El temor a ir al médico tiene consecuencias importantísimas en la salud, sobre todo en el caso de los pacientes oncológicos. Porque puede afectar al diagnóstico precoz del cáncer y retrasar su tratamiento. “Aunque a corto plazo nos protegemos, evitando la fuente del temor, a largo plazo dañamos nuestra salud”, señala Fátima Castaño, psicooncóloga de MD Anderson Cancer Center, que colabora con varias asociaciones de pacientes con cáncer. 

En Euskadi hay unos 14.000 casos de cáncer al año. En España, alrededor de 275.000. ¿Existe mucho miedo a ir al médico ante un posible diagnóstico de este tipo?

El miedo es muy humano y tiene que ver con nuestra tendencia a protegernos de algo adverso. Con esa falsa creencia de que si no sabemos, no ocurre. Pero el no ir a nuestro ginecólogo, a nuestro urólogo o a nuestro médico de referencia, no garantiza que no pasen cosas en nuestro cuerpo. Por eso, el problema es cuando ese miedo lo usamos de manera contraproducente. Afrontar el miedo a acudir al médico, a una revisión anual y a esas visitas nos permiten, en muchas ocasiones, tomar decisiones beneficiosas para nuestra salud.

¿Es muy frecuente ese temor?

Es bastante frecuente porque asocian ese miedo a contextos en los que se dan malas noticias, o se diagnostican enfermedades graves y eso puede agravar nuestra salud. La realidad es que aunque se diagnostique una enfermedad, con un buen seguimiento médico garantizamos que se aborde en estadios precoces y eso mejora el manejo de la enfermedad. Y ¡ojo! que también nos pueden comunicar un buen estado de salud. No siempre los resultados son malos. En este escenario, además, los oncólogos y los profesionales sanitarios son una mano amiga para ayudar a que la persona se sienta cómoda, y reduzca su miedo, especialmente en procesos oncológicos.

¿La pandemia ha agravado esta situación?

Ha generado más sensación de vulnerabilidad. El miedo a los contagios en las distintas olas ha sido muy destacable. Y hay cierta tipología de personas que tienen reticencias a acudir a los médicos. Pero hay que minimizar esta respuesta, y todo el mundo debe seguir con sus revisiones porque los centros sanitarios son absolutamente seguros.

Todo el mundo conoce las ventajas del diagnóstico precoz. ¿Por qué entonces la gente se resiste a ir a la consulta o la va retrasando?

Es que entran en juego esas creencias irracionales que asocian médico con malas noticias. Lo importante es darte cuenta que esto está sucediendo, que esto no te ayuda y reflexionar sobre los objetivos que tienes sobre tu salud. Si los objetivos son estar sano, mantenerse en las mejores condiciones y tomas buenas decisiones, el mejor aliado es, sin duda, acudir a un equipo médico.

¿Qué estrategias se utilizan para mitigar esos temores?

Primero identificar esa emoción, que tenemos miedo. Permitirnos tenerlo porque es humano, y hemos vivido una época muy fastidiada por el covid. Y una vez hecho esto, hay que buscar recursos útiles. Reflexionar acerca de qué nos supone. ¿Posponer la visita? ¿Retrasar una prueba médica importante, un tratamiento?, ¿Demorar el seguimiento, por ejemplo, de un cáncer de mama o de próstata? Este es un miedo malo.

¿Hay un miedo bueno?

Sí el que nos hace actuar con prudencia. Pero el miedo malo nos bloquea y nos lleva a tomar malas decisiones. Lo mejor es buscar ayuda, por ejemplo, usar videoconferencias, que alguien nos acompañe al médico, elegir el centro que nos ofrezca más confianza... Armarnos de razones para saber qué nos implica acudir al médico.

¿La telemedicina es una aliada?

La telemedicina es una aliada y una muy buena herramienta para facilitar el acceso. Las nuevas tecnologías estaban presentes pero no se usaban de forma masiva. Es muy frecuente que se usen videoconferencias para según que tipo de sesiones con profesionales sanitarios porque muchas personas tenían que trasladarse docenas de kilómetros. Pero no es café para todos.

¿Hay algún cáncer donde los pacientes sean especialmente miedosos? ¿Quizá los que tienen peor pronóstico?

Yo no podría decir que haya una tipología de cáncer en la que el paciente acude menos al médico pero sí hay ciertos tumores con peor prensa. También es cierto que no todos los cánceres se detectan con sintomatología especialmente clara por eso es importante no dejar pasar ciertos síntomas. No se trata de generar hipocondria porque no todo es cáncer, pero sí hay que escuchar a nuestro cuerpo para detectar los cambios extraños e incómodos.

El diagnóstico de cáncer es un mazazo tremendo y luego están las recidivas, que aparezca el tumor después de terminada la convalecencia. Eso ya es demoledor.

Indudablemente un primer diagnóstico es difícil de recibir. Pero cuando uno ha pasado una etapa libre de le enfermedad, y tiene que afrontar su vuelta, supone un mazazo y un periodo de adaptación emocional y físicamente. La situación no es la misma que de inicio y hay que rearmarse de herramientas para afrontar esta circunstancia. Suelo recomendar que el paciente busque ayuda y a veces necesitan ser asesorados y acompañados. Con el cáncer vienen muchos cambios físicos, emocionales, frenazos a nivel laboral, y todo eso hay que enfocarlo bien para que también haya vida durante el tratamiento.

Habla del acompañamiento del paciente. ¿Y el acompañamiento de los familiares?

Hay estudios que hablan de que la calidad de vida del cuidador principal, que suele ser un familiar directo, tiene una relación directa con la calidad de vida del paciente y esto pone de relieve la importancia de que los cuidadores sigan cuidándose. Por eso en terapia siempre hablo del trabajo en equipo.