en un breve plazo de tiempo la insumisión ha recibido 2 reconocimientos institucionales en Navarra, por parte del Parlamento y del Ayuntamiento de Iruñea.

Es de agradecer y algo lógico, ya que el reconocimiento social se consiguió en el transcurso de la lucha y como consecuencia de ello, la mili dejó de ser obligatoria y la insumisión dejó de ser perseguida y encarcelada.

También tenemos que aplaudir que las distintas fuerzas se hayan puesto de acuerdo, ya que el movimiento fue plural y autónomo, marcando la agenda a las distintas fuerzas políticas al tiempo que establecía sinergias y complicidades con otros movimientos sociales.

Pero más allá de este reconocimiento, queremos refrescar algunas cuestiones, dando el punto de vista del MOC-KEM, uno de los grupos que impulsó este movimiento social de desobediencia y antimilitarismo.

Insumisión y objeción

Casi siempre que se habla de insumisión, llevamos nuestros recuerdos a los insumisos que sufrieron prisión y que fueron la cara de este amplio movimiento antimilitarista.

Pero para que la insumisión fuera un éxito, no podemos olvidar los inicios con los primeros objetores, tanto los testigos de Jehová por motivos religiosos, como los políticos, que serán los que siembren la semilla del antimilitarismo.

Curiosidades de la vida, los primeros objetores políticos reivindicaron e hicieron servicios civiles alternativos, que el Gobierno no aceptó, e incluso encarceló.

En todos esos años de espera, la bolsa de objetores aumentó tanto, que cuando hicieron la nueva ley, que obligaba a un servicio social, tuvieron que apartarlos para evitar que se sumarán a los primeros insumisos. Hasta 2 veces, reobjetaron para renunciar a su condición de objetores para ser llamados a filas con los más jóvenes.

Durante el tiempo que duro la insumisión, muchas personas optaron por la objeción, pero muchas de ellas, apoyaron también la insumisión.

Insumisión y género Cuando se habla de insumisión se asocia a los jóvenes que no quisieron ir al ejército, pero el movimiento antimilitarista, como tal, nunca fue sólo de hombres. Como en otros movimientos sociales, hubo hombres, mujeres y personas LGTB, que lucharon codo con codo contra el militarismo y sus consecuencias.

Poco antes de que saliera la ley, se hizo una campaña de objeción colectiva en el Estado, en el que tenían cabida mujeres y cualquier otra persona que ya hubiera hecho la mili o se hubiera librado, como reflejo que el antimilitarismo no era cosa de hombres, sino de personas que querían cambiar el mundo.

Estrategia múltiple y adaptada La estrategia de insumisión fue variando a lo largo de los años y adaptándose a los pasos y trabas que pusieron los distintos gobiernos. Fue una estrategia colectiva y consensuada en el conjunto del Estado, con aplicaciones específicas en cada territorio.

Si en los primeros años se reivindicaron los servicios sociales alternativos, cuando sacan la ley, se llega a un acuerdo de decir no a la presentada, ya que algunas personas creían que se podría aceptar una ley más avanzada y otras pensaban que ninguna ley emanada del ejército, podía ser buena.

Primero fueron los plantes, pero después vino la desobediencia al tercer grado, continuó con la manta y terminó con la insumisión en los cuarteles, además de otras fases intermedias entre las citadas.

Se buscó el enfrentamiento con el Estado para amplificar el mensaje contra las guerras y para que el coste de la represión no pudiera ser asumido.

Flexibilidad en el compromiso Una de las grandes virtudes de esta lucha fue el de la flexibilidad en el compromiso a adoptar y más, cada vez que dábamos un paso adelante, que suponía mayor desobediencia.

Estaba claro, que necesitábamos que hubiera personas que se atrevieran a declarase insumisos, que incluso rompieran el tercer grado o que fueran a los cuarteles y allí se hicieran insumisos. Cada paso suponía mayor represión y sufrimiento personal que era apoyado por una buena parte de la sociedad.

Pero a nadie se le obligó y los que se quedaban en estadios anteriores, podían seguir participando en el movimiento. Se respetaban todas las situaciones personales y se apoyaba a todas las personas que dieran un paso adelante. Cierto es que las que más arriesgaron fueron cuidadas con esmero y apoyadas para atemperar esa represión.

A las personas que estuvieron dispuestas a ir a la cárcel se les ofrecieron talleres para que intentaran conocer los que les esperaba y a más de una se le desaconsejó la entrada por su situación personal.

Colchón social Una de las claves del éxito consistió en conseguir el apoyo más amplio posible de los distintos estamentos sociales, aunque no compartieran el ideal antimilitarista. Manifiestos, autoinculpaciones con cada insumiso, manifestaciones, mociones etc.

Para ello se tejieron alianzas con otros sectores sociales y se habló con todos los partidos políticos, posibilitando que aquellas fuerzas que quisiesen, pudieran encontrar una forma de apoyar total o parcialmente.

Fuimos conscientes que la estancia de tantas personas en la cárcel ablandó el corazón de muchas personas que inicialmente no veían claros los objetivos antimilitaristas. La coherencia entre objetivos y estrategia fue clave.

Composición del movimiento El movimiento fue muy amplio y plural. En el seno del MOC-KEM (Movimiento de Objeción de Conciencia), desde los primeros tiempos, coexistieron personas que provenían de cristianos de base con otras de tendencia libertaria, ecologistas y de otras tendencias.

Conforme fue aumentando el número de insumisos nacieron nuevos grupos que tenían sus propias especificidades como fueron milikk-Kakitzat, nafarroa intsumitua o Malatxa. Y también tuvimos a AFOINA, que reunió a los familiares de los insumisos.

Tuvimos que parlamentar mucho para realizar movilizaciones conjuntas y para poner sobre la mesa nuestras coincidencias y diferencias.

Desobediencia civil y no violencia En una época tan convulsa, con movimientos insurgentes en muchas zonas del mundo, lanzamos nuestra apuesta por la no violencia y la concretamos en la desobediencia civil para no colaborar con la injusticia. Desobediencia civil que llevó a muchas personas a la cárcel por luchar por un mundo más justo. Otras sin compartir la estrategia no violenta, también se sumaron.

Muchos otros movimientos posteriores han recogido el guante y lo han adaptado a sus estrategias respectivas, desde el 15-M, hasta la flotilla por la paz, o los barcos que recogen refugiados en alta mar.

Retos del antimilitarismo La historia y el reconocimiento social han puesto a la insumisión como un ejemplo de civismo y movimiento social exitoso.

Las personas que participamos y que continuamos fieles a nuestra filosofía antimilitarista creemos que sigue habiendo los mismos temas por los que luchábamos entonces: el excesivo gasto militar, el militarismo, la injusta distribución de los recursos, el complejo armamentístico etc, etc.

Por ello seguimos impulsando la objeción fiscal a los gastos militares, nos oponemos al polígono de tiro de las Bardenas, denunciamos las guerras, cuestionamos las fábricas de armamento, apoyamos el ongi etorri errefuxiatuak y muchas otras cuestiones más.

Y no olvidamos la lucha codo con codo para mejorar las condiciones de vida del resto de los presos, cuando compartimos cárcel.

En representación propia y de Arturo Balbuena, Ángel Lizarraga, Josetxo Gallues