El Papa ha denunciado la situación que viven los migrantes que son deportados a los países del norte de África, como Libia, donde "son torturados y reducidos a la esclavitud", al tiempo que ha pedido que la comunidad internacional tome medidas que respeten su dignidad.

"¡Cuántos inmigrantes se ven expuestos también en estos días a peligros grandísimos y cuántos pierden la vida en nuestras fronteras! Siento dolor por las noticias de la situación en la que se encuentran muchos de ellos", ha señalado este domingo tras el rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico.

Francisco, en este contexto, ha recordado a las personas que fallecieron en el naufragio del Canal de la Mancha, a los migrantes que se ahogan en el Mediterráneo y también a los que se encuentran en la frontera entre Polonia y Bielorrusia. "Siento mucho dolor pensando en ellos, los que son repatriados al norte de África son capturados por los traficantes, transformados en esclavos, venden a mujeres, torturan a hombres", ha denunciado ante los cientos de fieles que le escuchaban en la Plaza de San Pedro.

El Pontífice ha lamentado que estos migrantes se juegan la vida cruzando el mar "buscando una tierra de bienestar, pero encontrando una tumba". "A los inmigrantes que se encuentran en esta situación de crisis, les aseguro mi oración y también mi corazón, que sepan que les estoy cerca", ha señalado.

En este sentido, ha celebrado la existencia de todas aquellas iniciativas que se encargan de "aliviar" el sufrimiento de los migrantes y ha hecho un llamamiento a las autoridades civiles y militares que, a su juicio, "puedan contribuir a la solución de este problema". Por eso, ha instado a evitar "la instrumentalización" de la migración. Y ha concluido: "Pensemos en los inmigrantes y en su sufrimiento y recemos en silencio".

CRÍTICA A LOS CRISTIANOS ADORMECIDOS

Por otro lado, el Papa ha aprovechado el rezo del Ángelus para criticar a los cristianos "adormecidos" que "rezan como papagayos" porque esta actitud les hace vivir indiferentes y con apatía. De este modo, ha instado a los católicos a estar "atentos" y no ser "cristianos anestesiados por la mundanidad espiritual, sin impulso espiritual, sin ardor en la oración, que rezan como papagayos, sin entusiasmo por la misión y sin pasión por el Evangelio".

Por ello, ha instado a los fieles a no permitir que su vida espiritual "se ablande en la mediocridad" porque esta actitud lleva a "dormitar, a seguir adelante por inercia, a caer en la apatía, indiferentes ante todo excepto con lo que nos conviene".