pamplona - Estanislao tiene 70 años y sigue formándose, aprendiendo cada día como un estudiante. Se le ve inquieto y, ahora, también removido por el testimonio que ayer ofreció Andoni a este periódico sobre los abusos que sufrió de niño, en los años 60, en el colegio de los Maristas. Estanislao (nombre ficticio) refrenda las palabras de Andoni, asegura que en su época, un poco anterior, “los rumores sobre que varios hermanos cometían esos abusos eran generalizados”, y ratifica que el hermano Pedro, apodado El Tapón y uno de los citados por Andoni en su denuncia en el periódico, era un pederasta. “Todos sabían que eso sucedía, salvo que fueses tonto o muy despistado, es imposible que no fueras consciente de la existencia de los tocamientos”.

CURSO DE INGRESO 1957-58 Este pamplonés añade ahora a los curas denunciados el nombre del hermano Julián, que le recibió a él en el curso de ingreso 1957-58 en Santa María la Real procedente del colegio San Luis. Su paso por el centro, en el que estudió hasta los 18 años, y el comportamiento abusivo de este religioso lo recuerda así: “No tengo un recuerdo malo del colegio. Jugaba a baloncesto además, y eso de representar al colegio quizás me daba un estatus por el que quizás recibía un trato diferente. Pero sí que tuve un problema con el hermano Julián, que era el que nos daba todas las materias en el curso de ingreso. Desconozco si vive, aunque no lo creo, porque ya tenía unos 45 años cuando nos daba clases a nosotros y creo recordar que le trasladaron a algún otro colegio, a Logroño. Ese religioso aprovechaba a la vez que te corregía para meterte mano y tocarte a través del pantalón corto, incluso te llegaba a sacar el pene del pantalón. Era muy frecuente esa conducta, pero me lo hacía a mí y a todos los que formábamos parte de la clase. También ocurría que te llamaba a su mesa, que eran macizas y no se podía ver nada a través de ellas, y allí se deleitaba más”, recuerda. Además de las conductas en clase y en el colegio, Estanislao recuerda que el hermano Julián disponía de un taller de marquetería y “aprovechaba también cuando estábamos cortando con la sierra, y también te tocaba. Allí cerraba la puerta y pasaba lo que fuera. A mí solo me tocó pero no se lo que ocurrió con el resto. No lo contábamos entre nosotros, ni hablábamos de ellos, quizás porque éramos tan niños que éramos ignorantes y teníamos una falta de consciencia total sobre lo que era el sexo o sobre por qué a ese cura le gustaba tocarnos. Lo que expresaba entonces era un rechazo a lo que hacía porque no me gustaba y también me generaba miedo a que viniera a hacer lo mismo. Fue en la adolescencia cuando me di cuenta que aquello que había pasado era una desviación sexual. Estoy convencido que quien hacía aquello con niños era un auténtico enfermo. Por suerte, ya te digo que no me afectó, lo cuento con normalidad, lo sabe mi familia y se lo digo a mi cuadrilla de amigos, que de hecho me anima a que dé mi testimonio, porque esto se tiene que saber y se tiene que denunciar”.

El exalumno no confía en que el sistema judicial esté preparado para afrontar estos procedimientos. “Por eso abogo por la denuncia social y por la concienciación en torno a la pederastia. La denuncia judicial me causa desesperanza, porque se van a archivar la mayoría, pero entiendo que también puede ser el camino aunque yo no lo vaya a elegir. Y también creo que sería bueno que los hermanos Maristas pidieran perdón, porque hasta ahora en la respuesta que le han dado a Andoni no he visto que lo hayan hecho y creo que sería necesario”.

abusos y maltrato Estanislao, que confiesa que esa experiencia tampoco le ha generado sentir una animadversión a Maristas, confirma también como decía Andoni el comportamiento violento de algunos religiosos con alumnos que eran niños. “He visto pegar palizas a compañeros en los que se movían los pupitres de alrededor de los golpes que pegaba. Eso de la letra con sangre estaba tan interiorizado que era lo normal ver esas cosas. Incluso tenías la crueldad de pensar que cuando alguien hacía alguna trastada estaba recibiendo su merecido”, evoca arrepentido.

El nuevo denunciante deja claro que su intención al ofrecer su relato no es otra que “apoyar a gente como Koldo, porque escuchar su testimonio y su sufrimiento me da mucha rabia por lo que ha tenido que pasar, y a su vez alertar a las familias para que estén atentas porque la pederastia es algo muy actual y por ello los padres deben vigilar los grupos deportivos, sociales, scouts, colonias, clases de catecismo, etc. en los que participen sus hijos o hijas. Es muy frecuente el merodeo de pederastas. Me parece muy importante levantar esa alarma social. Creo además que se debe generar una movilización social para la no prescripción de los delitos de este tipo y, a su vez, muestro mi oposición frontal al celibato dentro de la iglesia, que en mi opinión es uno de los grandes causantes de esta lacra”. Por eso, según este pamplonés, la difusión de programas como el Skolae desde el departamento de Educación y “que no está siendo integrado en la enseñanza concertada”, debería ser a su juicio “imprescindible y obligatoria para que los niños y niñas sean conscientes cuanto antes de lo que supone el despertar sexual y para que puedan defenderse de aquello que nos ocurría a nosotros”.