana. En cuanto a la labor del Estado, este ha introducido muchas políticas con la falsa idea de integración que han tenido unos resultados nefastos en educación, vivienda, participación y en lo político. Colonizarnos con políticas de paternalismo y miseria hace que no tengamos las mismas oportunidades ya que las ayudas para el empoderamiento no nos llegan, a diferencia de a las mujeres payas. Siempre están por encima de nosotras.

Exactamente, ¿cómo les afectan todas estas políticas en su día a día?

-El pueblo gitano lleva 600 años oprimido, además de manipulado por la Administración pública, los políticos y la sociedad en general. Por mucho que traten de incidir en la existencia de un cambio social hacia el pueblo gitano, no es verdad. Llevan diseñando proyectos desde hace 40 años como si fuéramos seres pasivos. Son políticas que no son verdaderamente solicitadas por el propio pueblo gitano, además de estar hechas desde despachos que no cuentan con voces gitanas, ni con información y formación sobre nuestra cultura. Por ejemplo, las mujeres gitanas somos manipuladas con pseudoformaciones que dan las ONG, administraciones y ayuntamientos con proyectos sobre cómo pintarse las uñas, cocinar o coser. Se nos niega la oportunidad de significar en el ámbito educativo por la falta de oportunidades. Las pocas mujeres que van a la universidad o trabajan en un mundo de payos lo hacen porque realmente se lo han propuesto ellas mismas y no por las políticas sociales y los servicios sociales.

¿Cuál es la solución para que la población gitana consiga disfrutar de las mismas opciones que el resto de la sociedad?

-Los cambios tienen que venir de dentro de la comunidad gitana, pero también las tiene que haber fuera. Por mucho esfuerzo que se haga, está en manos de la Administración pública y de entes poderosos poner a disposición del pueblo gitano las herramientas de empoderamiento. La situación debe mejorar como beneficio personal para las democracias porque la población gitana duplica la tasa de natalidad y dentro de 15 años, esta comunidad se multiplicará por tres.

En cuanto a la sociedad paya, ¿cuál es la relación existente que hay con la población gitana?

-La proyección que se tiene de la imagen de la comunidad gitana está totalmente distorsionada. Los prejuicios, los estereotipos y el racismo hacen mucha mella, así como la falta de convivencia, de información y de acercamiento, que hacen que la sociedad no vea la diversidad y las distintas realidad que hay dentro de nuestra comunidad. La sociedad española peca mucho de ello y los programas de televisión explotan una imagen muy amarilla y machista de la población gitana. No seremos capaces de romper con ello si no hay una política social sobre esta causa. Han llegado a existir hasta 2.500 leyes antigitanas en España; todavía cuando entro a un supermercado, el personal de seguridad me sigue por ser gitana aunque lleve 3 tarjetas de crédito en mi cartera; las mujeres payas cobran menos que los hombres payos, pero es que nosotras no somos contratadas ni para limpiar escaleras por miedo a que nos llevemos el buzón; si se vulnera algún derecho de otras poblaciones minoritarias, la sociedad sale a la calle a reclamarlo, mientras que con la población gitana no, y tenemos grandes dificultades para el alquiler de viviendas. La sociedad paya mayormente no tiene sensibilidad con nosotros y no nos considera ciudadanos.