La pandemia ha disparado el consumo de opiáceos. El confinamiento por el coronavirus ha hecho que muchas personas rehabilitadas hayamn vuelto a consumir. También se han disparado las muertes por sobredosis. En 2020, se contabilizaron 93.000, más de diez fallecimientos cada hora.

El fentanilo es un opioide sintético similar a la morfina pero entre 50 y 100 veces más potente. Es un fármaco recetado para quienes sufren dolores intensos, pero también se usa de forma ilegal.

Su origen se remonta a los años 80 en Estados unidos, cuando irrumpió en el mercado ilegal. Ya desde el principio, se reportaron muertes repentinas debidas a su consumo. El motivo, componentes presentes derivados de su fabricación en centros clandestinos.

Quienes consumen esta droga, lo hacen de diversas maneras, como ingestión, inhalación, inyección o poniéndose papel secante en la boca para que la sustancia se absorba a través de la membrana mucosa.

La droga se une a los receptores opioides del cuerpo, que se encuentran en las áreas que controlan el dolor y las emociones. De esta manera, aumentan los niveles de dopamina en las áreas de recompensa en el cerebro, lo cual produce un estado de relajación y euforia.

Sin embargo, después de consumir opioides muchas veces, el cerebro se adapta a la droga y su sensibilidad disminuye, lo que hace que resulte difícil sentir placer con otra cosa que no sean estas sustancias. Cuando una persona se vuelve adicta, la búsqueda y el consumo de la droga se apoderan de su vida.

Su consumo en dosis excesivamente altas también puede derivar en depresión respiratoria, hipoxia y estado de coma. Las sobredosis se da cuando se subestima la potencia de la droga y se consume más cantidad de la que el cuerpo puede tolerar.

El fentanilo es la droga que más aparece en caso de sobredosis fatales. España es el quinto país que más la consume en el mundo, ya que se encuentra de venta en las farmacias en forma de parche transdérmicos y piruletas.

En los últimos años, han surgido compuestos análogos al fentanilo que forman parte del mercado ilegal de los opioides y cuyos efectos pueden ser muy serios.

La adicción a las drogas se suma a otros trastornos que se han disparado debido al aislamiento que ha ocasionado la pandemia de Covid-19. Han aumentado los casos de ansiedad, depresión y bipolaridad, y esto ha podido llevar a un aumento del consumo de sustancias psocoactivas o drogas, especialmente en personas que ya anteriormente presentaban conductas de consumo problemáticas.