Pamplona - Fernando Garrido se debate internamente entre una doble sensación. Como hijo de Rafael Garrido le ha tocado conocer el cierre, y quizá pronto incluso la demolición, del refugio militar que lleva el nombre de su padre, general de brigada y gran amante de la montaña, asesinado por ETA en 1986. Como reputado alpinista (trabaja de guía de montaña y tiene en su haber varios ochomiles, así como el récord de permanencia en la cima el Aconcagua) celebra la previsible reapertura del antiguo refugio del Club Deportivo Navarra situado unos metros más arriba del primero y del que ha sido usuario durante toda su primera etapa. Lo uno no quita a lo otro.
Fernando Garrido es una de esas personas que mira para arriba en la montaña y para adelante en la vida, aunque tiene presente su pasado. Unos recuerdos que en estos días se han reabierto no sólo por este juego periodístico entre refugios, sino porque ha salido de prisión Santi Potros, quien ordenó el atentado que en 1986 costó la vida a su padre -era gobernador militar en Donostia-, su madre (la sangüesina Daniela Velasco) y su hermano Daniel. Es un tema que Fernando Garrido observa desde la serenidad que le da estar a muchos metros en altitud moral sobre esos años de plomo que sacudieron de lleno a esta familia afincada en Jaca.
Prefiere quedarse con el recuerdo cercano de aquel padre: “Militar, pero sobre todo amante de la montaña”. Una montaña en la que se zambulló en sus años de teniente de la compañía de esquiadores. “Era un fanático del monte. Un enamorado de la montaña en sentido amplio y tradicional. No era un alpinista técnico o competitivo -como hay mucha gente ahora- sino una persona que le encantaba disfrutar de las vistas, los paisajes, la naturaleza... Vivía la montaña y sus valores con pasión. Y esto nos lo trasmitió a los cinco hermanos. De hecho yo y Javier nos hemos dedicado profesionalmente a este mundo” explica Fernando, actualmente guía profesional en la empresa Aragón Aventura.
Su currículum es muy amplio y entre sus expediciones se encuentra una travesía de 5.000 km por todo el Himalaya entre 1989 y 1990, dos intentos al Everest (1987 y 1993), la primera ascensión en invierno y en solitario al Cho-Oyu (1988), la norte del Shisha Pangma en 1996... Pero por lo que se hizo famoso fue por haber permanecido en 1985 dos meses en solitario en la cima el Aconcagua (6.959 metros) batiendo todos los récords del momento. Precisamente cuando volvía de superar esa dura experiencia, la vida le había preparado la crudeza del mortal atentado que se llevó por delante a gran parte de su familia y del que él se libró por poco al no subirse a aquel coche.
“Quizá poca gente lo sepa pero aquel día precisamente salían de Donostia rumbo al Pirineo navarro. Querían disfrutar de los paisajes del otoño”, recuerda Fernando justo en estos días en los que los medios han puesto el foco en aquel atentado. “No tengo problema en hablar de esto. Si esa persona ha salido de la cárcel es porque tendría que salir. El problema era toda una organización”, comenta al tiempo que desmiente una información que circula por internet. Según este relato en la red, en otra ocasión habría coincidido en un hotel de montaña del Pirineo con el autor material del atentado ordenado por Santi Potros, José Miguel Latasa Guetaria, y el dueño del establecimiento -que conocía al hijo de la víctima y al miembro de ETA- les puso en contacto. “No eso no es cierto. Me mandó una carta desde a cárcel y yo le contesté, pero no existió ese encuentro”, aclara Garrido que de nuevo se eleva por encima de la violencia y retoma el tema de la montaña. “Los años que coincidieron con el destino de mi padre en Jaca nos ligaron a esta ciudad en la que establecimos nuestra segunda residencia. Yo me fue metiendo en el mundo de la montaña en el que a mis 59 años aún sigo”, explica. Fernando no ha tenido noticias sobre la posible demolición del refugio que lleva el nombre de su padre, denominación que se le puso en un homenaje en 1988. “Esta noticia del cierre no me despierta ningún sentimiento profundo. No sé. Siempre hemos agradecido el homenaje que se hizo a mi padre y y nos parece un honor que nos invitaran a una carrera clásica del esquí de montaña -organizada por el ejército pero abierta a todos, que se llama general Garrido (también hay un memorial de hípica en Donostia)- y he estado varias veces en el refugio..., pero no sé nada sobre su futuro”, confiesa. De lo que sí le ha llegado información, a través del mundillo de la montaña, es de la próxima reapertura del antiguo refugio del Club Deportivo. “Es una muy buena noticia. Es totalmente necesario que haya un refugio en esta zona porque sino no es fácil enlazar travesías desde Linza, Laberouat...”, explica, quizá deformación profesional, recién llegado de un tour por los Pirineos y a punto de volar hacia Isla Reunión. “En sus buenos años fui bastante por allí y tengo buenos recuerdos de aquel refugio y de sus cimas”, apunta. Posiblemente el guarda entonces sería Koldo Aldatz, también guía de montaña y motor de su reapertura desde la Federación. Un nuevo círculo que se cierra con la montaña como guión...