- Peio Oria Iriarte, delegado territorial de AEMET en Navarra, advirtió de que el cambio climático va a provocar que este tipo de fenómenos extremos sean cada vez más frecuentes. “Se están volviendo más intensos y extensos y ocurren en épocas del año que están fuera de lo habitual. Es un cambio a nivel global que no puede pasar desapercibido”.

A nivel local, señaló que en Navarra se está acercando cada vez más al clima mediterráneo y que están ganando mucho peso las precipitaciones otoñales. Además, cada vez llueve más en menos días. “Este año hemos tenido dos grandes episodios de precipitación y en el resto del invierno prácticamente no ha llovido. Y los datos están ahí. Cinco de los diez días más lluviosos de los últimos 45 años en la Zona Media y la Ribera se han producido en la última década. En la zona norte, esta cifra se eleva hasta ocho de los once días más lluviosos y es muy probable que tenga que ver con el cambio climático”.

Por su parte, César Pérez Martín, jefe de la sección de planificación, estudios y ciclo integral del agua del Gobierno de Navarra, explicó que existen dos tipos de crecidas: las grandes inundaciones propias del invierno y las avenidas asociadas a una DANA o gota fría y que son más propias de la época estival. “Las crecidas de invierno tienen la ventaja de que deberían ser fácilmente predecibles, pero el problema es que se da de forma simultánea en varios lugares. Como ejemplos, la crecida del Ebro en 1960 o la del año pasado. Por otro lado, las inundaciones repentinas en época estival se suelen dar en cuencas pequeñas y medianas. Son más difíciles de predecir y, por lo tanto, se complica la respuesta ante ellas. Por ejemplo, la ocurrida en 1983 en Bera o las de 2013 en Baztan, 2014 en Elizondo y 2019 en Tafalla”.